7/05/2017, 20:15
(Última modificación: 7/05/2017, 20:25 por Uchiha Akame.)
—¡Ya está! —exclamó el Uchiha cuando su espada, con la hoja envuelta en una capa de chakra carmesí, cortó la madera con facilidad para dejar libre la pierna de Noemi.
Rápidamente Akame se incorporó, buscando cobertura contra una nueva salva de flechas que nunca llegó. En lugar de ello, los asaltantes decidieron entablar combate directo, abandonando la cobertura de los árboles. Un gran número de figuras, todas envueltas en ropajes con los colores de la foresta y acero en mano, se abalanzó sobre la comitiva. «Por todos los demonios de Yomi, son demasiados», pensó el Uchiha, apretando los dientes. Se avecinaba una batalla cruenta.
Su cabeza empezó a funcionar como una caldera a punto de reventar, tratando de recordar las extensas y teóricas lecciones sobre estrategias de combate, posicionamiento y demás. Echó un vistazo al camino, luego a las literas que yacían junto a ellos, derribadas, y luego a los soldados que empezaban a hacer piña junto a él y la Sakamoto.
—¡Vosotros! —gritó el Uchiha, tratando de llamar la atención de los porteadores que, con las manos desnudas, parecían dispuestos a defenderse—. ¡Usad las literas para formar una barricada en nuestra retaguardia! ¡Que no nos rodeen!
Los atacantes recortaron distancia, y Akame pudo entonces distinguir algo que los otros shinobi dedujeron también, por otras vías. «¡Bunshin!». Gracias a su Sharingan, el gennin pudo distinguir claramente el chakra que tomaba forma dentro de cada uno de aquellos clones. «Eso significa que efectivamente estamos siendo atacados por shinobi... ¡Maldición!». Algunos soldados se agruparon con ellos, y Akame trató de indicarles que se apartaran.
—¡Fuera! ¡A los flancos!
Sus manos se entrelazaban, veloces, en una secuencia de sellos. El Uchiha se adelantó, buscando atraer la atención de los bunshin hacia él y confiando en que los demás le cubriesen la espalda. Cuando tuvo a un buen puñado de ellos de frente, lo bastante cerca, Akame se llevó una mano a los labios.
—¡Katon! ¡Goukakyuu no Jutsu!
Entonces tomó aire... Y sopló. De su boca salió un torrente de llamas abrasadoras, potenciadas por su chakra, y Akame trató de barrer el área frente a él con aquel chorro de fuego sostenido. Si su maniobra salía bien, se llevaría a unos cuantos de aquellos clones por delante. Sin embargo...
«Luchar contra ellos es una pérdida de tiempo»
—¡Noemi-san! —gritó, desgarrándose la garganta para intentar hacerse oír por encima del fragor de la batalla—. ¡Debemos encontrar al ninja!
Rápidamente Akame se incorporó, buscando cobertura contra una nueva salva de flechas que nunca llegó. En lugar de ello, los asaltantes decidieron entablar combate directo, abandonando la cobertura de los árboles. Un gran número de figuras, todas envueltas en ropajes con los colores de la foresta y acero en mano, se abalanzó sobre la comitiva. «Por todos los demonios de Yomi, son demasiados», pensó el Uchiha, apretando los dientes. Se avecinaba una batalla cruenta.
Su cabeza empezó a funcionar como una caldera a punto de reventar, tratando de recordar las extensas y teóricas lecciones sobre estrategias de combate, posicionamiento y demás. Echó un vistazo al camino, luego a las literas que yacían junto a ellos, derribadas, y luego a los soldados que empezaban a hacer piña junto a él y la Sakamoto.
—¡Vosotros! —gritó el Uchiha, tratando de llamar la atención de los porteadores que, con las manos desnudas, parecían dispuestos a defenderse—. ¡Usad las literas para formar una barricada en nuestra retaguardia! ¡Que no nos rodeen!
Los atacantes recortaron distancia, y Akame pudo entonces distinguir algo que los otros shinobi dedujeron también, por otras vías. «¡Bunshin!». Gracias a su Sharingan, el gennin pudo distinguir claramente el chakra que tomaba forma dentro de cada uno de aquellos clones. «Eso significa que efectivamente estamos siendo atacados por shinobi... ¡Maldición!». Algunos soldados se agruparon con ellos, y Akame trató de indicarles que se apartaran.
—¡Fuera! ¡A los flancos!
Sus manos se entrelazaban, veloces, en una secuencia de sellos. El Uchiha se adelantó, buscando atraer la atención de los bunshin hacia él y confiando en que los demás le cubriesen la espalda. Cuando tuvo a un buen puñado de ellos de frente, lo bastante cerca, Akame se llevó una mano a los labios.
—¡Katon! ¡Goukakyuu no Jutsu!
Entonces tomó aire... Y sopló. De su boca salió un torrente de llamas abrasadoras, potenciadas por su chakra, y Akame trató de barrer el área frente a él con aquel chorro de fuego sostenido. Si su maniobra salía bien, se llevaría a unos cuantos de aquellos clones por delante. Sin embargo...
«Luchar contra ellos es una pérdida de tiempo»
—¡Noemi-san! —gritó, desgarrándose la garganta para intentar hacerse oír por encima del fragor de la batalla—. ¡Debemos encontrar al ninja!