21/05/2017, 11:58
El Uchiha no pudo evitar que la comisura derecha de sus labios se torciesen en una sonrisa amarga, de esas que se ponen al oir una vieja anécdota que ahora parece hasta divertida. Había conocido a Kaido en aquella aventura que ahora el Pez mencionaba, como bien atestiguaba su oreja izquierda —a la que le faltaba un trozo de carne en la parte baja, junto al lóbulo—. Akame asintió, dándole la razón.
—Esta vez ando tras mis propios intereses, y no los del artista rico y excéntrico de turno —respondió con sinceridad—. ¿Ah, os conocéis?
Datsue acababa de saludar al Pez como si fuese su compañero de toda la vida. No es que aquello le pareciese extraño —su compañero era un joven carismático que rara vez dejaba indiferente, para bien o para mal, a alguien—, sino que más bien el Uchiha pareció intuir que todos se habían reunido allí para lo mismo. ¿Qué otro motivo podía haber, si no? «Averiguémoslo».
—Si me encontrase a dos shinobi como vosotros aquí, hoy, diría que buscáis echarle el guante a la fortuna de cierto noble al que le quedan dos telediarios... ¿O no?