29/04/2017, 09:58
Es una causa noble, sí, lo era, ella misma lo pensaba, pero para sus adentros todavía sentía que no podría cumplirlo, demasiado débil ahora mismo para ello. Con suerte fue el turno de Akame para hablar. Era bastante agradable escuchar lo que los otros querían contarte, más cuando era alguien al que conocías poco y siempre te picaba la curiosidad detrás de la oreja por oír más de él.
— Es una buena razón. — Respondió al cabo de unos segundos. — Así podrás vivir tus propias historias.
Bebió su último trago de agua aunque dejó la jarra grande con un poco, pero la verdad, sintiéndose tan llena como se sentía dudaba que ese líquido pudiese pasar hacia su estómago. Akame, por su parte, se terminó el té y decidió que ya era hora de irse a dormir.
— Esto... Sí, claro, vamos a buscar las llaves... — Aun temerosa por Pangoro, la joven se levantó y tomó su mochila con lentitud, esperando a que Akame se fuese el primero hacia el mostrador, lo que no se esperaba, sin embargo; era que sacase el dinero suficiente para pagar tanto su estofado como el de ella, eso hizo que entornase los ojos hacia los billetes.
— No hacia falta... — Contestó ante el gesto del moreno. — Pero gracias.
La joven sonrió, lo peor de todo era si se ponían a discutir por algo tan trivial como eso —y dudaba que Akame discutiese—, así que ambos se dirigieron al mostrador para pedir las llaves de sus respectivas habitaciones.
— Es una buena razón. — Respondió al cabo de unos segundos. — Así podrás vivir tus propias historias.
Bebió su último trago de agua aunque dejó la jarra grande con un poco, pero la verdad, sintiéndose tan llena como se sentía dudaba que ese líquido pudiese pasar hacia su estómago. Akame, por su parte, se terminó el té y decidió que ya era hora de irse a dormir.
— Esto... Sí, claro, vamos a buscar las llaves... — Aun temerosa por Pangoro, la joven se levantó y tomó su mochila con lentitud, esperando a que Akame se fuese el primero hacia el mostrador, lo que no se esperaba, sin embargo; era que sacase el dinero suficiente para pagar tanto su estofado como el de ella, eso hizo que entornase los ojos hacia los billetes.
— No hacia falta... — Contestó ante el gesto del moreno. — Pero gracias.
La joven sonrió, lo peor de todo era si se ponían a discutir por algo tan trivial como eso —y dudaba que Akame discutiese—, así que ambos se dirigieron al mostrador para pedir las llaves de sus respectivas habitaciones.