20/06/2015, 00:26
(Última modificación: 20/06/2015, 14:25 por Aotsuki Ayame.)
Desde el comienzo de la prueba los había estado observando cuidadosamente: estudiando su comportamiento, su manera de actuar, su manera de reaccionar... A la muchacha ya la conocía a la perfección, para él no era más que un libro abierto, pero los otros dos constituían todo un misterio para él. Por eso se había asegurado de llegar el primero al área del examen, dejar un clon que le sustituyera y actuara a modo de cebo. y mientras tanto él permaneció escondido entre el follaje del bosque que se extendía a las afueras del claro.
El clon era su medio para estudiar a sus alumnos, y también su manera de hacerles saber que él tenía el tercer cascabel que necesitaban para aprobar los tres.
Y desde luego no le decepcionaron. Cada uno de ellos logró sorprenderle a su manera.
Ayame se había lanzado a las aguas del lago en un acto de lo más previsible para alguien como ella. No debía de haberlo pensado con detenimiento, porque de lo contrario se habría dado cuenta de que, siendo él su hermano, el primer lugar donde se le habría ocurrido buscarla era precisamente ese. Daruu se había acercado a su posición, pero Kōri no se dejó ver en ningún momento. Tras dejar la bolsa con el bollito que había sobrado en el suelo, el genin se había transformado en un pájaro amarillo que ahora piaba lastimero desde lo alto de una rama. Reiji fue el que más tardó en realizar su estratagema: gastó varios valiosos minutos en marcar unos cuantos árboles con una flecha para después subirse a una rama y transformarse en un extraño animal de largas zarpas y cara chata que reposaba sobre otra rama.
Podría haber actuado en cualquier momento. Podría haber hecho añicos sus ideas. Pero había preferido seguir observándolos hasta que Reiji terminó con su plan.
Sólo entonces salió de su escondite. Aterrizó justo frente al árbol en el que se encontraba el pájaro amarillo y le dirigió una lánguida mirada.
—Si te vas a transformar, al menos asegúrate de que las plumas de tu cabeza no tengan la forma de tu pelo, Daruu-kun —le espetó. Y es que las plumas del lado derecho de su cabeza se erizaban de manera natural, tal y como lo hacía el pelo del genin—. Y tú, Reiji-kun, al menos podrías haber escogido un animal nativo de la aldea. Habría sido tan fácil como transformarte en una ardil...
Un gemido ahogado brotó de sus labios cuando sintió un dolor punzante en la espalda, y con un simple sello de su mano derecha, su cuerpo se desvaneció repentinamente en una brisa gélida.
Era la oportunidad que había estado esperando.
Sabía que era un escondite demasiado obvio para ella, que si su hermano lo deseaba la buscaría en primer lugar allí. Pero confiaba en su habilidad. Mezclada y camuflada entre las aguas del lago, Kōri no sabría dónde encontrarla con exactitud. Para él sería como buscar una aguja en un pajar; y así, sólo tenía que esperar el momento adecuado...
El momento en el que su hermano saldría de su escondite.
Le estaba dando la espalda a las aguas del lago, ocupado como estaba hablando con alguien; pero, para su desgracia, estaba demasiado lejos como para poder alcanzarle con una de sus técnicas. Por ese motivo, se limitó a sacar sólo la cabeza y medio cuerpo del agua y de manera discreta, lanzó desde su mano cuatro senbon de metal que rasgaron el aire buscando la espalda de Kōri.
—¡Sí! —exclamó para sí, cuando observó con gozo cómo sus armas habían dado en el blanco. Sin embargo, no estaba preparada para lo que vendría a continuación.
La silueta de su hermano se disolvió con una brisa que revolvió el follaje; y, antes de que pudiera volver a esconderse, sintió que el aire, gélido, se agitaba a su alrededor. Una férrea mano la empujó fuera del agua. La muchacha cayó sobre la orilla con un aullido de dolor cuando un penetrante frío congeló su brazo, retorcido tras la espalda, petrificándolo bajo una gruesa capa de escarcha.
—No parece que os estéis tomando muy en serio esto. Os lo diré claramente: tomáoslo como una misión, no como un examen. Y ahora, Reiji-kun, Daruu-kun, si sois tan amables, dadme los dos cascabeles que poseéis.
Off: No me habéis especificado algunas cosas, por lo que he tenido que improvisar. En primer lugar, Daruu no tiene el Henge no Jutsu. Lo he dejado pasar por las risas, pero he añadido ese "defecto" de transformación, como si no fuera perfecta. Reiji, no has especificado si estabas cerca de la posición de Daruu, lejos, o en qué lugar, así que he tomado como que seguías a la vista de Kōri mientras este nos estaba estudiando a todos.
El clon era su medio para estudiar a sus alumnos, y también su manera de hacerles saber que él tenía el tercer cascabel que necesitaban para aprobar los tres.
Y desde luego no le decepcionaron. Cada uno de ellos logró sorprenderle a su manera.
Ayame se había lanzado a las aguas del lago en un acto de lo más previsible para alguien como ella. No debía de haberlo pensado con detenimiento, porque de lo contrario se habría dado cuenta de que, siendo él su hermano, el primer lugar donde se le habría ocurrido buscarla era precisamente ese. Daruu se había acercado a su posición, pero Kōri no se dejó ver en ningún momento. Tras dejar la bolsa con el bollito que había sobrado en el suelo, el genin se había transformado en un pájaro amarillo que ahora piaba lastimero desde lo alto de una rama. Reiji fue el que más tardó en realizar su estratagema: gastó varios valiosos minutos en marcar unos cuantos árboles con una flecha para después subirse a una rama y transformarse en un extraño animal de largas zarpas y cara chata que reposaba sobre otra rama.
Podría haber actuado en cualquier momento. Podría haber hecho añicos sus ideas. Pero había preferido seguir observándolos hasta que Reiji terminó con su plan.
Sólo entonces salió de su escondite. Aterrizó justo frente al árbol en el que se encontraba el pájaro amarillo y le dirigió una lánguida mirada.
—Si te vas a transformar, al menos asegúrate de que las plumas de tu cabeza no tengan la forma de tu pelo, Daruu-kun —le espetó. Y es que las plumas del lado derecho de su cabeza se erizaban de manera natural, tal y como lo hacía el pelo del genin—. Y tú, Reiji-kun, al menos podrías haber escogido un animal nativo de la aldea. Habría sido tan fácil como transformarte en una ardil...
Un gemido ahogado brotó de sus labios cuando sintió un dolor punzante en la espalda, y con un simple sello de su mano derecha, su cuerpo se desvaneció repentinamente en una brisa gélida.
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Era la oportunidad que había estado esperando.
Sabía que era un escondite demasiado obvio para ella, que si su hermano lo deseaba la buscaría en primer lugar allí. Pero confiaba en su habilidad. Mezclada y camuflada entre las aguas del lago, Kōri no sabría dónde encontrarla con exactitud. Para él sería como buscar una aguja en un pajar; y así, sólo tenía que esperar el momento adecuado...
El momento en el que su hermano saldría de su escondite.
Le estaba dando la espalda a las aguas del lago, ocupado como estaba hablando con alguien; pero, para su desgracia, estaba demasiado lejos como para poder alcanzarle con una de sus técnicas. Por ese motivo, se limitó a sacar sólo la cabeza y medio cuerpo del agua y de manera discreta, lanzó desde su mano cuatro senbon de metal que rasgaron el aire buscando la espalda de Kōri.
—¡Sí! —exclamó para sí, cuando observó con gozo cómo sus armas habían dado en el blanco. Sin embargo, no estaba preparada para lo que vendría a continuación.
La silueta de su hermano se disolvió con una brisa que revolvió el follaje; y, antes de que pudiera volver a esconderse, sintió que el aire, gélido, se agitaba a su alrededor. Una férrea mano la empujó fuera del agua. La muchacha cayó sobre la orilla con un aullido de dolor cuando un penetrante frío congeló su brazo, retorcido tras la espalda, petrificándolo bajo una gruesa capa de escarcha.
—No parece que os estéis tomando muy en serio esto. Os lo diré claramente: tomáoslo como una misión, no como un examen. Y ahora, Reiji-kun, Daruu-kun, si sois tan amables, dadme los dos cascabeles que poseéis.
Off: No me habéis especificado algunas cosas, por lo que he tenido que improvisar. En primer lugar, Daruu no tiene el Henge no Jutsu. Lo he dejado pasar por las risas, pero he añadido ese "defecto" de transformación, como si no fuera perfecta. Reiji, no has especificado si estabas cerca de la posición de Daruu, lejos, o en qué lugar, así que he tomado como que seguías a la vista de Kōri mientras este nos estaba estudiando a todos.