5/05/2017, 19:15
Tan sumido estaba en sus propios pensamientos —Tengu, su maestra Kunie, el año en la Academia de Uzu— que no advirtió a la figura que se le acercaba al amparo de las sombras, cosa rara en él. La voz grave y adulta de aquel tipo le cogió por sorpresa, provocándole un respingo. El Uchiha se incorporó, ligeramente avergonzado, con la espalda recta sobre el banco. Sin embargo, al escuchar más atentamente las palabras del presunto sensei no pudo sino arquear una ceja, escéptico. Ningún maestro de la Academia le había llamado jamás por su mote.
El engaño se hizo más evidente cuando, con una nubecilla de humo, el Henge no Jutsu desapareció. Y allí estaba Haskoz, sonriente y picón como siempre.
—Buenas noches, Haskoz-kun —saludó Akame, recuperando su sonrisa—. Supongo que tienes razón.
El Uchiha bajó la mirada, reflexivo. No porque quisiera dar crédito a las palabras de su compañero —su férrea disciplina se lo impedía—, sino porque empezó a pensar cómo sería su vida si fuese más parecido a Haskoz. Si fuese popular, con muchos amigos, con una de las kunoichis más guapas de la Aldea por novia...
—Un caballo sirve para correr —musitó al final, aunque lo bastante alto como para que el shinobi le oyese.
—La verdad es que no venía a entrenar. Este lugar me... relaja —admitió—. ¿Qué te trae por aquí?
El engaño se hizo más evidente cuando, con una nubecilla de humo, el Henge no Jutsu desapareció. Y allí estaba Haskoz, sonriente y picón como siempre.
—Buenas noches, Haskoz-kun —saludó Akame, recuperando su sonrisa—. Supongo que tienes razón.
El Uchiha bajó la mirada, reflexivo. No porque quisiera dar crédito a las palabras de su compañero —su férrea disciplina se lo impedía—, sino porque empezó a pensar cómo sería su vida si fuese más parecido a Haskoz. Si fuese popular, con muchos amigos, con una de las kunoichis más guapas de la Aldea por novia...
—Un caballo sirve para correr —musitó al final, aunque lo bastante alto como para que el shinobi le oyese.
—La verdad es que no venía a entrenar. Este lugar me... relaja —admitió—. ¿Qué te trae por aquí?