19/05/2017, 22:54
Con falda y a lo loco, aunque no estrictamente en el sentido de la frase, la chica salió en persecución del asesino. Obviamente, no sin antes dar el toque de atención al par de chicos de su mesa. Corrió hasta atravesar el umbral de la puerta, quedando ciega por un instante a causa del contraste de luces. Paró por un instante, momento en que uno de los chicos que se hallaba sentado en su mesa aprovechó para tomar la vanguardia.
"¡Allí!" exclamó, y sin intención a ceder el puesto, continuó su carrera en pos de atrapar al maldito cabrón que bien les había impedido escuchar con tranquilidad y mesura a ese gran artista —Rokuro Hei— y su magnífico artilugio azabache. En su rápida e intrépida carrera, fue a tomar una curva, pero retrocedió de manera brusca. Sin pensarlo dos veces, tomó cobertura en la esquina hacia el callejón.
¡CHAS!
De pronto, un proyectil impactó contra la pared.
El chico había reaccionado realmente rápido, una cosa sobresaliente para un civil normal, mucho mas para uno adinerado. ¿Shinobi? La verdad, no parecía otra cosa a causa de esa reacción. Se quejó, blasfemando, e instintivamente informó a su actual compañera de la situación; un tirador apostado tras la esquina del callejón.
«Qué suerte la mía... en un entorno así yo estoy en clara ventaja.»
Posó la mano diestra sobre el hombro mas cercano del chico, y le miró a los ojos mientras su cuerpo se iba deshaciendo en una gran masa de papeles. —Voy a tomar su retaguardia, si el tirador deja su escondite, lo perseguiré... si no mes ves en 30 segundos, tan solo sigue a las mariposas blancas.
Sin mas, la chica se descompuso por completo en hojas de papel. Éstas, rápidamente fueron tomando la forma de aviones de papel, que rápidos como su homogéneo real, buscaron altura y tras ello descenderían en picado contra el agresor desde las alturas. Obviamente, si había un segundo tarado armado, detendría al del arco o ballesta primero, en pos de poder perseguir al asesino. Fuese una u otra, si tenía la opción, y gracias a su velocidad, un picado tomando su forma humana e hincando la rodilla en el cráneo de su oponente sería la opción mas viable.
Entre tanto, con el chico quedaron un par de mariposas de papel, que revoloteaban en un gracioso circulo imaginario, manteniendo el vuelo a apenas unos centímetros del chico. Sus guías, blancas y valientes.
"¡Allí!" exclamó, y sin intención a ceder el puesto, continuó su carrera en pos de atrapar al maldito cabrón que bien les había impedido escuchar con tranquilidad y mesura a ese gran artista —Rokuro Hei— y su magnífico artilugio azabache. En su rápida e intrépida carrera, fue a tomar una curva, pero retrocedió de manera brusca. Sin pensarlo dos veces, tomó cobertura en la esquina hacia el callejón.
¡CHAS!
De pronto, un proyectil impactó contra la pared.
El chico había reaccionado realmente rápido, una cosa sobresaliente para un civil normal, mucho mas para uno adinerado. ¿Shinobi? La verdad, no parecía otra cosa a causa de esa reacción. Se quejó, blasfemando, e instintivamente informó a su actual compañera de la situación; un tirador apostado tras la esquina del callejón.
«Qué suerte la mía... en un entorno así yo estoy en clara ventaja.»
Posó la mano diestra sobre el hombro mas cercano del chico, y le miró a los ojos mientras su cuerpo se iba deshaciendo en una gran masa de papeles. —Voy a tomar su retaguardia, si el tirador deja su escondite, lo perseguiré... si no mes ves en 30 segundos, tan solo sigue a las mariposas blancas.
Sin mas, la chica se descompuso por completo en hojas de papel. Éstas, rápidamente fueron tomando la forma de aviones de papel, que rápidos como su homogéneo real, buscaron altura y tras ello descenderían en picado contra el agresor desde las alturas. Obviamente, si había un segundo tarado armado, detendría al del arco o ballesta primero, en pos de poder perseguir al asesino. Fuese una u otra, si tenía la opción, y gracias a su velocidad, un picado tomando su forma humana e hincando la rodilla en el cráneo de su oponente sería la opción mas viable.
Entre tanto, con el chico quedaron un par de mariposas de papel, que revoloteaban en un gracioso circulo imaginario, manteniendo el vuelo a apenas unos centímetros del chico. Sus guías, blancas y valientes.