25/05/2017, 11:50
Akame se detuvo todavía con la empuñadura de su pequeña espada entre los dedos de la mano diestra. Notaba su respiración agitada, su corazón bombeando sangre con tanta fuerza que los latidos retumbaban en sus oídos. Con los ojos todavía rojos por el Sharingan vio cómo el último de los clones de arcilla se desplomaba en el suelo, hecho completamente mierda bajo la naginata de aquel soldado.
«Se ha... ¿Terminado?».
Era la primera vez que el joven Uchiha participaba en una refriega de verdad, más allá de los combates de entrenamiento de la Academia. Notaba todo su cuerpo en tensión y la adrenalina que poco a poco iba purgándose de sus venas. El susurro del bosque, los alaridos de los heridos y el rumor de los supervivientes fueron sustituyendo a la caótica orquesta de la batalla. Habían ganado... Por el momento.
Akame enfundó a Hazama no Goukyuu y se llevó la mano zurda a la oreja. El tacto viscoso de la sangre vino acompañado de un dolor agudo y penetrante; entonces fue consciente, por segunda vez, de que le faltaba un pequeño trozo de carne. No era una herida grave, pero sangraba.
—Has luchado bien, shinobi-san —la voz del soldado le sorprendió—. No te preocupes por eso, alguno de los muchachos te vendará. Tampoco es que vayas a perder mucho —agregó Toturi, mirando fijamente su rostro escuálido y su nariz torcida.
El soldado tenía razón. Akame nunca había sido un chico guapo, nisiquiera reseñable, de modo que una ligera mutilación no suponía el fin del mundo para él.
Akodo Toturi le hizo señas para que le acompañase y ambos pasaron un rato entre vendas, un odre de agua y los heridos o moribundos.
«Se ha... ¿Terminado?».
Era la primera vez que el joven Uchiha participaba en una refriega de verdad, más allá de los combates de entrenamiento de la Academia. Notaba todo su cuerpo en tensión y la adrenalina que poco a poco iba purgándose de sus venas. El susurro del bosque, los alaridos de los heridos y el rumor de los supervivientes fueron sustituyendo a la caótica orquesta de la batalla. Habían ganado... Por el momento.
Akame enfundó a Hazama no Goukyuu y se llevó la mano zurda a la oreja. El tacto viscoso de la sangre vino acompañado de un dolor agudo y penetrante; entonces fue consciente, por segunda vez, de que le faltaba un pequeño trozo de carne. No era una herida grave, pero sangraba.
—Has luchado bien, shinobi-san —la voz del soldado le sorprendió—. No te preocupes por eso, alguno de los muchachos te vendará. Tampoco es que vayas a perder mucho —agregó Toturi, mirando fijamente su rostro escuálido y su nariz torcida.
El soldado tenía razón. Akame nunca había sido un chico guapo, nisiquiera reseñable, de modo que una ligera mutilación no suponía el fin del mundo para él.
Akodo Toturi le hizo señas para que le acompañase y ambos pasaron un rato entre vendas, un odre de agua y los heridos o moribundos.