7/05/2017, 19:41
(Última modificación: 7/05/2017, 19:42 por Uchiha Akame.)
Akame se encogió de hombros con gesto distraído. ¿Que si le gustaba? ¡Le apasionaba! Había pasado horas en la Academia leyendo sobre teoría del chakra; fórmulas, cálculos, medidas, tablas... No por nada había sido de los primeros de la clase en controlar de forma aceptable su Naturaleza elemental. Aquellos libros eran gasolina, y su cabeza, una máquina extremadamente potente. Claro, que lo que a él realmente le gustaba eran las historias. De eso nunca vió muchos libros en la Academia, aparte de los de Historia de Oonindo.
Entonces vió cómo Haskoz se empinaba la botella otra vez y, con torpeza, se la arrebató de las manos en un gesto que parecía querer decir «me toca a mí». Luego su amigo empezó a hablar de las complicaciones que tenía con Noemi, de cómo ella le había prohibido acercarse a su casa y de cómo Kotetsu, probablemente, había estado en lo cierto al apuntar la enorme diferencia de clase social que había entre ambos. Akame frunció el ceño, pensativo. De repente, ya no sentía ninguna envidia de su compañero.
—Supongo que sí. Desde que el mundo es mundo, siempre ha habido ricos y pobres —agregó, salomónico—. Por eso me gusta el Ninjutsu. Es una forma de establecer nuevas jerarquías.
«Poderosos y débiles, concretamente».
—Deberías sentirte afortunado —dijo Akame—. Por tus venas corre sangre Uchiha. En el mundo ninja perteneces al grupo equivalente a Noemi-san y su rica familia.
Haskoz quiso cerrar el tema, y Akame arqueó una ceja cuando aseguró sin vergüenza que la Sakamoto estaba con él por su físico.
—Ya, claro, y yo soy Uchiha Hazama —replicó el muchacho, riendo.
Akame se empinó la botella como su compañero —aunque bebiendo un trago algo más pequeño—, de modo que la pregunta le cogió a medias y casi le hizo escupir el alcohol. Se limpió los labios con el dorso de la mano y abrió la boca para contestar, pero no dijo nada. ¿Y Eri? La kunoichi le caía bien, le parecía guapa y dulce. Pero... ¿realmente sentía algo más? ¿O había sido todo un espejismo articulado por su siempre carismático compañero?
—Con Eri pues... Nada —contestó, sincero, y entonces cayó en la cuenta—. Oye, ¿no ibas a pedirle información sobre eso a Noemi-san?
Entonces vió cómo Haskoz se empinaba la botella otra vez y, con torpeza, se la arrebató de las manos en un gesto que parecía querer decir «me toca a mí». Luego su amigo empezó a hablar de las complicaciones que tenía con Noemi, de cómo ella le había prohibido acercarse a su casa y de cómo Kotetsu, probablemente, había estado en lo cierto al apuntar la enorme diferencia de clase social que había entre ambos. Akame frunció el ceño, pensativo. De repente, ya no sentía ninguna envidia de su compañero.
—Supongo que sí. Desde que el mundo es mundo, siempre ha habido ricos y pobres —agregó, salomónico—. Por eso me gusta el Ninjutsu. Es una forma de establecer nuevas jerarquías.
«Poderosos y débiles, concretamente».
—Deberías sentirte afortunado —dijo Akame—. Por tus venas corre sangre Uchiha. En el mundo ninja perteneces al grupo equivalente a Noemi-san y su rica familia.
Haskoz quiso cerrar el tema, y Akame arqueó una ceja cuando aseguró sin vergüenza que la Sakamoto estaba con él por su físico.
—Ya, claro, y yo soy Uchiha Hazama —replicó el muchacho, riendo.
Akame se empinó la botella como su compañero —aunque bebiendo un trago algo más pequeño—, de modo que la pregunta le cogió a medias y casi le hizo escupir el alcohol. Se limpió los labios con el dorso de la mano y abrió la boca para contestar, pero no dijo nada. ¿Y Eri? La kunoichi le caía bien, le parecía guapa y dulce. Pero... ¿realmente sentía algo más? ¿O había sido todo un espejismo articulado por su siempre carismático compañero?
—Con Eri pues... Nada —contestó, sincero, y entonces cayó en la cuenta—. Oye, ¿no ibas a pedirle información sobre eso a Noemi-san?