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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#1
Después de algún que otro trabajo, y un gran chasco con su flechazo —Kori— que no resultó ser mas que un pijo llamativo y audaz que se escudaba chivando, la situación se había vuelto de lo mas liviana y monótona. De nuevo, vivía sin futuro, sin expectativas de qué hacer mas allá de pasear y meramente existir. Por absurdo e ilógico que pareciese, ya casi se podría decir que se había aburrido de vivir...

¿Acaso no estaba planteando bien sus cartas en éste juego?

Sin duda alguna, la mejor respuesta no caería del cielo. Al menos eso pensaba la pelirroja. Sin prisa pero sin pausa, se decidió por dejar de lado absolutamente todo, y dedicarle un buen rato a la tranquilidad y la meditación. Obviamente, en Amegakure eso iba a ser imposible, así pues buscó de los mejores sitios para pasar unas pequeñas vacaciones improvisadas. No tuvo que buscar mucho, al parecer en el país del rayo había una villa que resaltaba por sus aguas termales. Sin pensarlo dos veces, puso rumbo a Yugakure.

El trayecto fue de lo mas tranquilo, nada que destacar, quizás que había sido uno de los viajes mas longevos que había realizado. A parte de eso, no mucho mas.

Consigo la pelirroja llevaba poco mas que sus habituales atuendos, no llevaba la bandana, pero si que llevaba visible el símbolo de Amegakure en su hombrera. Su portaobjetos tampoco pasaba desapercibido, aunque tampoco es que quisiese ocultar su estatus militante. Al llegar a la ciudadela, paró un momento en la puerta, observando con curiosidad que ésta aldea ciertamente tenía un característico parecido a Ame; las fachadas de los edificios estaban repletas de tuberías también.

«Curioso...»

Ni corta ni perezosa, la pelirroja siguió caminando, adentrándose por las calles de esa urbe. Entre tanto extranjero, la chica tampoco es que resaltase demasiado, aunque si que alguna mirada que otra se quedaba fijada en ella. En la misma calle principal, la chica avistó una posada bastante bien decorada por fuera, con una puerta verde bien grande y llamativa. Sin pensarlo dos veces, tomó rumbo hacia ésta.

Ésto puede servir... —Se dijo a sí misma.

Pero antes de entrar, si que se paró por un instante en la puerta, sin llegar siquiera a tocar el pomo.

«¿Estás segura...?

Por un momento, titubeó. Quizás su mente se adelantaba a sus movimientos, intentando prevenirla de una posible mala acción. ¿Remordimientos? Puede... aunque aún no había hecho nada.
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#2
Un día sí, otro también, y otro también, la vida de Ritsuko era sencilla y monótona, no dedicaba demasiado tiempo a entrenamientos ni estudios, mucho menos a trabajar, hacía uno que otro trabajo aleatorio con tal de ganarse el pan y nada más, siquiera le molestaba vivir en una casa a punto de derrumbarse en la que se podía apreciar perfectamente las zonas que ella más circulaba, después de todo había una gruesa capa de tierra en todos los demás lugares a excepción de un sendero marcado en el piso que llevaba a la habitación y al baño. ¿Algo más? No hacía falta.

Pero a nadie le importa eso, lo que interesa al mundo es que la chica había decidido salir en uno de sus tan habituales viajesitos sin rumbo determinado en los que usualmente termina perdiéndose por un mal giro. Le pasó mil veces y es sabido que seguirá pasándole, al menos hasta que aprenda a orientarse o mínimo a hacer caso a las indicaciones en el camino.

Y así fue como la kunoichi de Kusa emprendió un nuevo viaje luciendo sus habituales ropajes aunque la gabardina la llevaba bajo el brazo ya que hacía demasiado calor como para estarse paseando abrigada, pero claro que si iba a estar un tiempo lejos de casa lo mejor era llevar algo por si las moscas, ¿no?

Así al menos lo razonaba la chica que ya había pasado unos cuantos días viajando entre diversas localidades hasta que finalmente llegó una ciudad que a juzgar por el mapa, debía de encontrarse en el país del rayo, todo un logro para una genin que no se había fijado siquiera en los letreros dispersos entre senderos.

—Se supone que hay aguas termales aquí, ¿no? —Preguntó algo animada a la nada misma.

La cuestión probablemente sería encontrar alguno de esos locales, aunque considerando el nombre de la villa tendrían que haber unos cuantos y con un poco de suerte atinaba a alguno que no fuese mixto, lo último que la de Kusa quería era verse obligada a bañarse junto a otros hombres. ~Para colmo el último hombre que me encontré me pidió matrimonio. »Pensaba recordando al azulado de Amegakure que se había encontrado en unas playas tormentosas, pero del nombre ni hablemos, ya lo había olvidado.

De cualquier manera, encontró un local de puerta verde que le pareció bastante llamativo y que probablemente sería lo que buscaba así que se acercó al mismo pero otra chica —bastante atractiva— le ganó de mano aunque se detuvo justo delante estorbando.

—Disculpa pero… ¿Vas a entrar? — Preguntó tratando de sonar cortés y ubicándose a uno de los laterales de aquella pelirroja.
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#3
Quizás fueron mas de unos segundos los que la mente de la pelirroja trataron de prevenirla, sus acciones seguramente tendrían repercusión, y lo sabía. No era tan tonta como se creía, o simplemente razonaba mejor de lo esperado. Fuese como fuese, la decisión ya casi estaba tomada, la tenía a centímetros, al menos eso pensó de primeras. ¿Acaso era momento de recular? Ni hablar. Tragó saliva, se decidió al fin, y justo cuando iba a optar por tomar el pomo y abrir la puerta, una segunda persona llamó su atención.

Disculpa, pero... ¿vas a entrar?

La pelirroja miró hacia su flanco, donde una chica de pintas un tanto singulares solicitaba paso, o simplemente curioseaba. La de Amegakure volvió de nuevo la vista hacia la puerta, y la retornó por segunda vez a la pelirroja de su vera. —S-si... lo siento, me distraje un poco. No sé si habrá algo de cerveza, pero no se averigua sin preguntar... jajaja.

La placa que llevaba a modo de cinturón delataba su procedencia, pero la de Amegakure no tenía problema alguno con ello. ¿Qué mas daba de donde fuese? Cuando mueren, todos quedan calvos y de un mismo tono... ¿De qué sirve discriminar una misma naturaleza única e inquebrantable para la mayoría? Siempre podían haber excepciones, como ella misma lo era, pero por propia experiencia sabía que muchos no podían siquiera soñar con su maldición. Mas que una bendición, su don podía llegar a considerarse justo lo contrario cuando todos a los que alguna vez amaste desaparecen poco a poco. Un dolor tan intenso que ni el tiempo cura.

Sin mas, abrió la puerta y dejó a la chica pasar antes que ella. Evidentemente no tenía prisas, quizás la joven sí.

El salón frente a ellas se presentaba bastante despejado, apenas 8 personas en él. Cuatro mesas redondas al lado derecho, donde en ellas habían un par de parejas sentadas, la tercera estaba ocupada por un grupo de 3 chicos jóvenes, y una cuarta vacía por el momento. A la izquierda había unas puertas, que seguramente terminarían en servicios debidamente separados; frente a todo ésto una barra abarcaba la mayoría, con numerosos asientos taburete, y tras ésta un señor de mediana edad que seguramente era dueño, o trabajador. El hombre tenía el cabello corto y oscuro, un buen porte, y vestía un traje bastante formal, pareciendo que arriesgaba a mancharlo.

Tras la chica, Aiko atravesaría también el umbral de la puerta, cerrando tras de sí.
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#4
—¿Cerveza? —Repitió incrédula la de kusa al escuchar aquella afirmación.

Tal parecía, Ritsuko había fallado en cuanto a la selección de locales y había terminado en un bar o similar, después de todo, no le parecía muy lógico que se vendieran bebidas alcohólicas en un local de baños termales.

Pero de todas maneras, la menor ingresó al local y sin avanzar demasiado dedicó una rápida mirada al interior. ~Sí, fallé muy feo. ~Pensó antes de suspirar pesadamente y rascarse la nuca. Acto seguido, se volteó y allí estaba una vez más la chica de cabellos cortos que había estado parada delante de la puerta.

—Por cierto, ¿tienes alguna idea de dónde pueda encontrar algún baño termal? —Preguntó sin más, tratando no sonar borde ni nada.

Lo que menos le interesaba a la de kusa era molestar a una desconocida que a saber, tal vez y se trataba de alguna kunoichi de otro país aunque no podía vislumbrarse ninguna bandana y que tenga el símbolo de una aldea shinobi en la ropa no le significaba nada a la Kazama.

A la chica no le interesaba nada más que darse un buen baño relajante, con un poco de suerte encontraba en algún momento algún baño que no fuese mixto y con más suerte aun, tal vez hasta se aparecía en un horario donde no hubiese nadie que pudiera llegar a mirarla con desagrado o haciendo preguntas molestas acerca de las válvulas. Pero de algo se acordó y era que no se había presentado.

—Me llamo Ritsuko, por cierto. —Y sin esperar respuestas extendió una mano hacia la contraria esperando a que esta la estrechase.



Te pido mil disculpas por la tardanza, trataré que no vuelva a ocurrir y en caso que se repita tienes todo el derecho de mandarme lejos con rol y todo Amor roto
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#5

No pasa nada, es comprensible por las vacaciones y tal de la semana donde el menda ese se colgó en una cruz y se le antojó resucitar by the face...


La chica que ansiaba pasar sobre todas las cosas en éste mundo, repitió con recelo o duda la solicitada bebida que Aiko buscaba. Parecía extrañada ante las palabras escupidas de la otra pelirroja, y de hecho se paró al poco de entrar, como si lo que acababa de ver no fuese lo que buscaba. Pospuso las manos a su nuca, y dejó caer un pesado e intenso suspiro. Claramente no estaba contenta con lo que había allí. Sin embargo, eso no mermó las intenciones de Aiko, que entró también poco después de ella.

De pronto, su caminar hacia la barra en busca de preguntar si había cerveza se vio interrumpida. La chica del extraño mechón donde colgaba un cascabel llamó su atención, y preguntó si sabía donde podía encontrar un baño terminal. Curioso, le preguntaba como si ella fuese originaria de esa urbe. Aunque por otro lado, el mayor carisma se lo llevaba la pregunta, pues ciertamente lo dificil era no topar con uno de esos establecimientos. ¿Cuantos había dejado de paso la chica? ¿diez? ¿veinte? ¿cincuenta? Era difícil dar un número fiel, pero aún mas difícil era no haberse topado con uno...

La verdad, no soy de aquí. He visto varios baños termales de camino, pero no sabría decirte si hay alguno que sea bueno y tal... Si quieres, puedo preguntar al tabernero si él tiene alguna recomendación.

Antes siquiera de que pudiese darse la vuelta para buscar respuestas, la chica se presentó como Ritsuko. La verdad, no era un nombre del todo común, al igual que esos agujeros que tenía a los laterales de los ojos... ¿Qué diablos eran esa especie de piercings tan raros? Aiko estaba hecha un pergamino humano con tanto tatuaje, pero tampoco era una cosa tan rara como esos agujeros.

Y-yo me llamo Aiko, encantada. —Contestó al reparar en el detalle ese.

Por otro lado, la pelirroja comenzó a barajar la posibilidad de tomar cerveza en un baño termal. Eso, ESO, si que debía ser un placer inconmensurable.
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#6
Poco después de que la otra pelirroja ingresase esta avanzó directo hacia la barra aunque tuvo la delicadeza de frenarse a responder las preguntas de Ritsuko, no podía tomárselo como una ofensa ni nada similar ya que había sido demasiado espontánea a la hora de preguntar. Pero agradeció en el fondo de su ser que respondiese de buena forma.

—Te agradecería, Aiko. —Respondió con una tímida sonrisa en el rostro.

Por algún motivo la de Kusa pudo sentir alguna especie de incomodidad o algo proveniente de la de cabello corto, después de todo casi pareció que dudaba de dar su nombre pero al final lo hizo. ~Mejor no preguntar supongo. ~Se planteó en la cabeza.

—Estoy segura que me he salteado unos cuantos en el camino, pero en los que pregunté eran todos baños mixtos. —Comentó en un intento por ser algo más agradable con aquella otra chica.

Aunque todavía le restaba averiguar si aquella chica era realmente una kunoichi o en realidad solo era una civil que venía de Amegakure, en cualquier caso, esperaba que esta chica fuese distinta de todos los del sexo masculino que había encontrado durante sus viajes, después de todo, la gran mayoría de los shinobis de Ame le habían caído fatal y esperaba que Aiko fuese la primera en romper tal regla.
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#7
La mas joven de las pelirrojas confirmó que sería totalmente agradecida si su antagonista realizaba la pregunta al tendero, no tardó en afirmar que por el camino había visto varios baños termales, pero que en todos y cada uno de los que había preguntado, resultó que eran baños mixtos. Quizás la chica se avergonzaba un poco de lo que pudiese suceder, pero hasta en esos baños mixtos era mas que frecuente un biombo para separar los sexos. ¿Quizás la chica pensaba que esos en esas balsas termales entraban chicos y chicas sin filtro?

Fuese como fuese, tampoco había mal en buscar un baño en que solo se permitiese un único sexo, casi que daba mas comodidad. La solución era fácil, esa respuesta sin duda alguna se la podría facilitar alguien residente de la aldea, alguien que llevase allí unos cuantos años al menos, alguien como el hombre que estaba tras la barra sirviendo.

No hay problema, preguntaré entonces. —Respondió Aiko.

Con las mismas, se dio la media vuelta y se dirigió sin vacilar hacia la barra. Alzó la mano, buscando llamar la atención del hombre que estaba tras la barra, y cuando éste se dio cuenta, se acercó hacia la chica. Llevaba una jarra entre manos, que estaba terminando de secar con un paño, pero ese detalle quizás no es realmente importante como para destacarlo.

¿Quería algo, señorita?

La chica cruzó los brazos, y dejó apoyado su peso sobre éstos en la barra. —Pues verás, tenía dos preguntas realmente importantes. La primera es... ¿Tienen una buena cerveza? y la segunda, y no por ello menos importante... ¿Sabes de unos buenos baños termales que no sean mixtos?

Pues tengo que avisarte que nuestra cerveza destilada artesanalmente es de lo mejorcito de la aldea, pero su porcentaje de alcohol es bastante alto... si la bebes, te aviso que debes tener cuidado. Con respecto a los baños termales, hay uno que está situado una calles atrás de aquí, y recto hacia la derecha. Es un local verde, bastante grande, situado a la falda de la montaña casi, donde dicen las mujeres de la aldea que está el mejor baño de Onindo. No sé porque lo dirán, pero tampoco creo que pueda descubrirlo, pues es solo para chicas. —Contesto raudo y veloz el hombre.

»Espero haberte sido de ayuda, guapa. Si puedo ayudarte en algo mas, tan solo dilo, soy todo oídos.

La chica sonrió al hombre ante tan buena e importante cordialidad, era todo un placer poder hablar con alguien con tan buena actitud. —Pues quisiera un par de botellas de esa cerveza tan curiosa que me has dicho, y si puede ser, también un par de vasos. Por cierto, ¿cuanto es?

Ni lento ni perezoso, el hombre bajó la vista y flexionó levemente las rodillas para alcanzar las botellas, las cuales guardaba bajo la barra. Tan pronto como las tomó, las sacó y las puso frente a la pelirroja. Las botellas eran blancas y opacas, que impedían ver el contenido, no tenían ningún tipo de identificación, de un litro aproximadamente cada una, y que únicamente estaban protegidas al derrame por un improvisado corcho.

Pues aquí tienes, guapa, aunque lo siento mucho... no puedo ofrecerte vasos, es una norma del establecimiento. —Respondió el camarero. —Serán 50 ryos por el par de botellas.

La pelirroja sacó su monedero con forma de cara de zorro chibi, y tomó los 50 ryos. Los dejó en la barra, acercandolos al hombre, y sonrió de nuevo. —No importa, muchas gracias de todos modos.

Agarró el par de botellas, una en cada mano, y comenzó a andar hacia la otra pelirroja.

Me dijo que hay un baño termal muy bueno y exclusivo para chicas, vente que te acompaño, mas o menos se donde cae.

Tras ello, pondría marcha hacia el baño termal si es que la chica aceptaba su compañía, total, tampoco había hecho nada raro como para caerle mal. Sin prisa pero sin pausa, seguiría el itinerario que el tendero le había facilitado.
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#8
Ante la afirmativa de aquella pelirroja, Ritsuko dedicó una ligera reverencia acompañada por una media sonrisa y se dedicó a seguirla a unos pasos de distancia, principalmente para respetar su espacio, además de que si aquella joven decidía quedarse allí, la de Kusa volvería a su búsqueda por unos baños termales.

Al final, el empleado y la de cabellos cortos entablaron una conversación, no muy larga pero la menor pudo escuchar perfectamente las indicaciones y demás, inclusive los piropos que el hombre soltaba a Aiko. ~¿Será así con todos? ~Se preguntó a sí misma la de las válvulas, pero no pronunció palabra, esperaba pacientemente con brazos cruzados frente a su cuerpo.

Finalizada la charla y obtenida la bebida que había estado buscando, la de Ame se acercó una vez más a la ‘loca’ y le pasó el mismo mensaje que había escuchado del empleado del local, incluyendo también una oferta que no podía despreciar.

—Gracias, soy capaz de pasar de largo el local. —Respondió acompañando a sus palabras con una ligera risa nerviosa.

Incluso es muy factible que ya lo hubiese hecho, es decir, por algún muy buen motivo aquel pueblo es conocido como la “Villa de las aguas termales”, así que no encontrar absolutamente ninguno era una tarea bastante complicada. Y ella se las había arreglado para hacerlo posible.

Si nada se interponía en su camino, Ritsuko comenzaría a marchar hacia la puerta, dejándola abierta para que su compañera pasara primero ya que la veía cargada con dos botellas.

—¿Eres de Amegakure? ¿O solo tienes el símbolo de adorno? —Preguntó la menor con un tono algo ahogado porque justo después se vio obligada a cubrirse la boca con la mano para toser un poco. —Disculpa.
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#9
La otra pelirroja aguardó con paciencia el regreso de Aiko, que lamentablemente quizás se había demorado mas de lo debido a causa de la cerveza y los halagos del tendero. Fuera de ello, la chica tampoco lo había hecho a propósito, tenía en mente esa demora cervecil desde hacía ya demasiados días. Fuese como fuese, inquirió a la chica que la acompañaría, pues podía mas o menos guiarla, además de que si dentro dejaban beber... pues como que sería el mejor baño termal del maldito mundo.

Ritsuko agradeció el hecho, y confesó que de no hacerlo seguramente hasta se lo pasaba de largo. Ésto era algo curioso, mas que nada porque tras unas indicaciones en una aldea no era del todo fácil perderse, pero bueno, quizás no era demasiado atenta para seguir indicaciones.

Mientras comenzaban a salir del local, la menor, que parecía haberse fijado en el símbolo del hombro de Aiko, preguntó sin tapujos si ésta era de Amegakure o bien tenía el símbolo como decoración. Aiko realmente no tenía problemas para reconocer qué era —kunoichi de Amegakure.— pero sí que antes debía hacer algo.

Gracias. —Pronunció sin demasiada demora al haber pasado por el umbral de la puerta, la cual sostenía Ritsuko. —Si, soy genin de Amegakure.

»Pero que eso no te preocupe, como ves, en lo que menos ando pensando ahora mismo es en trabajo. Además de kunoichi, una es persona... Si no diferenciamos entre tiempo libre, y trabajo, acabaríamos como una cabra... ¿no crees?

Entre tanto, comenzaron a andar por las calles de la aldea. Siguiendo las instrucciones del tendero, no tardarían en dar con el local. Giraron a la izquierda, de nuevo a la izquierda, y comenzaron a avanzar hasta pasar un par de calles de donde había comprado el alcohol. Tras ello, giraron a la derecha, y avanzaron no mas de 50 metros hasta que al flanco derecho conseguirían ver un gran cartel que daba la bienvenida al "silo del descanso". Las paredes del edificio eran color verde, por lo tanto quizás ese era el lugar mencionado. Aiko echó un vistazo alrededor, y no consiguió ver otro de características similares.

Creo que es aquí, Ritsuko. —Comentó a la chica. —Por aquí cerca no hay mas edificaciones de color verde. Quizás habría sido buena idea preguntar el nombre del local al chico ese... en fin. Entramos y vemos si es aquí, ¿no?
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#10
Ambas pelirrojas pronto se pusieron en marcha hacia el local donde deberían de poder bañarse sin la presencia de seres del sexo masculino que pudieran llegar a molestarlas y con un poco de suerte nadie hacía preguntas sobre la infinidad de válvulas presentes en el cuerpo de la más joven. Aunque claro, ella no sufría de acoso ni nada similar en situaciones normales, pero en baños públicos nunca faltaba aquel que buscaba conseguir algo sea con quien sea, para colmo si se mantenía cerca de la de Ame seguramente sería catalogada como ‘la amiga fea de…’.

De cualquier manera, no podía reclamar por absolutamente nada, menos considerando que la contraria le estaba haciendo el favor de acompañarla al teórico lugar que habían mencionado y en el mejor de los casos llegarían.

—No te preocupes, pregunté por mera curiosidad, no es que me importe demasiado el lugar de procedencia de la gente. —Contestó con tono neutro en un intento por dejar en claro que no cambiaría su forma de tratarla solo por ser una kunoichi de otra villa.

Aunque claro, todavía recordaba a los de Ame con los que se había relacionado y hasta el momento no se había llevado muy buena impresión de aquellos. Especialmente porque en ambos casos hasta cierto punto le habían terminado coqueteando, en el peor hasta matrimonio le pidieron.

—Ya estamos aquí, no tiene sentido volver. —Respondió la de Kusa acercándose a la puerta.

Se adelantó justamente para abrir la puerta a la de cabellos cortos, después de todo llevaba dos botellas así que podrían ocurrir algunos accidentes si no se tenía el cuidado necesario y nadie querría desperdiciar una buena cerveza.

Pero justo al momento de abrir la puerta y sostenerla, recordó un pequeño detalle que le llamó bastante la atención por lo que no dudó en preguntarle a Aiko.

—Momento, ¿también buscabas unas termas?
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#11
La chica, pese a haber preguntado, no sentía interés alguno por el lugar de procedencia del resto de la gente. Quizás solo le pareció curioso que la chica no llevase la banda, ese objeto tan preciado y valioso para los recién graduados genin, así como para cualquier shinobi. No era de extrañar, aunque en parte le alegraba que no inquiriese mas información sobre su condición. No era una exiliada, pero tampoco era una aferrada kunoichi que solo vivia por y para el shinobido.

Caminaron y caminaron, hasta que en no demasiado llegaron al local que había mencionado el chico del bar. Una vez allí, Aiko soltó la pregunta, a lo cual Ritsuko respondió con rapidez. Ésta no tuvo mas que decir, salvo encogerse de hombros. —Tienes toda la razón... jajaja.

Pero, en cierto momento, después de incluso abrirle la puerta de nuevo para que ésta pudiese pasar con las cervezas, Ritsuko llegó a contemplar un detalle que quizás antes le había pasado por alto. Lo preguntó sin recelo, extrañada, pues antes la otra pelirroja no había dicho nada acerca de las termas o que buscase alguna. Aiko volvió la mirada cuando terminó de atravesar el umbral de la puerta, habiendo dejado espacio para que la chica pasase también sin problemas.

Al principio no buscaba unas aguas termales... pero, al mencionarlo tu, pensé que un baño relajante con unas cervezas sería aún mejor que simplemente beber a palo seco en una tasca como esa. Es la mejor opción, ¿no crees?

Bienvenidas. —Inquirió la voz de una tercera mujer. —Bienvenidas al silo del descanso, donde encontrarán las mejores termas naturales, solo para chicas, de todo Onindo.

Su anuncio no pareció querer esperar siquiera a que las chicas terminasen de hablar. La mujer, una anciana de cabellera grisácea recogida en un moño, kimono blanco con numerosas florituras rojas, y un obi del mismo tono, se disponía tras un mostrador. La sala era totalmente blanca, con un mostrador al final, y una puerta justo al flanco derecho. No había nada mas, ni tan siquiera un misero paragüero.

¿Se puede beber en la terma? —Preguntó sin preámbulos la mayor.

Por supuesto, aunque eso tiene un recargo especial, y una multa en caso de que deje caer la bebida o el envase en la terma.

La pelirroja volvió la vista hacia la de igual condición, e hizo una mueca alzando ambas cejas.

¿Ves? Perfecto. —Bromeó, volviendo su mueca a broma al sacar la lengua tímidamente.
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#12
—Ah… —Fue lo único que atinó a responder ante aquella explicación en relación a las termas.

Tampoco era que le molestase que la acompañaran a unas termas, más considerando que se trataba de otra mujer y tenía infinidad de dudas de que esta misma fuese lesbiana o similar así que no había problemas. ~¿O tal vez sí? Puede que la mayoría de mujeres lo sean en Amegakure y por eso el otro me vino a pedir matrimonio a mí… O estoy delirando. ~Pensaba Ritsuko esperando pacientemente para cerrar la puerta y cuando menos se lo esperó, una tercera voz se hizo presente logrando que la kunoichi diese un pequeño salto por el susto que se llevó y eso que no le habían gritado ni nada.

De cualquier manera, la de Amegakure se le estaba adelantando en absolutamente todo momento y ya tenían todas las benditas dudas resueltas, ya solo les quedaba pagar para meterse a las termas y pasar el rato allí adentro.

—Deja que yo pague. —Se apresuró a decir la de Kusa mientras se acercaba al mostrador.

Principalmente lo quiso hacer como un agradecimiento especial a la contraria que le había ayudado a encontrar unas termas unisex. Y pagar eso era lo mínimo que podía hacer por ella más allá de que la de cabello corto seguramente podría pagar ese monto sin problemas adicionales.

Con todo ya pagado, ya solo les restaba ir a los vestidores y de ahí al agua.

—Vamos Aiko. —Indicó la menor dirigiendo la marcha.
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#13
La chica se adelantó, pagando su cuota así como la de la mayor. Ciertamente, algo gratificante, pero... ¿acaso se había enamorado de ella o qué pasaba ahí? Estaba acostumbrada a ese gesto por parte de chicos, pero nunca antes por parte de una chica que acababa de conocer... ¿Sería un poco... lesbiana? La chica torció el gesto un par de veces, volviendo a la realidad, despejando esa absurda idea que le había invadido la cabeza segundos antes.

Oh, muchas gracias. —Alcanzó a decir.

Tras el previo pago, la mujer alcanzó la puerta y abrió paso a ambas chicas. Aiko, que iba en cabeza, fue la primera en entrar. Al traspasar el umbral, avistó que se encontraba en un enorme vestíbulo, de color blanco, y donde había al menos un par de decenas de taquillas a sendos laterales de la sala. En el centro, había una enorme alfombra verde que se extendía hasta topar con un mamparo al final de la sala, y acompañando ésta alfombra en cierta medida, unos cuantos banquillos de madera daban la posibilidad de sentarse mientras se cambiaban. Antes de llegar al extremo, había una puerta hacia la izquierda con un cartel de baños, y al lado contrario una puerta con el cartel de duchas. De las mencionadas taquillas, habían varias que claramente estaban ocupadas, puesto que las llaves que colgaban de la cerradura estaban ausentes, además de que éstas estaban cerradas.

La mayor se adelantó y dejó las cervezas en el banquillo, entrando a la derecha, y asomó a echarle un vistazo al interior de la taquilla. Sin demora, consiguió ver que dentro había una toalla blanca grande, una mediana, y una pequeña, así como pequeños tarros de geles y champú.

Parece que están en todo, tiene buena pinta... a ver qué tal es el onsen.

Dicho ésto, comenzó a desvestirse sin miedo alguno, para tras terminar rodear su cuerpo con la toalla de mayor tamaño. Tampoco iba a ir en pelotas hacia la terma... quién sabía lo que podía pasar entre tanto, ¿no? Eso si, no olvidaría tomar las cervezas, su bien mas preciado.
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#14
Pagar era lo mínimo que podía hacer, de no ser por su aparición seguramente la pelirroja habría estado todo el puto día deambulando sin rumbo en busca de aguas termales que se habría pasado infinidad de veces, como ahora, si no le hubiesen dicho que el local verde era un baño seguramente se lo habría pasado por alto, incluso el local de al lado se le hizo más provocativo para entrar y preguntar pero allí estaban, en el lugar deseado y con compañía, así al menos no tendría tanto problemas más que… Acomplejándose al ver el privilegiado físico de su compañera mientras ambas ya se desnudaban.

Y sí, por muy antisocial que pudiera mostrarse o desagradable al resto, Ritsuko seguía siendo humana y tenía muchas veces ciertos problemas a la hora de encontrarse con ciertas personas, usualmente era fácil que se acomplejase principalmente por la cantidad de válvulas que tenía implantadas pero que va, no tenía por qué decirle a nadie que sentía cierta envidia de las más agraciadas.

Independientemente de todo, la de Kusa prefirió dejar primero a Aiko y luego de asegurarse de que todas sus pertenencias estuviesen bien resguardadas fue a su encuentro también envuelta en la toalla más grande.

—Si te embriagas no te saco de aquí. —Le aclaró a modo de broma antes de dirigirse al onsen.
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#15
La menor en edad no parecía tener prisas por desvelar su cuerpo, cosa que claramente se vio cuando Aiko ya había terminado de taparse con la toalla y ésta primera aún empezaba a desvestirse apenas. Quizás era un poco vergonzosa, pero tampoco podía sentenciarla por eso. Indiferente, la de Ame terminó sus labores, tomó las llaves tras cerrar la taquilla, y acudió hacia la puerta corredera cerveza en mano. A camino de ésta, la otra chica bromeó con que no la sacaría del onsen si ésta se embriagaba. Aiko rió, ciertamente esa era una situación digna a tener en cuenta.

Jajajaja... Puedes estar tranquila, la cerveza no me afecta apenas, estoy acostumbrada a beberla. —Aclaró.

Al llegar a la puerta corredera, recolocó ambas botellas en el brazo derecho, y con la libre desplazó ésta un poco, lo suficiente como para pasar sin dejar a la vista a la otra chica demasiado. Sin embargo, ahí no había ningún onsen, tan solo un pasillo no demasiado largo que desembocaba en otra puerta de la misma índole. Por el mismo pasillo, la alfombra verde no cesaba, llegando hasta el extremo de nuevo.

«Lógico... así nadie ve el interior del cambiador...»

Cerró la puerta tras de sí, eso sí, antes se tomó la molestia de avisar a su compañera. —Te espero en la terma, no tardes.

Ante todo, quería respetar su decisión de desvestirse tan lento, total, tenía todo el tiempo del mundo ciertamente. Sin mas, continuó su trayecto hasta llegar a la segunda puerta corredera. El vapor de agua llegaba a pasar levemente por debajo de ésta, dando clara referencia a lo que esperaba tras de ella. Sin preámbulos, la pelirroja desplazó también ésta puerta, llegando consigo a las termas.

Frente a la genin, había un total de 3 caminos, que desembocaban en 3 termas distintas. Los caminos estaban recubiertos por la susodicha alfombra verde, y quedaban a 3 alturas diferentes. El paseo estaba cubierto en numerosas zonas por vegetación natural, así como una que no tan natural. El recinto estaba vallado con enormes rocas, imposibilitando la visión desde el exterior, y al fondo, tras el onsen mas alto, caía agua a modo de cascada desde la roca de mayor tamaño. El agua de los 3 onsens quedaba comunicada por un reguero conformado por un leve camino hecho a propósito, y estaban forjados por rocas de pequeño tamaño. Por la mayor parte del suelo había césped, que daba un tono verde y natural al sitio de lo mas confortable. En el mas alto habían varias señoras mayores, un total de cinco, que parecían disfrutar del baño. En el mas bajo un par de mujeres, que igualmente parecían disfrutar de la relajación, pero que mantenían una conversación, claramente era visible.

Ni corta ni perezosa, la pelirroja avanzó hacia el onsen de media altura, y siguiendo el camino no tardaría en ello. Al llegar, dejaría la toalla a un lado, y se deslizaría por el borde de la terma hasta topar con el fondo. Obviamente, después de posicionar estrategicamente cerca las botellas de cerveza.

Al ver a la otra pelirroja, alzaría la mano, en señal de donde se encontraba.
[Imagen: 2UsPzKd.gif]
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