30/04/2017, 17:32
La chica, pese a haber preguntado, no sentía interés alguno por el lugar de procedencia del resto de la gente. Quizás solo le pareció curioso que la chica no llevase la banda, ese objeto tan preciado y valioso para los recién graduados genin, así como para cualquier shinobi. No era de extrañar, aunque en parte le alegraba que no inquiriese mas información sobre su condición. No era una exiliada, pero tampoco era una aferrada kunoichi que solo vivia por y para el shinobido.
Caminaron y caminaron, hasta que en no demasiado llegaron al local que había mencionado el chico del bar. Una vez allí, Aiko soltó la pregunta, a lo cual Ritsuko respondió con rapidez. Ésta no tuvo mas que decir, salvo encogerse de hombros. —Tienes toda la razón... jajaja.
Pero, en cierto momento, después de incluso abrirle la puerta de nuevo para que ésta pudiese pasar con las cervezas, Ritsuko llegó a contemplar un detalle que quizás antes le había pasado por alto. Lo preguntó sin recelo, extrañada, pues antes la otra pelirroja no había dicho nada acerca de las termas o que buscase alguna. Aiko volvió la mirada cuando terminó de atravesar el umbral de la puerta, habiendo dejado espacio para que la chica pasase también sin problemas.
—Al principio no buscaba unas aguas termales... pero, al mencionarlo tu, pensé que un baño relajante con unas cervezas sería aún mejor que simplemente beber a palo seco en una tasca como esa. Es la mejor opción, ¿no crees?
—Bienvenidas. —Inquirió la voz de una tercera mujer. —Bienvenidas al silo del descanso, donde encontrarán las mejores termas naturales, solo para chicas, de todo Onindo.
Su anuncio no pareció querer esperar siquiera a que las chicas terminasen de hablar. La mujer, una anciana de cabellera grisácea recogida en un moño, kimono blanco con numerosas florituras rojas, y un obi del mismo tono, se disponía tras un mostrador. La sala era totalmente blanca, con un mostrador al final, y una puerta justo al flanco derecho. No había nada mas, ni tan siquiera un misero paragüero.
—¿Se puede beber en la terma? —Preguntó sin preámbulos la mayor.
—Por supuesto, aunque eso tiene un recargo especial, y una multa en caso de que deje caer la bebida o el envase en la terma.
La pelirroja volvió la vista hacia la de igual condición, e hizo una mueca alzando ambas cejas.
—¿Ves? Perfecto. —Bromeó, volviendo su mueca a broma al sacar la lengua tímidamente.
Caminaron y caminaron, hasta que en no demasiado llegaron al local que había mencionado el chico del bar. Una vez allí, Aiko soltó la pregunta, a lo cual Ritsuko respondió con rapidez. Ésta no tuvo mas que decir, salvo encogerse de hombros. —Tienes toda la razón... jajaja.
Pero, en cierto momento, después de incluso abrirle la puerta de nuevo para que ésta pudiese pasar con las cervezas, Ritsuko llegó a contemplar un detalle que quizás antes le había pasado por alto. Lo preguntó sin recelo, extrañada, pues antes la otra pelirroja no había dicho nada acerca de las termas o que buscase alguna. Aiko volvió la mirada cuando terminó de atravesar el umbral de la puerta, habiendo dejado espacio para que la chica pasase también sin problemas.
—Al principio no buscaba unas aguas termales... pero, al mencionarlo tu, pensé que un baño relajante con unas cervezas sería aún mejor que simplemente beber a palo seco en una tasca como esa. Es la mejor opción, ¿no crees?
—Bienvenidas. —Inquirió la voz de una tercera mujer. —Bienvenidas al silo del descanso, donde encontrarán las mejores termas naturales, solo para chicas, de todo Onindo.
Su anuncio no pareció querer esperar siquiera a que las chicas terminasen de hablar. La mujer, una anciana de cabellera grisácea recogida en un moño, kimono blanco con numerosas florituras rojas, y un obi del mismo tono, se disponía tras un mostrador. La sala era totalmente blanca, con un mostrador al final, y una puerta justo al flanco derecho. No había nada mas, ni tan siquiera un misero paragüero.
—¿Se puede beber en la terma? —Preguntó sin preámbulos la mayor.
—Por supuesto, aunque eso tiene un recargo especial, y una multa en caso de que deje caer la bebida o el envase en la terma.
La pelirroja volvió la vista hacia la de igual condición, e hizo una mueca alzando ambas cejas.
—¿Ves? Perfecto. —Bromeó, volviendo su mueca a broma al sacar la lengua tímidamente.