5/05/2017, 10:21
Con la suerte alejándose de ellos, la lluvia comenzó a hacer acto de presencia, por lo que, además del cansancio que llevaban encima, ahora les llovía. «Qué bien...» pensó mientras intentaba en vano taparse de la lluvia con sus cortas manos.
El Uchiha exclamo algo que Eri no alcanzó a entender, pero le siguió de todas formas. Al parecer lo que Akame había divisado era una posada. La joven suspiró, inquieta, al menos tendrían un lugar donde cobijarse aquella noche.
El lugar parecía tranquilo y agradable a primera vista. Era sencillo, y eso a Eri le gustó. Tenía un poco de miedo al encontrarse de nuevo en una posada donde pudiese encontrar a alguien como Pangoro, pero rápidamente ahuyentó aquellos pensamientos al ver a la mujer de la barra saludarles con amabilidad.
Y pronto, las tripas de la de cabellos púrpura comenzaron a rugir.
—Ah, al fin un poco de comida caliente.
Asintió con convicción y volvió a seguir a su compañero hacia una de las mesas libres, junto a la chimenea. Dejó caer su mochila al lado y tomó el primer asiento que pudo, luego se pasó una mano por su frente, alejando los mechones húmedos que se habían instaurado allí sin su consentimiento.
Sacó su mapa con cautela para no mojarlo, lo desdobló con mimo y lo dejó sobre la mesa, observándolo tranquilamente.
— En breves llegaremos al País de la Lluvia... — Alegó, llevando el mapa hacia Akame. — Quizá mañana demos con él, ¡por fin! — Exclamó, alegre. — Pero antes... ¿Deberíamos pasar aquí la noche?
Su humor acababa de cambiar, verse tan cercana a llegar al lugar previsto solo hacía que su felicidad aumentase.
El Uchiha exclamo algo que Eri no alcanzó a entender, pero le siguió de todas formas. Al parecer lo que Akame había divisado era una posada. La joven suspiró, inquieta, al menos tendrían un lugar donde cobijarse aquella noche.
El lugar parecía tranquilo y agradable a primera vista. Era sencillo, y eso a Eri le gustó. Tenía un poco de miedo al encontrarse de nuevo en una posada donde pudiese encontrar a alguien como Pangoro, pero rápidamente ahuyentó aquellos pensamientos al ver a la mujer de la barra saludarles con amabilidad.
Y pronto, las tripas de la de cabellos púrpura comenzaron a rugir.
—Ah, al fin un poco de comida caliente.
Asintió con convicción y volvió a seguir a su compañero hacia una de las mesas libres, junto a la chimenea. Dejó caer su mochila al lado y tomó el primer asiento que pudo, luego se pasó una mano por su frente, alejando los mechones húmedos que se habían instaurado allí sin su consentimiento.
Sacó su mapa con cautela para no mojarlo, lo desdobló con mimo y lo dejó sobre la mesa, observándolo tranquilamente.
— En breves llegaremos al País de la Lluvia... — Alegó, llevando el mapa hacia Akame. — Quizá mañana demos con él, ¡por fin! — Exclamó, alegre. — Pero antes... ¿Deberíamos pasar aquí la noche?
Su humor acababa de cambiar, verse tan cercana a llegar al lugar previsto solo hacía que su felicidad aumentase.