16/05/2017, 17:52
—¡Te mato!
—Datsue-kun… ¡Tranquilízate!
—¡Mentiroso estafador chantajista explotador inmoral sin código! ¡TE MATO! —Datsue hilvanaba una palabra con otra, sin tregua, escupiéndolas como una lluvia mortal de estrellas metálicas cayendo del cielo—. No te preocupes, Datsue. Ser shinobi no es tan peligroso como la gente se piensa —dijo con voz exageradamente pomposa y chillona, imitándole—. Son todo luces y artificios, pero tras el telón poca cosa hay más aparte de rescatar gatitos en lo alto de un árbol.
Sus ojos se encendieron con el brillo del sharingan. Lo necesitaba para apuntar mejor. Entonces, se inclinó hacia atrás para tomar impulso y, esta vez, no escupió palabras, sino un esputo de verdad. Okane anduvo listo y lo esquivó, cayendo finalmente sobre una de las katanas de la tienda de armas.
—Datsue, ¡por favor! ¡Cálmate! —Okane se escudaba tras el mostrador, que usaba a modo de barrera contra el Uchiha. Cuando éste se iba a la derecha, él a la izquierda. Cuando el otro a la izquierda, él a la inversa—. Si mal no recuerdo, ¡más bien te dije que no era una decisión que debías tomar a la ligera!
—¿Una… decisión? —preguntó, abriendo mucho los ojos, como si no entendiese el significado de aquel vocablo—. ¡Eso no fue una decisión, hijo de puta! ¡Era una oportunidad de negocio! ¡Cero riesgos, me dijiste! ¿Cero riesgos? —Datsue le hizo un corte de manga—. Tu puta madre cero riesgos.
Okane enseñó las palmas de las manos en alto, como pidiendo tregua.
—Vamos, vamos. Seguro que no fue para tanto…
Datsue se quedó estupefacto, como si le hubiesen pegado un bofetón.
—¿Qué no fue para tanto? —pegó tal puñetazo con la base del puño en el cristal del mostrador que fue todo un milagro que no se hiciese añicos—. ¡¿Qué no fue para tanto?! ¡Por Rikudo, mataron a un Jounnin en plena ceremonia, brócoli de mierda! ¡A UNO DE LOS GORDOS! ¡Y va y el recién nombrado Uzukage…! —Datsue se llevó una mano al rostro, contrariado. No sabía si reír o llorar—. Va y… ¡Y nombra Kage a la asesina!
Esta vez, el que quedó estupefacto fue el propio Okane. Cuando al fin se atrevió a hablar, su papada temblaba como un trozo de gelatina tambaleándose:
—B-bueno, seguramente habría algún motivo para…
—¡Al cuerno con los motivos!—rugió Datsue, tirando unas botellas de aceite que regalaban para limpiar las katanas—. ¡Que no me estás entendiendo, cabeza cuadrada! ¡Que me importan un bledo los motivos! Lo que te estoy diciendo, Okane, lo que te estoy diciendo… —respiró hondo, como una madre que intenta hacer entender a su hijo rebelde qué está haciendo mal por la vía diplomática—. Es que pienses —Datsue se dio golpecitos con la punta del dedo en la sien, de forma violenta—. Puedes hacerlo, ¿hmm? Si la nueva Uzukage, cuando aún ni siquiera tenía el poder, se carga a uno de los tipos más influyentes de la Villa, en frente de toda la jodida aldea y sin importarle un bledo todo… ¿Qué haría conmigo, si descubriese mis pequeños trapicheos contigo? ¿Eh? ¿¡Qué crees que haría con un don nadie gennin como yo!?
Okane no respondió. Todavía no habían inventado en Oonindo una respuesta para tal pregunta. No una que agradable para los oídos, al menos.
—Pensaba que eras mi socio. —Pero no, claro que no lo era. Él solo había tenido una socia en la vida, y no volvería a tener nada parecido. Nunca más.
Pero si por algo se caracterizaba Okane, eso era por tener un último as guardado bajo la manga. Siempre tenía un último. Rebuscó algo entre sus bolsillos y le tendió un papel. En el título, un nombre escrito en tinta de oro:
Su salvación...
Uchiha Datsue se encontraba en el puerto desde la primera hora de la mañana. Había madrugado —cosa impensable en él—, se había peinado para la ocasión —con dos trenzas mohicanas a cada lado y un moño arriba—, y hasta había planchado su pantalón y camiseta antes de vestírselos.
Como añadido, unos auriculares. De esos que tapaban toda la oreja y sumergían al oyente en su propio mundo de música y fantasías. Por eso, ni siquiera oyó a Akame cuando éste pasó a pocos metros de él, exclamando su suerte por haber encontrado la embarcación…
—Datsue-kun… ¡Tranquilízate!
—¡Mentiroso estafador chantajista explotador inmoral sin código! ¡TE MATO! —Datsue hilvanaba una palabra con otra, sin tregua, escupiéndolas como una lluvia mortal de estrellas metálicas cayendo del cielo—. No te preocupes, Datsue. Ser shinobi no es tan peligroso como la gente se piensa —dijo con voz exageradamente pomposa y chillona, imitándole—. Son todo luces y artificios, pero tras el telón poca cosa hay más aparte de rescatar gatitos en lo alto de un árbol.
Sus ojos se encendieron con el brillo del sharingan. Lo necesitaba para apuntar mejor. Entonces, se inclinó hacia atrás para tomar impulso y, esta vez, no escupió palabras, sino un esputo de verdad. Okane anduvo listo y lo esquivó, cayendo finalmente sobre una de las katanas de la tienda de armas.
—Datsue, ¡por favor! ¡Cálmate! —Okane se escudaba tras el mostrador, que usaba a modo de barrera contra el Uchiha. Cuando éste se iba a la derecha, él a la izquierda. Cuando el otro a la izquierda, él a la inversa—. Si mal no recuerdo, ¡más bien te dije que no era una decisión que debías tomar a la ligera!
—¿Una… decisión? —preguntó, abriendo mucho los ojos, como si no entendiese el significado de aquel vocablo—. ¡Eso no fue una decisión, hijo de puta! ¡Era una oportunidad de negocio! ¡Cero riesgos, me dijiste! ¿Cero riesgos? —Datsue le hizo un corte de manga—. Tu puta madre cero riesgos.
Okane enseñó las palmas de las manos en alto, como pidiendo tregua.
—Vamos, vamos. Seguro que no fue para tanto…
Datsue se quedó estupefacto, como si le hubiesen pegado un bofetón.
—¿Qué no fue para tanto? —pegó tal puñetazo con la base del puño en el cristal del mostrador que fue todo un milagro que no se hiciese añicos—. ¡¿Qué no fue para tanto?! ¡Por Rikudo, mataron a un Jounnin en plena ceremonia, brócoli de mierda! ¡A UNO DE LOS GORDOS! ¡Y va y el recién nombrado Uzukage…! —Datsue se llevó una mano al rostro, contrariado. No sabía si reír o llorar—. Va y… ¡Y nombra Kage a la asesina!
Esta vez, el que quedó estupefacto fue el propio Okane. Cuando al fin se atrevió a hablar, su papada temblaba como un trozo de gelatina tambaleándose:
—B-bueno, seguramente habría algún motivo para…
—¡Al cuerno con los motivos!—rugió Datsue, tirando unas botellas de aceite que regalaban para limpiar las katanas—. ¡Que no me estás entendiendo, cabeza cuadrada! ¡Que me importan un bledo los motivos! Lo que te estoy diciendo, Okane, lo que te estoy diciendo… —respiró hondo, como una madre que intenta hacer entender a su hijo rebelde qué está haciendo mal por la vía diplomática—. Es que pienses —Datsue se dio golpecitos con la punta del dedo en la sien, de forma violenta—. Puedes hacerlo, ¿hmm? Si la nueva Uzukage, cuando aún ni siquiera tenía el poder, se carga a uno de los tipos más influyentes de la Villa, en frente de toda la jodida aldea y sin importarle un bledo todo… ¿Qué haría conmigo, si descubriese mis pequeños trapicheos contigo? ¿Eh? ¿¡Qué crees que haría con un don nadie gennin como yo!?
Okane no respondió. Todavía no habían inventado en Oonindo una respuesta para tal pregunta. No una que agradable para los oídos, al menos.
—Pensaba que eras mi socio. —Pero no, claro que no lo era. Él solo había tenido una socia en la vida, y no volvería a tener nada parecido. Nunca más.
Pero si por algo se caracterizaba Okane, eso era por tener un último as guardado bajo la manga. Siempre tenía un último. Rebuscó algo entre sus bolsillos y le tendió un papel. En el título, un nombre escrito en tinta de oro:
Soshuro
Su salvación...
•••
Uchiha Datsue se encontraba en el puerto desde la primera hora de la mañana. Había madrugado —cosa impensable en él—, se había peinado para la ocasión —con dos trenzas mohicanas a cada lado y un moño arriba—, y hasta había planchado su pantalón y camiseta antes de vestírselos.
Como añadido, unos auriculares. De esos que tapaban toda la oreja y sumergían al oyente en su propio mundo de música y fantasías. Por eso, ni siquiera oyó a Akame cuando éste pasó a pocos metros de él, exclamando su suerte por haber encontrado la embarcación…
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado