2/06/2017, 23:38
—¡Un jodido profesional! —rugió Datsue, rodeando por el cuello al capitán con un brazo y atrayéndolo hacia él. Luego le dio tal palmada en el pecho que hubiese dejado sin aliento a más de uno. No a él, sin embargo, cuya caja torácica parecía la armadura de un antiguo samurai—. ¡Ueeeee! ¡Ueeee! ¡Abran paso a la celebridad! —vitoreaba Datsue, ahuecando las manos alrededor de la boca, mientras Akame se escurría como una serpiente entre el gentío.
Sí, aquel día Uchiha Datsue estaba más feliz de lo normal. Aunque, ¿por qué no iba a estarlo? Se iban de campamento de verano. Un campamento intercultural, donde se reuniría lo mejor de cada Villa. Pero lo mejor de todo no era eso, ni muchísimo menos. Lo mejor era el torneo que allí mismo se celebraría. «¿Y qué sería de un buen torneo sin sus apuestas clandestinas?»
—Nada. Absolutamente nada —murmuró para sí. El Uchiha hasta se había preparado ya una pequeña tabla para las apuestas. Como norma general, ofrecería diez veces lo apostado por cualquier Kusareño, el doble de lo apostado por un Uzureño y el cincuenta por ciento por un Ameriense. Como excepción a la regla, tenía a Akame, a quien había puesto un interrogante que esperaba resolver en aquel mismo viaje. ¿Se tomaría en serio aquel torneo? ¿O se reservaría para el Chunnin? Resueltas aquellas preguntas, decidiría un porcentaje u otro.
El mayor de los Uchihas subió al fin al barco, evidenciando sus diferencias. Mientras que Datsue era un chico bien arreglado, y con la piel tan fina y cuidado como la del culo de un bebé, Akame no podía ser más opuesto: rudo, con la nariz machacada y vendajes por todo el cuerpo, transmitiendo por los cuatro costados la imagen de un viejo perro de pelea.
Se miró el diamante tatuado en el dedo. A veces le recordaba tanto a…
—Buenos días, Datsue-kun. Veo que te has anticipado.
El Uchiha sacudió la cabeza, sacándose aquellos pensamientos de la mente.
—La situación lo ameritaba —comentó, recobrando el brillo de la codicia en los ojos—. Te presento al capitán Togo, a quien conocí en una de mis muchas y exitosas misiones de rango S.
—¡Ja! Con la lengua que tienes, te creo capaz de convencer a tus superiores de que la ausencia de mi firma se debía en realidad a que se había evaporado la tinta, ¡y no por tu estrepitoso fracaso!
Datsue le miró, atónito.
—¡Oye, pues no se me había ocurrido! —exclamó, tomando nota mental de aquella excusa.
Togo hizo un ademán con la mano, como dándole por un caso perdido.
—¡Está bien, muchachos! ¡Quitad amarres, izad las velas! —rugió, mientras se alejaba de los ninjas—. ¡Es hora de volver a casa! ¡Es hora de volver a la mar!
Datsue, mientras tanto, se aupó a la barandilla de madera de un lateral del barco y se sentó. Akame tendría que hacer lo mismo, si quería sentarse, pues por mucho que buscó, no halló silla alguna donde posarse. Era eso o el suelo.
—Sí, yo también lo creo —dijo, en referencia al día que se ahorrarían de viaje comentado por Akame—. Por no hablar de que llegaremos más descansados para el torneo. ¿Cómo te ves? ¿Con posibilidades de hacer un buen papel?
Sí, aquel día Uchiha Datsue estaba más feliz de lo normal. Aunque, ¿por qué no iba a estarlo? Se iban de campamento de verano. Un campamento intercultural, donde se reuniría lo mejor de cada Villa. Pero lo mejor de todo no era eso, ni muchísimo menos. Lo mejor era el torneo que allí mismo se celebraría. «¿Y qué sería de un buen torneo sin sus apuestas clandestinas?»
—Nada. Absolutamente nada —murmuró para sí. El Uchiha hasta se había preparado ya una pequeña tabla para las apuestas. Como norma general, ofrecería diez veces lo apostado por cualquier Kusareño, el doble de lo apostado por un Uzureño y el cincuenta por ciento por un Ameriense. Como excepción a la regla, tenía a Akame, a quien había puesto un interrogante que esperaba resolver en aquel mismo viaje. ¿Se tomaría en serio aquel torneo? ¿O se reservaría para el Chunnin? Resueltas aquellas preguntas, decidiría un porcentaje u otro.
El mayor de los Uchihas subió al fin al barco, evidenciando sus diferencias. Mientras que Datsue era un chico bien arreglado, y con la piel tan fina y cuidado como la del culo de un bebé, Akame no podía ser más opuesto: rudo, con la nariz machacada y vendajes por todo el cuerpo, transmitiendo por los cuatro costados la imagen de un viejo perro de pelea.
Se miró el diamante tatuado en el dedo. A veces le recordaba tanto a…
—Buenos días, Datsue-kun. Veo que te has anticipado.
El Uchiha sacudió la cabeza, sacándose aquellos pensamientos de la mente.
—La situación lo ameritaba —comentó, recobrando el brillo de la codicia en los ojos—. Te presento al capitán Togo, a quien conocí en una de mis muchas y exitosas misiones de rango S.
—¡Ja! Con la lengua que tienes, te creo capaz de convencer a tus superiores de que la ausencia de mi firma se debía en realidad a que se había evaporado la tinta, ¡y no por tu estrepitoso fracaso!
Datsue le miró, atónito.
—¡Oye, pues no se me había ocurrido! —exclamó, tomando nota mental de aquella excusa.
Togo hizo un ademán con la mano, como dándole por un caso perdido.
—¡Está bien, muchachos! ¡Quitad amarres, izad las velas! —rugió, mientras se alejaba de los ninjas—. ¡Es hora de volver a casa! ¡Es hora de volver a la mar!
Datsue, mientras tanto, se aupó a la barandilla de madera de un lateral del barco y se sentó. Akame tendría que hacer lo mismo, si quería sentarse, pues por mucho que buscó, no halló silla alguna donde posarse. Era eso o el suelo.
—Sí, yo también lo creo —dijo, en referencia al día que se ahorrarían de viaje comentado por Akame—. Por no hablar de que llegaremos más descansados para el torneo. ¿Cómo te ves? ¿Con posibilidades de hacer un buen papel?
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado