5/05/2017, 19:06
Había pasado mucho tiempo desde que el sonido de sus pasos resonaba en aquel empedrado suelo perteneciente al campo de entrenamiento de la Academia. Y todavía mucho más desde que sus narices hubiesen dado contra él, tras la inteligente maniobra de algún compañero en alguno de los muchos duelos que allí había disputado, bajo la atenta mirada de los senseis.
Le dolía reconocerlo, pero lo echaba de menos. No las clases en sí —de las cuales siempre había intentado escaquearse—, sino por los compañeros e, incluso, los senseis. Ahora que todos se habían graduado, cada uno había ido por su camino, y raro era el día en que se juntaban más de tres para rememorar viejos tiempos.
Pero no servía de nada echar la mirada atrás, más que para ponerse melancólico.
Sus pasos le condujeron hacia la persona que estaba buscando. Hacia el Uchiha que, irremediablemente, no podía estar en otro lugar distinto a aquel.
—Por Rikudo, Akame. Las leyendas que corren sobre ti se quedan cortas. —La voz de un hombre entrado en edad, con barba de tres días y pelo blanco sorprendió a Akame. No, aquella no era ni la voz ni el rostro de Haskoz, y sin embargo…—. He ido a buscarte a casa, pero no estabas. Y me dije… Nah, imposible. El tío es un Devoralibros y el estudiante más modélico que pisó estas tierras, pero tanto como para acudir a la Academia en plena noche… Como por temor a que algún sensei se pasase por allí a impartir sabe los Dioses qué clase… No, eso ya sería pasarse.
¡Plaf! El Henge no Jutsu que lo había mantenido con otra forma se deshizo finalmente, dejando ver su habitual figura… con una bolsa de papel en la mano, cerrada.
—En serio, Akame. Deberías empezar a buscarte otros… pasatiempos. ¿Qué haces aquí?
Le dolía reconocerlo, pero lo echaba de menos. No las clases en sí —de las cuales siempre había intentado escaquearse—, sino por los compañeros e, incluso, los senseis. Ahora que todos se habían graduado, cada uno había ido por su camino, y raro era el día en que se juntaban más de tres para rememorar viejos tiempos.
Pero no servía de nada echar la mirada atrás, más que para ponerse melancólico.
Sus pasos le condujeron hacia la persona que estaba buscando. Hacia el Uchiha que, irremediablemente, no podía estar en otro lugar distinto a aquel.
—Por Rikudo, Akame. Las leyendas que corren sobre ti se quedan cortas. —La voz de un hombre entrado en edad, con barba de tres días y pelo blanco sorprendió a Akame. No, aquella no era ni la voz ni el rostro de Haskoz, y sin embargo…—. He ido a buscarte a casa, pero no estabas. Y me dije… Nah, imposible. El tío es un Devoralibros y el estudiante más modélico que pisó estas tierras, pero tanto como para acudir a la Academia en plena noche… Como por temor a que algún sensei se pasase por allí a impartir sabe los Dioses qué clase… No, eso ya sería pasarse.
¡Plaf! El Henge no Jutsu que lo había mantenido con otra forma se deshizo finalmente, dejando ver su habitual figura… con una bolsa de papel en la mano, cerrada.
—En serio, Akame. Deberías empezar a buscarte otros… pasatiempos. ¿Qué haces aquí?
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado