Ante la pregunta que la chica presentó a modo de saludo, el joven de cabellera mas oscura enrojeció como un tomate, casi tanto como los decoros de su kimono. Rápida y fugazmente, se apresuró en negar tal cosa. Tajante, negó tener parentesco alguno con el señor de mayor edad, aunque curiosamente no negó que pudiese ser hermano del otro que aparentaba una edad cercana. La chica llevó la mirada hacia éstos individualmente, analizándolos rápidamente. No obstante, el primero en responder no se contentó con su respuesta, quiso hacer hincapié en que no había propósitos matrimoniales sobre la mesa. Entre tanto, el chico de cabello mas oscuro rió, de manera leve, pero rió. Quizás tomó ese comentario de la pelirroja como un chiste, como una manera tosca de romper el hielo.
El de aparente mayor edad —Aiko quizás era mayor— no pudo evitar también una risa liviana y nerviosa. Lo que recién había soltado la chica le había hecho gracia, o quizás había sido la reacción del chico que se sentaba a su siniestra. Fuese como fuese, tardó un poco en recuperar el habla. Eso si, cuando lo consiguió, corroboró que lo dicho por el primero era cierto, y añadió que la invitaba a sentarse con ellos dado que era el único sitio libre del salón.
«Y además de verdad...»
La pelirroja, tomó asiento sin más. Cruzó las piernas, y reposó los brazos sobre éstas. —Muchas gracias por el ofrecimiento. Mi nombre es Watashashi Aiko.
Entre tanto, el chico de cabello oscuro se hacía el interesante, o simplemente pasaba de ella. No se había siquiera dignado a saludarla, o a contestar a lo anterior —nada— parecía ajeno a todo lo que sucedía en la mesa, en la cuál irónicamente se hallaba. Tan solo se había reído, quizás por educación al pensar que había sido un chiste... ¿Acaso ya tenía amada y por eso quería hacerle vacío? En unos segundos, pasó de sentir interés a darlo por ocupado, o desinteresado...
«¿¡Son pareja!?»
De pronto, un pensamiento golpeó su cabeza. ¿Cómo si no iba a estar el primero tan afligido, y dispuesto a negar el matrimonio, y el segundo tan distante? Diablos... qué desperdicio de carne...
La chica, en un abrir y cerrar de ojos se había montado y comido toda la historia. Tiempo le faltó para buscar a un titán, un héroe y a saber qué mas, y labrarse una epopeya. Pero, su agilidad mental fue cortada por la presencia de una cuarta persona, que inquirió súbitamente qué querían tomar.
El de la siniestra, se adelantó de nuevo, solicitando un té, así, a secas, sin especificar de qué tan siquiera —cargado— eso si, no podía faltar que fuese generoso en aquello que llevase, fuera lo que fuera. La chica sonrió ante el pedido del chico, casi le pareció ridículo, sin el casi. Pero, debía ser cortés después de todo, así pues intentó disimular. Tras el primero, el hombre continuó la ronda de pedidos. Éste vigilaba cual rapaz el local, como si todo lo que hubiese allí fuese suyo. Al fin, respondió, pidiendo una botella de una bebida que la pelirroja ni conocía. Aiko no le prestó mayor importancia al nombre, pero, cuando el otro chico también la pidió quiso entender que se trataba de una bebida famosa del lugar.
«shōchū... que nombre mas raro...»
Ni corta ni perezosa, la pelirroja también iba a tomar algo, después de todo no iba a estar allí escuchando la música sin una buena cerveza entre manos. Debía guardar la compostura, pero quizás no había mejor manera que con una serena cerveza rubia refrescando su garganta.
—Yo tomaré una cerveza. —se apresuró a continuar con la ronda de pedidos, terminando el ciclo. —Pero, que sea la mas fuerte que tengan, por favor. Me da igual el nombre, mientras sea buena.
Después de todo, entre su costumbre a beber, y su increíble capacidad de recuperación... de no ser fuerte, sería como beber agua. Quizás ese era uno de los peores síntomas de su maldición, no poder disfrutar una buena borrachera por mas de unos minutos...
Tras irse la muchacha, el señor mayor quedó aún avistando alrededor, mientras que fue imitado por el de cabellera oscura. Éste, sin embargo, parecía algo inquieto. Golpeaba con liviana presión la mesa con el dedo anular, repetidamente. Ésto, curiosamente llamó la atención de la chica, que al ver el tatuaje volvió a cobrar bastante interés en éste.
«Bueno, quizás no solo le gusten los chicos... tampoco es algo raro, si a mi me gustan ambas cosas... a él puede que también...»
—Bonito diamante. —anunció, lejos de ser ante algo material. —Una buena técnica de tatuaje, se ve con un trazo limpio y firme.
Al menos, así no quedarían todos en silencio.
El de aparente mayor edad —Aiko quizás era mayor— no pudo evitar también una risa liviana y nerviosa. Lo que recién había soltado la chica le había hecho gracia, o quizás había sido la reacción del chico que se sentaba a su siniestra. Fuese como fuese, tardó un poco en recuperar el habla. Eso si, cuando lo consiguió, corroboró que lo dicho por el primero era cierto, y añadió que la invitaba a sentarse con ellos dado que era el único sitio libre del salón.
«Y además de verdad...»
La pelirroja, tomó asiento sin más. Cruzó las piernas, y reposó los brazos sobre éstas. —Muchas gracias por el ofrecimiento. Mi nombre es Watashashi Aiko.
Entre tanto, el chico de cabello oscuro se hacía el interesante, o simplemente pasaba de ella. No se había siquiera dignado a saludarla, o a contestar a lo anterior —nada— parecía ajeno a todo lo que sucedía en la mesa, en la cuál irónicamente se hallaba. Tan solo se había reído, quizás por educación al pensar que había sido un chiste... ¿Acaso ya tenía amada y por eso quería hacerle vacío? En unos segundos, pasó de sentir interés a darlo por ocupado, o desinteresado...
«¿¡Son pareja!?»
De pronto, un pensamiento golpeó su cabeza. ¿Cómo si no iba a estar el primero tan afligido, y dispuesto a negar el matrimonio, y el segundo tan distante? Diablos... qué desperdicio de carne...
La chica, en un abrir y cerrar de ojos se había montado y comido toda la historia. Tiempo le faltó para buscar a un titán, un héroe y a saber qué mas, y labrarse una epopeya. Pero, su agilidad mental fue cortada por la presencia de una cuarta persona, que inquirió súbitamente qué querían tomar.
El de la siniestra, se adelantó de nuevo, solicitando un té, así, a secas, sin especificar de qué tan siquiera —cargado— eso si, no podía faltar que fuese generoso en aquello que llevase, fuera lo que fuera. La chica sonrió ante el pedido del chico, casi le pareció ridículo, sin el casi. Pero, debía ser cortés después de todo, así pues intentó disimular. Tras el primero, el hombre continuó la ronda de pedidos. Éste vigilaba cual rapaz el local, como si todo lo que hubiese allí fuese suyo. Al fin, respondió, pidiendo una botella de una bebida que la pelirroja ni conocía. Aiko no le prestó mayor importancia al nombre, pero, cuando el otro chico también la pidió quiso entender que se trataba de una bebida famosa del lugar.
«shōchū... que nombre mas raro...»
Ni corta ni perezosa, la pelirroja también iba a tomar algo, después de todo no iba a estar allí escuchando la música sin una buena cerveza entre manos. Debía guardar la compostura, pero quizás no había mejor manera que con una serena cerveza rubia refrescando su garganta.
—Yo tomaré una cerveza. —se apresuró a continuar con la ronda de pedidos, terminando el ciclo. —Pero, que sea la mas fuerte que tengan, por favor. Me da igual el nombre, mientras sea buena.
Después de todo, entre su costumbre a beber, y su increíble capacidad de recuperación... de no ser fuerte, sería como beber agua. Quizás ese era uno de los peores síntomas de su maldición, no poder disfrutar una buena borrachera por mas de unos minutos...
Tras irse la muchacha, el señor mayor quedó aún avistando alrededor, mientras que fue imitado por el de cabellera oscura. Éste, sin embargo, parecía algo inquieto. Golpeaba con liviana presión la mesa con el dedo anular, repetidamente. Ésto, curiosamente llamó la atención de la chica, que al ver el tatuaje volvió a cobrar bastante interés en éste.
«Bueno, quizás no solo le gusten los chicos... tampoco es algo raro, si a mi me gustan ambas cosas... a él puede que también...»
—Bonito diamante. —anunció, lejos de ser ante algo material. —Una buena técnica de tatuaje, se ve con un trazo limpio y firme.
Al menos, así no quedarían todos en silencio.