1/05/2017, 21:27
Le importaban tres huevos cómo decir su nombre, lo que realmente quería saber era sobre aquella mujer. Y pronto el peliblanco admitió que, más que un familiar, la dama hacía de niñera-guardaespaldas, lo que le sacó una inmediata sonrisa al escualo, divertida y socarrona, al imaginarse pelear con aquella mujer. Pero en la cama.
Sin embargo, antes de que pudiera ahondar más en el asunto —estaba plenamente convencido de que, si iba a tener una esposa, ella podría ser la indicada— el uzureño cambió el rumbo de la conversación hacia mareas que probablemente le iban a ser difíciles de navegar. La sonrisa que una vez adornó el rostro de Kaido se esfumó en súbito, y éste le regaló una mirada disconforme.
—Oye, en serio. Tú y tu gente tienen que ser bien estúpidos todos para cometer siempre el mismo error. ¿Qué les hace pensar que preguntarme sobre mi color, así; de buenas a primeras, es una buena idea? —indagó, certero y filoso como navaja—. luego me acusan de ser agresivo e intolerante, manda cojones.
Continuó caminando por un par de segundos, negando con la cabeza, conteniéndose de no cometer una de sus asiduas locuras. Luego decidió cercenar el tema de la manera más sutil posible.
—Confórmate con saber que yo tampoco sé la respuesta, y con el hecho de que no te voy a patear el culo frente a tus amiguitos del remolino. Tienes suerte, me has pillado de buen humor.
Sin embargo, antes de que pudiera ahondar más en el asunto —estaba plenamente convencido de que, si iba a tener una esposa, ella podría ser la indicada— el uzureño cambió el rumbo de la conversación hacia mareas que probablemente le iban a ser difíciles de navegar. La sonrisa que una vez adornó el rostro de Kaido se esfumó en súbito, y éste le regaló una mirada disconforme.
—Oye, en serio. Tú y tu gente tienen que ser bien estúpidos todos para cometer siempre el mismo error. ¿Qué les hace pensar que preguntarme sobre mi color, así; de buenas a primeras, es una buena idea? —indagó, certero y filoso como navaja—. luego me acusan de ser agresivo e intolerante, manda cojones.
Continuó caminando por un par de segundos, negando con la cabeza, conteniéndose de no cometer una de sus asiduas locuras. Luego decidió cercenar el tema de la manera más sutil posible.
—Confórmate con saber que yo tampoco sé la respuesta, y con el hecho de que no te voy a patear el culo frente a tus amiguitos del remolino. Tienes suerte, me has pillado de buen humor.