25/05/2017, 12:03
(Última modificación: 30/05/2017, 12:47 por Uchiha Akame.)
Akame lanzó una mirada reprobatoria a Datsue quien, lejos de tener intenciones de frenar el conflicto, parecía más inclinado a avivarlo. «Una pelea aquí es lo último que necesitamos», caviló el Uchiha. Con sólo mirar alrededor se podían ver varios rostros intimidantes cuyos dueños no parecían ser el tipo de personas que simplemente se quedaban al margen de una buena riña.
Por suerte Kaido pareció mostrar el suficiente ingenio como para no caer en las provocaciones del Uchiha y del kusareño, que no se arrugó pese a estar en —probable— desventaja numérica. Akame asintió, complacido. Nunca había conocido a un ninja de la Hierba, pero si todos eran tan bravos como aquel, quizá las burlas que Datsue siempre hacía sobre ellos estuviesen ligeramente injustificadas.
—Enternecedora, sí —contestó el Uchiha cuando Kaido le confesó que andaba en un viaje genealógico—. Yo, sin embarg...
Datsue le interrumpió para echar un poco más de leña a las ascuas de la violencia. Para más inri, el Uchiha hizo ademán de ocultarse tras Akame. Éste se cruzó de brazos, le lanzó otra mirada molesta y luego negó con la cabeza.
—Será mejor que nos apresuremos, o quizá no quede sitio en ningún barco para nosotros.
Sin dar opción a que ninguno dijese nada que pudiese desembocar —finalmente— en una conversación con los puños, el Uchiha se acercó a la séptima embarcación, concretamente hasta colocarse frente a la mesa donde un escriba del señor tenía pergamino, pincel y tinta y el encargo de apuntar a los que quisieran embarcarse.
—Nombre y ocupación —recitó el hombre, un tipo bien entrado en años con menos pelo en la cabeza que en su frondosa barba entrecana, mientras se ajustaba unos grandes lentes y examinaba de arriba a abajo al Uchiha.
—Uchiha Akame, shinobi de Uzushiogakure no Sato —contestó el aludido, con cierto orgullo.
El escribano asintió brevemente y anotó su nombre en uno de los siete casilleros que había dibujados en el pergamino, y posteriormente su profesión.
—Puede subir. Zarpamos en media hora y la llegada a Isla Monotonía está prevista para las ocho de la noche. Si es portador de alguna enfermedad contagiosa debe notificármelo ahora mismo, bajo pena de ser denunciado si se descubre que miente —recitó, como si se lo supiera de memoria—. El señor Soshuro ha pagado el almuerzo que se les servirá a bordo, pero tendrán que esperar a llegar a la Isla para la cena.
Akame asintió con corrección, y sin más que añadir se apresuró a subir al barco.
Era un navío pequeño y ligero, de dos palos, buena madera y cómodos asientos en la popa. No tenía mascarón de proa, y estaba manejado apenas por un cuarteto de marineros que en ese momento andaban arreglando los aparejos. El Uchiha se acercó a los asientos de madera y se dejó caer sobre uno de ellos, aspirando la brisa marina mientras escuchaba al timonel dar órdenes.