10/05/2017, 01:58
Era en momentos como estos en que Noemi maldecía por haberse centrado tanto en las técnicas de su clan y no en otras cosas como su propia fortaleza física o alguna otra disciplina ninja, después de todo, las cosas irían mucho mejor para ella si fuese capaz de empuñar sus armas con una sola mano de modo que pudiera atacar de maneras distintas pero no, tenía que conformarse con usar una por vez.
—¿¡Puntos débiles!? —Contestó la kunoichi sin saber a qué se refería pero de todas maneras apuntaría al cuello y cabeza de esos clones.
Aunque primero que nada tenía que alistar el terreno lanzando algunas espadas más al aire para que luego estas se clavasen en tierra por un sector donde había algunos clones de arcilla pero casi ningún soldado. Probablemente ese flanco era cosa del soldado caído pero le tocaba a ella cubrirlo ahora.
Noemi tomó con firmeza la que tenía en manos y se dirigió hacia otro de los clones al cual atacaría de la manera que Akame mencionó, pero fue entonces cuando recordó el daño que se había llevado en la pierna gracias a un intenso dolor que se hizo presente en cuanto comenzó a moverse.
—Mierda… —Susurró para sí misma luego de tambalearse un poco.
No podía hacer nada más que esperar a que los clones se acercasen a ella y fue justo en ese preciso instante en que se le ocurrió una idea que podía llegar a ser algo suicida, pero ya de por sí se las veía feas por tener a unos cuantos clones acercándose. Claro que a su lado se habían posicionado un par de porteadores a los que notó estaban completamente desarmados y claro, en una situación así eso no podía ser así.
—¡Tomen mis espadas! —Les ordenó antes de lanzar una katana para cada uno y desenfundar otra más.
¿Qué otra cosa podía hacer más que repartir armas? Tenía la pierna resentida por el daño que se había llevado y por ende no podría moverse con la misma facilidad que Akame, pero sí que podía pelear cara a cara y así lo hizo. Dejó que uno de los clones se acercase y al instante en que le vio alzar el brazo para atacar, la rubia intentaría rebanarle el mismo brazo y si era posible luego el cuello. Con un poco de suerte podría incluso destruir al clon por ese daño.
—¡Bájate del caballo, por los dioses! —bramó la joven sirvienta sin cesar con su danza.
En un par de ocasiones por ese movimiento continuo el kunai de la chica había pasado demasiado cerca de los pies del jinete, además que poco aportaba en realidad si se estaba moviendo de esa forma y al menos podría estar más atento a su entorno si se bajaba así que realmente, Maki esperaba hiciese caso y con un poco de suerte el animal podría irse de la escena donde no estorbara.
Entre tanto la Sakamoto no pararía de dar vueltas de modo que al menos otros cuatro clones resultaron dañados por el filo con una precisión que siendo realistas podría ser mejor, pero al menos se las arreglaba para no dar a sus aliados.
—¡No ataquen primeros, dejen que ellos lo hagan! —exclamó con la esperanza de que todos los soldados escucharían al fin.
Y por suerte se comportaron de la mejor manera, el soldado a caballo dejó su montura y ahora se dedicaba a repartir flechas a todos los clones que Maki dañaba primero, todos los demás hacían lo posible por mantener sus posiciones y evitar que las criaturas de arcilla se acercasen demasiado pero claro, la sirvienta estaba comenzando a marearse y su visión se estaba nublando un tanto. Demasiada sangre estaba perdiendo considerando que esos giros exigían bastante a sus piernas.
—¿¡Puntos débiles!? —Contestó la kunoichi sin saber a qué se refería pero de todas maneras apuntaría al cuello y cabeza de esos clones.
Aunque primero que nada tenía que alistar el terreno lanzando algunas espadas más al aire para que luego estas se clavasen en tierra por un sector donde había algunos clones de arcilla pero casi ningún soldado. Probablemente ese flanco era cosa del soldado caído pero le tocaba a ella cubrirlo ahora.
Noemi tomó con firmeza la que tenía en manos y se dirigió hacia otro de los clones al cual atacaría de la manera que Akame mencionó, pero fue entonces cuando recordó el daño que se había llevado en la pierna gracias a un intenso dolor que se hizo presente en cuanto comenzó a moverse.
—Mierda… —Susurró para sí misma luego de tambalearse un poco.
No podía hacer nada más que esperar a que los clones se acercasen a ella y fue justo en ese preciso instante en que se le ocurrió una idea que podía llegar a ser algo suicida, pero ya de por sí se las veía feas por tener a unos cuantos clones acercándose. Claro que a su lado se habían posicionado un par de porteadores a los que notó estaban completamente desarmados y claro, en una situación así eso no podía ser así.
—¡Tomen mis espadas! —Les ordenó antes de lanzar una katana para cada uno y desenfundar otra más.
¿Qué otra cosa podía hacer más que repartir armas? Tenía la pierna resentida por el daño que se había llevado y por ende no podría moverse con la misma facilidad que Akame, pero sí que podía pelear cara a cara y así lo hizo. Dejó que uno de los clones se acercase y al instante en que le vio alzar el brazo para atacar, la rubia intentaría rebanarle el mismo brazo y si era posible luego el cuello. Con un poco de suerte podría incluso destruir al clon por ese daño.
—¡Bájate del caballo, por los dioses! —bramó la joven sirvienta sin cesar con su danza.
En un par de ocasiones por ese movimiento continuo el kunai de la chica había pasado demasiado cerca de los pies del jinete, además que poco aportaba en realidad si se estaba moviendo de esa forma y al menos podría estar más atento a su entorno si se bajaba así que realmente, Maki esperaba hiciese caso y con un poco de suerte el animal podría irse de la escena donde no estorbara.
Entre tanto la Sakamoto no pararía de dar vueltas de modo que al menos otros cuatro clones resultaron dañados por el filo con una precisión que siendo realistas podría ser mejor, pero al menos se las arreglaba para no dar a sus aliados.
—¡No ataquen primeros, dejen que ellos lo hagan! —exclamó con la esperanza de que todos los soldados escucharían al fin.
Y por suerte se comportaron de la mejor manera, el soldado a caballo dejó su montura y ahora se dedicaba a repartir flechas a todos los clones que Maki dañaba primero, todos los demás hacían lo posible por mantener sus posiciones y evitar que las criaturas de arcilla se acercasen demasiado pero claro, la sirvienta estaba comenzando a marearse y su visión se estaba nublando un tanto. Demasiada sangre estaba perdiendo considerando que esos giros exigían bastante a sus piernas.