7/05/2017, 21:12
La liberaron, genial, pero no la ayudaron más que eso así que tuvo que ponerse a cubierto por sus propios medios aun con la pierna entumecida por el golpe que se había llevado. Aunque con el caos que se había montado no podía culpar al Uchiha por ello, inclusive se mantuvo en silencio y buscó refugio detrás de la litera que la había estado llevando, a un lado de su compañero.
Pero entonces comenzaron a aparecer criaturas de aspecto humanoide que hasta el momento en que Yosehara destruyó uno hubiese jurado eran personas comunes y corrientes. «Estamos jodidos… »Razonó la kunoichi al darse cuenta medianamente de con qué estaban tratando, segundos después, Akame lo confirmó gracias a su Sharingan.
Claro que Noemi tuvo que centrarse en su alrededor, si bien tenían una parda de soldados que deberían de estarles cuidando, uno no podía fiarse de que todo fuese bien y no sería extraño que alguno de los clones llegase hasta ella.
Pero también estaba Maki, incapacitada y para colmo desarmada, pues nunca se le permitió portar armas a excepción de un miserable kunai y Noemi era muy consciente de ello por lo que estuvo un buen rato buscándola con la mirada aunque sin éxito, principalmente con la intención de darle una de sus tantas espadas.
Lamentablemente, en su sector la pelea había comenzado, liderada por el de Uzushio que se dio el lujo de soltar un chorro de llamas bastante intimidante si somos sinceros. Ella por su parte prefirió tomar un par de sus katanas para clavarlas en el piso y luego desenfundar otra más la cual empuñó con ambas manos.
—¡Luego de cargarnos a estos podemos preocuparnos por el shinobi! —respondió a gritos la kunoichi.
Lo que más le interesaba era salir viva de allí, fuese como fuese y con un poco de suerte no habrían más bajas de las que ya hubo.
De cualquier manera, Noemi prefirió mantenerse al margen, hasta que uno de los clones se le vino encima y prefirió lanzarle una de las katanas que estaban clavadas al suelo dándole un fuerte golpe con la que estaba empuñando. E incluso en el caso de que el clon siguiese su camino, la chica estaría más que lista para lanzar la otra o mismo para terminar el trabajo con la espada que yacía en sus manos.
Maki por su parte había sido rodeada por unos cuantos soldados y también clones, aunque a diferencia de todos los demás grupos, ella probablemente sería la que menos chances de sobrevivir tendría aunque claro que no iba a rendirse sin más.
—¿Y dónde están las otras cuando hacen falta? —Se preguntó a sí misma con una maliciosa sonrisa dibujada en el rostro.
Con bastante dificultad la joven se puso de pie depositando la mayor parte de su peso en la pierna sana y aprovechó el instante para extraer de la manga su única arma, un kunai con un hilo amarrado.
—¡La cosa es sencilla, al que lo rodean se muere! ¿¡Lo quieren más claro!? —Bramó la chica antes de comenzar su ataque.
Cada Sakamoto tenía su propio estilo de pelea, usualmente los selectos terminaban heredando las técnicas del cabecilla de turno pero no quitaba que los demás pudieran llegar a aprender alguna que otra cosilla como el estilo que Maki había desarrollado.
La sirvienta Sakamoto lanzó el kunai hacia uno de los clones y ni bien este impactó, tiró fuertemente del mismo para removerlo y volverlo a lanzar contra el cuello de otro de los clones. A veces lo lanzaba de formas horizontales, otras de formas verticales y en conjunto con cada lanzamiento la chica giraba y daba vueltas como si se tratase de una especie de danza en la que el hilo nunca llegaba a enredarse y la trayectoria del filo se mantenía inmutable hasta chocar contra alguno de los clones. Una y otra vez dando golpes a cada criatura de arcilla con la intención de mantenerlos a raya, aunque probablemente los soldados serían los que dieran el golpe de gracia, pues Maki no podría mantenerse demasiado tiempo debido a la herida en su pierna que no paraba de sangrar.
Pero entonces comenzaron a aparecer criaturas de aspecto humanoide que hasta el momento en que Yosehara destruyó uno hubiese jurado eran personas comunes y corrientes. «Estamos jodidos… »Razonó la kunoichi al darse cuenta medianamente de con qué estaban tratando, segundos después, Akame lo confirmó gracias a su Sharingan.
Claro que Noemi tuvo que centrarse en su alrededor, si bien tenían una parda de soldados que deberían de estarles cuidando, uno no podía fiarse de que todo fuese bien y no sería extraño que alguno de los clones llegase hasta ella.
Pero también estaba Maki, incapacitada y para colmo desarmada, pues nunca se le permitió portar armas a excepción de un miserable kunai y Noemi era muy consciente de ello por lo que estuvo un buen rato buscándola con la mirada aunque sin éxito, principalmente con la intención de darle una de sus tantas espadas.
Lamentablemente, en su sector la pelea había comenzado, liderada por el de Uzushio que se dio el lujo de soltar un chorro de llamas bastante intimidante si somos sinceros. Ella por su parte prefirió tomar un par de sus katanas para clavarlas en el piso y luego desenfundar otra más la cual empuñó con ambas manos.
—¡Luego de cargarnos a estos podemos preocuparnos por el shinobi! —respondió a gritos la kunoichi.
Lo que más le interesaba era salir viva de allí, fuese como fuese y con un poco de suerte no habrían más bajas de las que ya hubo.
De cualquier manera, Noemi prefirió mantenerse al margen, hasta que uno de los clones se le vino encima y prefirió lanzarle una de las katanas que estaban clavadas al suelo dándole un fuerte golpe con la que estaba empuñando. E incluso en el caso de que el clon siguiese su camino, la chica estaría más que lista para lanzar la otra o mismo para terminar el trabajo con la espada que yacía en sus manos.
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Maki por su parte había sido rodeada por unos cuantos soldados y también clones, aunque a diferencia de todos los demás grupos, ella probablemente sería la que menos chances de sobrevivir tendría aunque claro que no iba a rendirse sin más.
—¿Y dónde están las otras cuando hacen falta? —Se preguntó a sí misma con una maliciosa sonrisa dibujada en el rostro.
Con bastante dificultad la joven se puso de pie depositando la mayor parte de su peso en la pierna sana y aprovechó el instante para extraer de la manga su única arma, un kunai con un hilo amarrado.
—¡La cosa es sencilla, al que lo rodean se muere! ¿¡Lo quieren más claro!? —Bramó la chica antes de comenzar su ataque.
Cada Sakamoto tenía su propio estilo de pelea, usualmente los selectos terminaban heredando las técnicas del cabecilla de turno pero no quitaba que los demás pudieran llegar a aprender alguna que otra cosilla como el estilo que Maki había desarrollado.
La sirvienta Sakamoto lanzó el kunai hacia uno de los clones y ni bien este impactó, tiró fuertemente del mismo para removerlo y volverlo a lanzar contra el cuello de otro de los clones. A veces lo lanzaba de formas horizontales, otras de formas verticales y en conjunto con cada lanzamiento la chica giraba y daba vueltas como si se tratase de una especie de danza en la que el hilo nunca llegaba a enredarse y la trayectoria del filo se mantenía inmutable hasta chocar contra alguno de los clones. Una y otra vez dando golpes a cada criatura de arcilla con la intención de mantenerlos a raya, aunque probablemente los soldados serían los que dieran el golpe de gracia, pues Maki no podría mantenerse demasiado tiempo debido a la herida en su pierna que no paraba de sangrar.