18/05/2017, 23:36
La mente del joven espadachín no encontraba palabras o pensamientos para describir lo que estaba viendo: Su azulado compañero había sido atravesado de lado a lado por el filo de un arma enemiga, y sin embargo, se encontraba rebosante de vida, permitiendo que de su boca se manifestara una jocosa cancioncilla…, en lugar de los chorros de sangre habituales de cuando te apuñalan el pecho. Su cuerpo “herido” se transformo en una coordinada masa acuosa que resulto ser la debilidad predilecta de aquellos seres arcillosos. Su cabeza golpeo la del clon repetidas veces, dejando escapar pequeños caudales de agua en lugar de sangre. El contra ataque finalizo cuando Kaido abrió su boca de forma sobrehumana y, con sus aguzados dientes, propino un formidable mordisco al cuello de su enemigo, dejándolo convertido en un despojo pronto a derrumbarse.
Seguidamente, el de Amegakure dio la orden de ataque que debía de finalizar con la amenaza enemiga. El de ojos grises trato de incorporarse, pero el efecto de la adrenalina ya se le estaba pasando, dejando lugar a un mareo y una torpeza que parecían pequeños en comparación con el dolor que sentía en el torso y en el bíceps.
El resto de enemigos que debían de combatir cayeron con relativa facilidad ante el avance de los soldados ordenados por el nativo de la lluvia.
—“Nada te hace sentir más vivo que el primer respiro luego de una batalla a muerte” —recito el Hakagurē, mientras se dejaba caer sentado, exhausto y herido, al lado de Kaido.
Le dedico una sonrisa serena y altiva, y luego se enfrasco en sostenerse con fuerza el brazo lacerado mientras llegaban a socorrerle para detener el sangrado.
Presa de la embriagues del combate, el Uchiha se arrojo contra el enemigo que había tratado de abatirlo desde lejos. Blandió su arma y le propino repetidas puñaladas al cráneo, hasta que lo dejo hecho pedazos. Con un grito de guerra casi en coro, el oficial atrapado en la retaguardia rival se levanto y comenzó arremeter contra cualquier enemigo que estuviese cerca, apoyándose en el shinobi para salvaguardar mutuamente sus puntos ciegos. En poco tiempo ya habían acabado con quienes pretendían rodearles. Mientras que en la formación que había estado comandando, el resto de los arcillosos encontraron su fin en la brillante táctica de ataque, defensa y avance de los porteadores y soldados.
Noemi también se hallaba a salvo, pues había encontrado la manera de sobrevivir por su cuenta al embate; tanto de la primera arremetida como del último ataque con kunais que uno de los clones tuvo la osadía de intentar.
No fue mucho lo que la rubia tuvo que esperar por ayuda, pues la muchacha que le estuvo acompañando se acerco hasta ella montando un caballo, del cual esperaba compartir montura con la Sakamoto, cosa que le haría falta luego de las magulladuras que aquel altercado le había provocado.
Yarou trato de obtener algunas respuestas del herido y magullado Yosehara, pero esto era demasiado tozudo como para dignarse a responderle… o para permanecer caído y en silencio.
—No es momento para hablar, ninja —dijo, incorporándose con dificultad—. Debemos tratar a los heridos y continuar lo antes posible.
Su voz iba recuperando un poco de fuerza y su enorme contextura le podía hacer pensar a cualquiera que aquellas heridas no bastarían para dejar fuera de combate a Jokei. Se separo de donde estaba Yarou y solo permitió que uno de sus hombres le aplicara los primeros auxilios necesarios.
Naomi, entendiendo que poco podrían hacer para que el alguacil entrara en razón, corrió al lado de su protegido para saber cómo estaba. Sintió una gran pena al ver su accidentada condición, pero la expresión serena y realizada que enmarcaba su rostro le dio un poco de paz. La muchacha se ocupo de vendarle fuertemente las heridas y de regresarle su espada.
La batalla había terminado por el momento, pero el grupo aun no estaba fuera de peligro. Apenas podrían permitirse un tiempo, para preparar el transporte de los heridos y recuperar un poco de aire. El hogar de Nishijima se encontraba cerca y debían seguir avanzando hasta llegar, si es que querían tener un poco de seguridad.
—Aun no estamos a salvo y debemos continuar —mascullo con voz medio baja, que solo pudo ser escuchada por todos debido al terrible silencio posterior a la batalla—. Tienen dos horas para prepararse: Utilicen las literas y los caballos restantes para llevar a los heridos. Los caídos tendrán que quedarse aquí hasta que podamos volver por sus cuerpos.
En aquel momento Jokei Yosehara estaba demostrando el por qué era uno de los hombres mas respetados y menos queridos de la región: Era un sujeto fuerte y comprometido con sus objetivos, pero también podía llegar a ser sumamente insensible y pragmático.
Seguidamente, el de Amegakure dio la orden de ataque que debía de finalizar con la amenaza enemiga. El de ojos grises trato de incorporarse, pero el efecto de la adrenalina ya se le estaba pasando, dejando lugar a un mareo y una torpeza que parecían pequeños en comparación con el dolor que sentía en el torso y en el bíceps.
El resto de enemigos que debían de combatir cayeron con relativa facilidad ante el avance de los soldados ordenados por el nativo de la lluvia.
—“Nada te hace sentir más vivo que el primer respiro luego de una batalla a muerte” —recito el Hakagurē, mientras se dejaba caer sentado, exhausto y herido, al lado de Kaido.
Le dedico una sonrisa serena y altiva, y luego se enfrasco en sostenerse con fuerza el brazo lacerado mientras llegaban a socorrerle para detener el sangrado.
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Presa de la embriagues del combate, el Uchiha se arrojo contra el enemigo que había tratado de abatirlo desde lejos. Blandió su arma y le propino repetidas puñaladas al cráneo, hasta que lo dejo hecho pedazos. Con un grito de guerra casi en coro, el oficial atrapado en la retaguardia rival se levanto y comenzó arremeter contra cualquier enemigo que estuviese cerca, apoyándose en el shinobi para salvaguardar mutuamente sus puntos ciegos. En poco tiempo ya habían acabado con quienes pretendían rodearles. Mientras que en la formación que había estado comandando, el resto de los arcillosos encontraron su fin en la brillante táctica de ataque, defensa y avance de los porteadores y soldados.
Noemi también se hallaba a salvo, pues había encontrado la manera de sobrevivir por su cuenta al embate; tanto de la primera arremetida como del último ataque con kunais que uno de los clones tuvo la osadía de intentar.
No fue mucho lo que la rubia tuvo que esperar por ayuda, pues la muchacha que le estuvo acompañando se acerco hasta ella montando un caballo, del cual esperaba compartir montura con la Sakamoto, cosa que le haría falta luego de las magulladuras que aquel altercado le había provocado.
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Yarou trato de obtener algunas respuestas del herido y magullado Yosehara, pero esto era demasiado tozudo como para dignarse a responderle… o para permanecer caído y en silencio.
—No es momento para hablar, ninja —dijo, incorporándose con dificultad—. Debemos tratar a los heridos y continuar lo antes posible.
Su voz iba recuperando un poco de fuerza y su enorme contextura le podía hacer pensar a cualquiera que aquellas heridas no bastarían para dejar fuera de combate a Jokei. Se separo de donde estaba Yarou y solo permitió que uno de sus hombres le aplicara los primeros auxilios necesarios.
Naomi, entendiendo que poco podrían hacer para que el alguacil entrara en razón, corrió al lado de su protegido para saber cómo estaba. Sintió una gran pena al ver su accidentada condición, pero la expresión serena y realizada que enmarcaba su rostro le dio un poco de paz. La muchacha se ocupo de vendarle fuertemente las heridas y de regresarle su espada.
La batalla había terminado por el momento, pero el grupo aun no estaba fuera de peligro. Apenas podrían permitirse un tiempo, para preparar el transporte de los heridos y recuperar un poco de aire. El hogar de Nishijima se encontraba cerca y debían seguir avanzando hasta llegar, si es que querían tener un poco de seguridad.
—Aun no estamos a salvo y debemos continuar —mascullo con voz medio baja, que solo pudo ser escuchada por todos debido al terrible silencio posterior a la batalla—. Tienen dos horas para prepararse: Utilicen las literas y los caballos restantes para llevar a los heridos. Los caídos tendrán que quedarse aquí hasta que podamos volver por sus cuerpos.
En aquel momento Jokei Yosehara estaba demostrando el por qué era uno de los hombres mas respetados y menos queridos de la región: Era un sujeto fuerte y comprometido con sus objetivos, pero también podía llegar a ser sumamente insensible y pragmático.