7/05/2017, 23:56
Sin embargo, Haskoz nunca podría seguir las indicaciones de Eri. Ni siquiera ella misma sería capaz. Porque cuando ambos se percatasen, una figura se recortaría contra la luz de la luna, apoyada en el alféizar de la ventana. Al principio podría parecer tan sólo una sombra, encogida, casi derramada mitad sobre la habitación mitad sobre la ventana. Luego aquella masa oscura e informe se agitó, produciendo un ruido gutural que sonó como el lamento de una deidad del Yomi.
Akame trató de apoyarse con ambos brazos para incorporarse, pero lo consiguió solo a medias. Levantó un poco la cabeza, con medio cuerpo tumbado sobre el alféizar de la ventana, y vomitó.
Fue sólo una arcada, pero bastó para que el joven Uchiha echase una pota nada despreciable, tanto en cantidad como en consistencia y olor. Mayormente se trataba de un líquido amarillento; jugos gástricos mezclados con el alcohol que había bebido y algunos trozos de fideos que no había masticado bien.
—Ugh...
El Uchiha trató nuevamente de incorporarse, pero sólo consiguió perder el poco equilibrio que le quedaba y caer de bruces dentro de la habitación de Eri, por poco esquivando —sin quererlo— su propia vomitera. Y allí se quedo, tendido en el suelo, de lado y acurrucado cual bebé.
Poco después su respiración se ralentizó y quedó completamente inmóvil, con sólo un ligerísimo ronquido como prueba de que seguía con vida.
Akame trató de apoyarse con ambos brazos para incorporarse, pero lo consiguió solo a medias. Levantó un poco la cabeza, con medio cuerpo tumbado sobre el alféizar de la ventana, y vomitó.
Fue sólo una arcada, pero bastó para que el joven Uchiha echase una pota nada despreciable, tanto en cantidad como en consistencia y olor. Mayormente se trataba de un líquido amarillento; jugos gástricos mezclados con el alcohol que había bebido y algunos trozos de fideos que no había masticado bien.
—Ugh...
El Uchiha trató nuevamente de incorporarse, pero sólo consiguió perder el poco equilibrio que le quedaba y caer de bruces dentro de la habitación de Eri, por poco esquivando —sin quererlo— su propia vomitera. Y allí se quedo, tendido en el suelo, de lado y acurrucado cual bebé.
Poco después su respiración se ralentizó y quedó completamente inmóvil, con sólo un ligerísimo ronquido como prueba de que seguía con vida.