12/05/2017, 02:20
La realidad es que Noemi habría estado corriendo de un lado al otro atacando clones lo más rápido que pudiera, con mucha más confianza después de haberse cargado a uno sin ningún problema pero la pierna entumecida no la ayudaba para hacer tal cosa, inclusive iba cojeando en caso de querer moverse.
Pero por suerte aquellos dos hombres que se acercaron a ella hacían muy bien su trabajo asestando golpes a cuanto ente se les acercase y con un poco de suerte podrían seguir así por un rato más hasta que un señor de bigotes decidió montar a caballo e impartir órdenes que dejaron a la rubia sin protección aunque por suerte solo venía un clon hacia ella.
Un par de cortes bien acertados a la cara del monigote y ya se pudo retirar de allí sin problemas, claro que se había asegurado de arrancarle los brazos para asegurarse que no se llevaría sorpresas desagradables mientras cojeaba en un intento por hacer lo que se le ordenó.
—Probablemente hubiese sido mejor que yo subiera al caballo —Se quejaba en voz baja la kunoichi mientras iba cojeando tan rápido como podía al encuentro con su compañero de villa.
Una lástima que este se adelantase para ir al encuentro con los arcillosos y lanzase unos cuantos bunshins. A diferencia de él, Noemi no tenía demasiados recursos y la única técnica de ninjutsu que conocía podría llegar a dañar a algún aliado así que mejor avanzó con la espada bien aferrada con ambas manos. ¿Qué más podía hacer? Eso era lo que mejor hacía así que tendría que conformarse con cortar clones, uno tras otro apuntando a los brazos para evitar que ataquen.
Maki en cambio las tenía igual o más crudas, no por la cantidad de enemigos a los que se enfrentaba, sino que tenía que lidiar con una herida de la que no paraba de emanar sangre y lentamente le estaba afectando.
—¡Ya quedan pocos! —Exclamó con la mísera intención de mantener a todos con ánimos y comenzó a cojear hasta el caballo que había pertenecido al arquero.
Mientras se movilizaba, los soldados mantenían sus posiciones bastante bien, al menos los pocos que quedaban. De cualquier manera, la sirvienta no había dejado de lanzar su kunai aunque sin trazar trayectorias complicadas.
Para cuando la chica se subió al animal, esta pudo notar como los enemigos se movilizaban demasiado cercanos los unos de los otros así que no sería muy alocado pensar que aquella idea fugaz pudiera llegar a funcionar.
—¡Porteador! ¡Toma el kunai y retenlo! —Ordenó al mismo tiempo que lanzaba el mencionado artefacto y sostenía el hilo con ambas manos.
Cuando el mencionado soldado hizo lo que se le indicó, la joven galopó rodeando a los clones para amarrarlos con el hilo. La idea era inmovilizarlos y facilitarles el trabajo tanto a los soldados de las lanzas como al arquero, quienes tendrían que terminar con los últimos enemigos restantes.
Pero por suerte aquellos dos hombres que se acercaron a ella hacían muy bien su trabajo asestando golpes a cuanto ente se les acercase y con un poco de suerte podrían seguir así por un rato más hasta que un señor de bigotes decidió montar a caballo e impartir órdenes que dejaron a la rubia sin protección aunque por suerte solo venía un clon hacia ella.
Un par de cortes bien acertados a la cara del monigote y ya se pudo retirar de allí sin problemas, claro que se había asegurado de arrancarle los brazos para asegurarse que no se llevaría sorpresas desagradables mientras cojeaba en un intento por hacer lo que se le ordenó.
—Probablemente hubiese sido mejor que yo subiera al caballo —Se quejaba en voz baja la kunoichi mientras iba cojeando tan rápido como podía al encuentro con su compañero de villa.
Una lástima que este se adelantase para ir al encuentro con los arcillosos y lanzase unos cuantos bunshins. A diferencia de él, Noemi no tenía demasiados recursos y la única técnica de ninjutsu que conocía podría llegar a dañar a algún aliado así que mejor avanzó con la espada bien aferrada con ambas manos. ¿Qué más podía hacer? Eso era lo que mejor hacía así que tendría que conformarse con cortar clones, uno tras otro apuntando a los brazos para evitar que ataquen.
Maki en cambio las tenía igual o más crudas, no por la cantidad de enemigos a los que se enfrentaba, sino que tenía que lidiar con una herida de la que no paraba de emanar sangre y lentamente le estaba afectando.
—¡Ya quedan pocos! —Exclamó con la mísera intención de mantener a todos con ánimos y comenzó a cojear hasta el caballo que había pertenecido al arquero.
Mientras se movilizaba, los soldados mantenían sus posiciones bastante bien, al menos los pocos que quedaban. De cualquier manera, la sirvienta no había dejado de lanzar su kunai aunque sin trazar trayectorias complicadas.
Para cuando la chica se subió al animal, esta pudo notar como los enemigos se movilizaban demasiado cercanos los unos de los otros así que no sería muy alocado pensar que aquella idea fugaz pudiera llegar a funcionar.
—¡Porteador! ¡Toma el kunai y retenlo! —Ordenó al mismo tiempo que lanzaba el mencionado artefacto y sostenía el hilo con ambas manos.
Cuando el mencionado soldado hizo lo que se le indicó, la joven galopó rodeando a los clones para amarrarlos con el hilo. La idea era inmovilizarlos y facilitarles el trabajo tanto a los soldados de las lanzas como al arquero, quienes tendrían que terminar con los últimos enemigos restantes.