3/06/2017, 18:17
Mientras Kaido intentaba congeniar con su viejo compañero de aventuras, Riko pudo comprobar cómo dos hombres, sucios y con el cuerpo bañado en carbón, se adentraron a la habitación con el fin de alzar a Datsue de su camilla y llevarlo a una habitación contigua, a dónde alguien se ocuparía de él y de su herida más apropiadamente.
El escualo observó aquello como quien sabe haberlo visto antes, y le dio dos palmadas a su compañero Riko antes de que éste quisiese responder, a fin de darle cierta tranquilidad.
—Tranquilo, seguro lo llevan a donde Soroku. La única vez que le he visto poner la marca, también decidió tener una larga conversación con el marcado. Tienen que hablar de negocios, ya sabes. Ahora, cuéntame, ¿qué has estado haciendo desde entonces, que logramos salir con vida de Inaka?
Datsue de pronto comenzó a recuperar la conciencia, como si se estuviese despertando de un mal sueño. No supo dónde se encontraba, desde luego, aunque mientras fuera recuperando la visión, podría ir observando los vestigios de lo que parecía ser un raído despacho, donde el olor a mecha y fuego predominaba el ambiente.
Poco después, el dolor de su antebrazo volvió a aparecer, aunque no tan fuerte como recordaba al momento de que Shinajaka le hiciera mella con el hierro candente. En su brazo, la marca yacía levemente curada, dejando ver la rojiza cicatriz con la forma del estandarte al que ahora Datsue respondía.
Y frente a él, Soroku, aguardaba paciente. Expectante, y ligeramente preocupado por su "cliente".
—¿Cómo te sientes, Datsue-san? —increpó, quizás reconfortante para el afligido observador, quien a diferencia del mismo herrero, su quemada no era tan grotesca como la que ataviaba el rostro del mismísimo Soroku.
El escualo observó aquello como quien sabe haberlo visto antes, y le dio dos palmadas a su compañero Riko antes de que éste quisiese responder, a fin de darle cierta tranquilidad.
—Tranquilo, seguro lo llevan a donde Soroku. La única vez que le he visto poner la marca, también decidió tener una larga conversación con el marcado. Tienen que hablar de negocios, ya sabes. Ahora, cuéntame, ¿qué has estado haciendo desde entonces, que logramos salir con vida de Inaka?
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Datsue de pronto comenzó a recuperar la conciencia, como si se estuviese despertando de un mal sueño. No supo dónde se encontraba, desde luego, aunque mientras fuera recuperando la visión, podría ir observando los vestigios de lo que parecía ser un raído despacho, donde el olor a mecha y fuego predominaba el ambiente.
Poco después, el dolor de su antebrazo volvió a aparecer, aunque no tan fuerte como recordaba al momento de que Shinajaka le hiciera mella con el hierro candente. En su brazo, la marca yacía levemente curada, dejando ver la rojiza cicatriz con la forma del estandarte al que ahora Datsue respondía.
Y frente a él, Soroku, aguardaba paciente. Expectante, y ligeramente preocupado por su "cliente".
—¿Cómo te sientes, Datsue-san? —increpó, quizás reconfortante para el afligido observador, quien a diferencia del mismo herrero, su quemada no era tan grotesca como la que ataviaba el rostro del mismísimo Soroku.