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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#25
—Cuesta un poco más de esfuerzo por mi parte, pero lo he hecho otras veces —respondió Kunpo—. No os preocupéis, una vez llevé a tres chiquillos pequeños de tres años. Esos sí que dieron guerra. Claro que no fue por estos caminos.

Ayame se rio entre dientes al imaginar la escena. Si entre los tres ya estaban apretujados, no quería imaginar lo que debía ser tener que controlar a tres niños inquietos y revoltosos revoloteando por el carro.

Ayame sintió que Daruu echaba la cabeza levemente hacia atrás. Ella se estremeció cuando sintió una ráfaga de aire frío. Era extraño, pero le aliviaba sentir el cuerpo cálido de su compañero junto a ella, y la capa que había utilizado para cubrirlos a los dos como buenamente podía también ayudaba a resistir el frío que se cernía sobre ellos. No sabía qué habría hecho sin Daruu, a decir verdad. ¿Habría podido aguantar tanto tiempo a la intemperie? ¿Y si hubiese caído en una hipotermia?

Sacudió ligeramente la cabeza para apartar aquellos pensamientos. No valía la pena.

Y al cabo de un rato, la calidez acabó envolviéndola en un abrazo y el movimiento del carro la acunó con suavidad para sumergirla de nuevo en un confortable sueño. Con la cabeza apoyada en el hombro de su compañero.

...

—Chicos, chicos. ¡Hemos llegado!

La voz de Kunpo la sobresaltó. Daruu pegó un respingo junto a ella, se levantó de golpe, saltó del carro y Ayame se tambaleó en el sitio aún adormilada. Sólo unos segundos después interiorizó que al fin habían llegado a Yukio. Era de noche, pero la luz de las farolas y del interior de los hogares revelaba los pétalos de nieve cayendo a su alrededor. Por un momento se olvidó del frío. Jamás había visto la nieve de aquella manera. Nunca había visto con sus propios ojos un paisaje cubierto por aquel precioso manto blanco.

Bajó del carro, aún extasiada por el óleo que se dibujaba a su alrededor. No podría haber imaginado tal belleza ni siquiera en sus sueños. Y justo cuando se giraba para ver el que debía ser el almacén de Kunpo, su mirada se cruzó con la de Daruu. En sus prisas por salir del carro le había dejado a ella la capa, y ahora él tiritaba de frío.

—¡Muchas gracias por traernos, Kunpo-san! —dijo, y Ayame, con cierto sobresalto por haber olvidado sus modales correspondió al agradecimiento con varias reverencias—. Habría sido una odisea a pie.

—Ha sido un placer —contestó Kunpo, inclinando la espalda en una ligera reverencia. Bajó del carro y acarició a uno de los caballos—. ¡Buen chico! Os habéis portado divinamente, caballetes... Lo que me pregunto es... ¿Qué habrá sido de vuestro sensei?

—Pff, como no haya venido volando...

Ayame no pudo evitar reírse. Sin embargo, y haciendo un considerable esfuerzo para resistir la tentación de ir a acariciar a los caballos de Kunpo, se acercó a Daruu y se quitó la capa que la envolvía. Un estremecimiento la recorrió de los pies a la cabeza en cuanto sintió la mano gélida de la nieve sobre ella, pero se obligó a sonreír.

—Gracias por compartirla conmigo, Daruu-san —le dijo, entregándosela—. Kōri... -sensei no tardará en llegar«O eso espero»—. Así que no te preocupes por mí.

Dicho y hecho, una sombra blanca se acercaba a ellos por el puente. Perfectamente mimetizado con el ambiente como estaba, tan sólo el movimiento de su cuerpo y su bufanda ondeando tras su espalda delataban su presencia. Llegó hasta ellos y alzó la mano para saludar a Kunpo.

—Gracias por el favor, Kunpo-san. Espero que no haya habido ningún problema durante el camino.

«¿Pero cómo lo ha hecho? Si iba a pie, debería haber tardado mucho más que nosotros...» Se preguntaba una anonadada Ayame, que no terminaba de comprenderlo.

Su hermano, o mejor dicho su sensei, se llevó las manos a la cadera y miró a su alrededor, desangelado.

—Parece que hace una buena noche —comentó, como si nada. Como si se encontraran en mitad de una colina en un día primaveral en lugar de en una ventisca en plena noche.

Pero Ayame se acercó a él corriendo, tiritando y cambiando el peso de una pierna a otra.

—L... la... La capa...

Él clavó sus ojos en ella, y tras unos breves segundos le tendió la mochila. Ayame se puso a rebuscar a toda prisa. Sacó su preciada capa de viaje de un tirón, se envolvió en ella, se arrebujó todo lo que pudo y después soltó un bufido de alivio al sentir el calor envolverla de nuevo.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

No respondo dudas por MP.
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Mensajes en este tema
(D) El ingrediente secreto - por Aotsuki Ayame - 4/04/2017, 19:54
RE: (D) El ingrediente secreto - por Aotsuki Ayame - 4/05/2017, 23:44


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