27/06/2015, 20:15
Mientras caminaba el tramo final hasta el puesto de comida, Kazuma, pudo notar que algo faltaba, algo estaba incompleto.
Al principio pensó en la posibilidad de que se le hubiese quedado alguna de sus pertenencias en el patio de la academia, pero inmediatamente se reviso los bolsillos y comprobó que no faltaba nada. Lo segundo que le vino a la mente fueron sus compañeros, había corrido tan a prisa y con tanta ansiedad que cavia la posibilidad de que los hubiera dejado muy atrás.
Para comprobar aquello se giro para mira hacia atrás y a su izquierda, ahí se encontraba Juro que le venía siguiendo de cerca, al parecer también le había cautivado el olor a comida. Seguidamente se giro hacia la izquierda, ahí esperaba encontrar a Nabi, pero este parecía haberse quedado muy atrás.
«Ya veo, era eso, faltaba el gracioso. Ya decía yo que todo estaba con mucha paz»
Pero algo parecía no andar bien, Nabi estaba estático frente a una pared, mientras que con una sonrisa bastante perturbadora agitaba su bastón de un lado a otro. Por un instante pensó en que algo le pudiera haber pasado luego de tantos golpes. Pero inmediatamente se dio cuenta de que no era nada de eso.
«Joder, otra vez esta fantaseando con mierda» —pensó para sí mismo mientras miraba a su perturbado amigo.
Generalmente el Ishimura no perdía el tiempo tratando de comprender los desordenes mentales del rubio. Pero aun así sentía cierta preocupación. Desde el día que Nabi vio a un perro comiéndose sus propios desechos mundanos, no volvió a ser el mismo, ya que de vez en cuando tenía episodios donde se abstraía y se sumergía en un mundo donde podía fantasear con los excrementos de caballos y similares. Todo eso mientras distorsionaba la realidad e ignoraba sus alrededores. Sería como una especie de autohipnosis fetichista, o al menos esa era la conclusión de Kazuma al ver a su amigo así, un amigo que parecía tener tendencias coprofílicas.
—Hey Nabi, despierta de una vez y deja de estar fantaseando con cosas asquerosas —le dijo con un tono de voz un poco más alto del que usaba usualmente.
Si bien el rubio pudo haberle respondido, el pelo blanco seguramente ni podría escucharle, ya que su atención había vuelto a enfocarse en su objetivo.
—Vamos —le dijo a Juro, mientras le hacia un gesto con la mano para que se le acercara—.
Sé que Nabi puede comportarse de una manera perturbadora, pero solo tienes que esperar a que se le pase y estará bien.
Con aquello dicho Kazuma se acerco a la parte frontal del puesto, donde encontró a un hombre de mediana edad y aspecto rudo tirando de él.
—Oh clientes —exclamo el hombre— Bienvenidos jóvenes, han tenido la suerte de encontrarse con el mejor puesto de Takoyaki en el pueblo. Todo de la mejor cálida y frescura, traído desde las costas del remolino —exclamo a modo de animada presentación mientras se colocaba al otro lado del carro, que también hacia las veces de barra de comida— Ahora díganme ¿Qué desean ordenar?
—Este… Deme tres raciones de la especialidad de la casa —pidió Kazuma, mientras aun se recuperaba de la impresión de tan animada atención al cliente, también mientras miraba la lista de precios y ajustaba su pedido a la cantidad de dinero en su bolsillo.
—En seguida salen… Espera me habéis dicho tres, pero solo os veo a ustedes dos —dijo el hombre, refiriendo a Juro que estaba un poco más lejos y Kazuma que estaba más cerca— No me digáis que ese chico con cara de tonto que se encuentra jugando con un palo viene con ustedes —exclamo mientras estiraba su cuello para observar en la dirección en la que se encontraba Nabi.
—Ignórelo, el es medianamente inofensivo —dijo Kazuma, mientras hacia un gesto con la mano para quitarle importancia al asunto.
—Vale lo ignorare del todo, pero os digo que la gente con esos aires solo trae problemas.
—Y que lo diga —expreso Kazuma, mientras dejaba escapar una risilla que solo él podría oír.
Al principio pensó en la posibilidad de que se le hubiese quedado alguna de sus pertenencias en el patio de la academia, pero inmediatamente se reviso los bolsillos y comprobó que no faltaba nada. Lo segundo que le vino a la mente fueron sus compañeros, había corrido tan a prisa y con tanta ansiedad que cavia la posibilidad de que los hubiera dejado muy atrás.
Para comprobar aquello se giro para mira hacia atrás y a su izquierda, ahí se encontraba Juro que le venía siguiendo de cerca, al parecer también le había cautivado el olor a comida. Seguidamente se giro hacia la izquierda, ahí esperaba encontrar a Nabi, pero este parecía haberse quedado muy atrás.
«Ya veo, era eso, faltaba el gracioso. Ya decía yo que todo estaba con mucha paz»
Pero algo parecía no andar bien, Nabi estaba estático frente a una pared, mientras que con una sonrisa bastante perturbadora agitaba su bastón de un lado a otro. Por un instante pensó en que algo le pudiera haber pasado luego de tantos golpes. Pero inmediatamente se dio cuenta de que no era nada de eso.
«Joder, otra vez esta fantaseando con mierda» —pensó para sí mismo mientras miraba a su perturbado amigo.
Generalmente el Ishimura no perdía el tiempo tratando de comprender los desordenes mentales del rubio. Pero aun así sentía cierta preocupación. Desde el día que Nabi vio a un perro comiéndose sus propios desechos mundanos, no volvió a ser el mismo, ya que de vez en cuando tenía episodios donde se abstraía y se sumergía en un mundo donde podía fantasear con los excrementos de caballos y similares. Todo eso mientras distorsionaba la realidad e ignoraba sus alrededores. Sería como una especie de autohipnosis fetichista, o al menos esa era la conclusión de Kazuma al ver a su amigo así, un amigo que parecía tener tendencias coprofílicas.
—Hey Nabi, despierta de una vez y deja de estar fantaseando con cosas asquerosas —le dijo con un tono de voz un poco más alto del que usaba usualmente.
Si bien el rubio pudo haberle respondido, el pelo blanco seguramente ni podría escucharle, ya que su atención había vuelto a enfocarse en su objetivo.
—Vamos —le dijo a Juro, mientras le hacia un gesto con la mano para que se le acercara—.
Sé que Nabi puede comportarse de una manera perturbadora, pero solo tienes que esperar a que se le pase y estará bien.
Con aquello dicho Kazuma se acerco a la parte frontal del puesto, donde encontró a un hombre de mediana edad y aspecto rudo tirando de él.
—Oh clientes —exclamo el hombre— Bienvenidos jóvenes, han tenido la suerte de encontrarse con el mejor puesto de Takoyaki en el pueblo. Todo de la mejor cálida y frescura, traído desde las costas del remolino —exclamo a modo de animada presentación mientras se colocaba al otro lado del carro, que también hacia las veces de barra de comida— Ahora díganme ¿Qué desean ordenar?
—Este… Deme tres raciones de la especialidad de la casa —pidió Kazuma, mientras aun se recuperaba de la impresión de tan animada atención al cliente, también mientras miraba la lista de precios y ajustaba su pedido a la cantidad de dinero en su bolsillo.
—En seguida salen… Espera me habéis dicho tres, pero solo os veo a ustedes dos —dijo el hombre, refiriendo a Juro que estaba un poco más lejos y Kazuma que estaba más cerca— No me digáis que ese chico con cara de tonto que se encuentra jugando con un palo viene con ustedes —exclamo mientras estiraba su cuello para observar en la dirección en la que se encontraba Nabi.
—Ignórelo, el es medianamente inofensivo —dijo Kazuma, mientras hacia un gesto con la mano para quitarle importancia al asunto.
—Vale lo ignorare del todo, pero os digo que la gente con esos aires solo trae problemas.
—Y que lo diga —expreso Kazuma, mientras dejaba escapar una risilla que solo él podría oír.