15/05/2017, 17:39
(Última modificación: 16/05/2017, 18:32 por Uchiha Akame.)
Segundo Kazeyōbi de Flama, Verano de 217, La Capital
El día ya había amanecido cuando Akame halló por fin lo que buscaba. En principio pensó que siete barcos enviados por un rico señor serían capaces de encontrar en el puerto de La Capital... Claro que, él nunca había estado allí. Sólo el embarcadero Norte tenía capacidad para varias decenas de navíos, todos ellos con su variopinta tripulación. Hombres de piel color café llegados de los lejanos desiertos del País del Viento, rudos guerreros de semblante pálido que habían hecho la larga travesía desde Arashi no Kuni, orgullosos samurái de brillantes armaduras de Sanrō-yama...
«Por todos los dioses, no tenía ni idea de que La Capital fuese un centro de comercio internacional tan importante», pensó el Uchiha mientras pasaba junto a un gran barco mercante, del que mugrientos estibadores de hombros fuertes descargaban varias decenas de cajas repletas de exóticos productos, seguramente traídos del País de los Bosques. En efecto, La Capital hacía honor a su nombre y el puerto, incluso a aquellas horas de la tarde, bullía de actividad.
Sin embargo, no eran las especias de Kaze no Kuni, ni el acero de Los Herreros, ni la fruta de Tane-Shigai lo que Akame andaba buscando aquel día. Había viajado directamente desde Uzushiogakure rastreando un antiguo manuscrito Uchiha de —supuesto—gran valor, que en su día se le hubo escapado casi de las manos por culpa de un ceñudo granjero de Ushi. Ahora sus pesquisas le habían puesto de nuevo tras la pista del documento.
El rastro no acababa allí, en La Capital; tras perseguir el manuscrito por todo el País del Remolino, Akame había averiguado que un viejo señor de Mizu no Kuni se había hecho con la pieza. Soshuro Sadao, un ricachón solitario que vivía en una pequeña isla del mar entre los países del Agua y el Remolino. Curiosamente, por todo Oonindo corría un extraño rumor sobre aquel mismo personaje; Fortuna o desgracia, Akame había decidido responder a la llamada del señor para intentar hacerse con el documento genealógico Uchiha.
—¡Al fin! —exclamó, de puro alivio, cuando vio las siete embarcaciones del señor Soshuro alineadas en un tramo del embarcadero.