26/04/2017, 20:16
Con suerte para ella, el chico de cabellos rubios no tardó en volver con lo que debían ser las bebidas que ambos habían ordenado: té para Akame, y agua para ella. La joven miró agradecida al chico que volvía a marcharse nada más depositar todo en la mesa que ocupaban, perdiéndose entre la multitud de gente que había en el Hostal.
La pregunta del moreno, sin embargo, pilló completamente desprevenida a la kunoichi, dejándola con la boca entre abierta. No es que no supiese contestar a la pregunta, si no que no se la esperaba, simplemente.
— Oh, pues... — Dejó escapar tras un breve tiempo entre la pregunta y su comienzo de contestación, sin embargo se vio interrumpida por el mesero, que veloz como si llevase toda su vida haciendo ese trabajo —que podía ser el caso— dejó frente a cada uno un tazón repleto de algo que Eri no lograba ver por la posición en la que se encontraba, pero que desprendía un olor que hacía que su boca se derritiese solo de pensar en el sabor que podría tener.
Entendió, entonces, que aquel momento no era el más indicado para hablar.
— ¡Qué aproveche! — Exclamó tomando los palillos que reposaban al lado del tazón, e imitando al Uchiha, se dedicó a comer —despacio para no quemarse la boca— el estofado tan famoso de carne, verdura y fideos que tenía delante. Y, sin duda, tendría que darle la razón a Akame, pues era una de las cosas más sabrosas que había probado en la vida.
Sin embargo ahora lo que le tocaba era disfrutar de ello.
La pregunta del moreno, sin embargo, pilló completamente desprevenida a la kunoichi, dejándola con la boca entre abierta. No es que no supiese contestar a la pregunta, si no que no se la esperaba, simplemente.
— Oh, pues... — Dejó escapar tras un breve tiempo entre la pregunta y su comienzo de contestación, sin embargo se vio interrumpida por el mesero, que veloz como si llevase toda su vida haciendo ese trabajo —que podía ser el caso— dejó frente a cada uno un tazón repleto de algo que Eri no lograba ver por la posición en la que se encontraba, pero que desprendía un olor que hacía que su boca se derritiese solo de pensar en el sabor que podría tener.
Entendió, entonces, que aquel momento no era el más indicado para hablar.
— ¡Qué aproveche! — Exclamó tomando los palillos que reposaban al lado del tazón, e imitando al Uchiha, se dedicó a comer —despacio para no quemarse la boca— el estofado tan famoso de carne, verdura y fideos que tenía delante. Y, sin duda, tendría que darle la razón a Akame, pues era una de las cosas más sabrosas que había probado en la vida.
Sin embargo ahora lo que le tocaba era disfrutar de ello.