9/05/2017, 23:48
(Última modificación: 9/05/2017, 23:50 por Umikiba Kaido.)
Aquella fogosa aunque contenida discusión revelaba apropiadamente de qué estaba hecha aquella ciudad. Datsue pudo comprobar en carne propia el inminente rechazo de los lugareños hacia los timadores que buscan tergiversar el honorable sistema de Los Herreros. Para nada bien vistos, aunque no lo suficiente como para que alguien buscase exiliarlos del pueblo; estaban obligados a rondar por calles de una ciudad ataviada de un honor aparentemente inquebrantable.
Como era de esperarse, gran parte de los transeúntes percibieron la discusión como lo que era, un fallido intento de actuar bajo la mesa. Pero Datsue no había sido ni el primero, ni tampoco el último; pues el mundo estaba lleno de jóvenes insensatos como él.
Intentando comerse al mundo de un sólo bocado.
La mayoría lo ignoró, aunque alguien en particular se mantuvo atento a la persona, pero mucho más interesado en el nombre. Con capucha en ristre y mezclado entre la muchedumbre, siguió a aquel infractor en silencio y oculto a los intereses ajenos, deseoso de saber más de él.
Y de sus objetivos, que no parecían ser los más honorables ni mucho menos. Pero que le interesaban en demasía.
Como era de esperarse, gran parte de los transeúntes percibieron la discusión como lo que era, un fallido intento de actuar bajo la mesa. Pero Datsue no había sido ni el primero, ni tampoco el último; pues el mundo estaba lleno de jóvenes insensatos como él.
Intentando comerse al mundo de un sólo bocado.
La mayoría lo ignoró, aunque alguien en particular se mantuvo atento a la persona, pero mucho más interesado en el nombre. Con capucha en ristre y mezclado entre la muchedumbre, siguió a aquel infractor en silencio y oculto a los intereses ajenos, deseoso de saber más de él.
Y de sus objetivos, que no parecían ser los más honorables ni mucho menos. Pero que le interesaban en demasía.