4/06/2017, 20:32
(Última modificación: 29/07/2017, 02:41 por Amedama Daruu.)
—¡Pues no se hable más! —zanjó Karoi, sacudiéndose las manos entre sí—. ¡Nos vamos de viaje al Valle de los Dojos, chicos!
Daruu tragó saliva y lo miró un momento, luego a Zetsuo de nuevo. Estaba claro que esos dos aún no habían arreglado sus diferencias, pero Ayame se había marchado al interior de la casa a por sus cosas —supuso él— y Zetsuo no había dicho ni una sóla palabra, aunque si los ojos tuvieran filos los de Zetsuo serían Uchigatanas. El padre de Ayame clavó un instante la hoja sobre la nuca de Karoi, y luego salió en busca de su hija.
«Espero que no la tome con ella...»
El muchacho se había quedado a solas con el hermano y el tío de Ayame. Su tío parecía buena persona, pero desde luego su personalidad chocaba con el resto de la familia Aotsuki. Era como una Ayame pero sin la mitad insegura y tímida de Ayame. Es decir, todo entusiasmo y energía.
Eso no hacía que le impusiera menos. Sólo estar al lado suyo ya le ponía nervioso. Y el silencio que habían tejido entre los tres era tan denso como la mentalidad de Akame.
—Ya estoy lista. ¡Adiós, Kōri! ¡Que no se os olvide venir a verme en el torneo! —Ayame les sorprendió con energía rompiendo dicho silencio. Daruu dio un pequeño bote.
—Hasta pronto —respondió Kori.
Los tres salieron de la casa de Ayame y Karoi se les adelantó por el largo pasillo hasta el ascensor. Iba tarareando una canción que Daruu desconocía.
—Siento haberte involucrado en algo tan... complicado... —le susurró Ayame.
Daruu se sonrojó y se inclinó hacia ella.
—Se me ha debido de ver la cara de panoli que te cagas —susurró él—. Oye, ¿de qué va esto? ¿Es tu tío de verdad? Perdón, quiero decir... No lo he visto nunca por la aldea, y mamá no lo ha mencionado tampoco.
—¡Vamos, vamos! Tenemos un laaaargo viaje por delante.
Daruu se afanó por seguirle los pasos y los tres entraron en el ascensor.
—¿Vamos a ir a pie? ¿Dónde está el Valle de los Dojos, exactamente?
—Está en el País del Fuego. Un día y poco más, si usamos las pasarelas de El Túnel —explicó Daruu, que venía ya estudiado de casa—. Está al lado de Yachi, donde tenemos una cabaña de vacaciones. Lo que pasa es que para llegar al valle habrá que rodear las montañas. Las vemos desde allí siempre, son giganteeeescas.
»Pensándolo bien, ¿qué os parece si... acampamos allí? Hay cocina y todo, podemos calentarnos la comida y hay una habitación de invitados y un sofá cama. Mejor que al raso.
Daruu tragó saliva y lo miró un momento, luego a Zetsuo de nuevo. Estaba claro que esos dos aún no habían arreglado sus diferencias, pero Ayame se había marchado al interior de la casa a por sus cosas —supuso él— y Zetsuo no había dicho ni una sóla palabra, aunque si los ojos tuvieran filos los de Zetsuo serían Uchigatanas. El padre de Ayame clavó un instante la hoja sobre la nuca de Karoi, y luego salió en busca de su hija.
«Espero que no la tome con ella...»
El muchacho se había quedado a solas con el hermano y el tío de Ayame. Su tío parecía buena persona, pero desde luego su personalidad chocaba con el resto de la familia Aotsuki. Era como una Ayame pero sin la mitad insegura y tímida de Ayame. Es decir, todo entusiasmo y energía.
Eso no hacía que le impusiera menos. Sólo estar al lado suyo ya le ponía nervioso. Y el silencio que habían tejido entre los tres era tan denso como la mentalidad de Akame.
—Ya estoy lista. ¡Adiós, Kōri! ¡Que no se os olvide venir a verme en el torneo! —Ayame les sorprendió con energía rompiendo dicho silencio. Daruu dio un pequeño bote.
—Hasta pronto —respondió Kori.
Los tres salieron de la casa de Ayame y Karoi se les adelantó por el largo pasillo hasta el ascensor. Iba tarareando una canción que Daruu desconocía.
—Siento haberte involucrado en algo tan... complicado... —le susurró Ayame.
Daruu se sonrojó y se inclinó hacia ella.
—Se me ha debido de ver la cara de panoli que te cagas —susurró él—. Oye, ¿de qué va esto? ¿Es tu tío de verdad? Perdón, quiero decir... No lo he visto nunca por la aldea, y mamá no lo ha mencionado tampoco.
—¡Vamos, vamos! Tenemos un laaaargo viaje por delante.
Daruu se afanó por seguirle los pasos y los tres entraron en el ascensor.
—¿Vamos a ir a pie? ¿Dónde está el Valle de los Dojos, exactamente?
—Está en el País del Fuego. Un día y poco más, si usamos las pasarelas de El Túnel —explicó Daruu, que venía ya estudiado de casa—. Está al lado de Yachi, donde tenemos una cabaña de vacaciones. Lo que pasa es que para llegar al valle habrá que rodear las montañas. Las vemos desde allí siempre, son giganteeeescas.
»Pensándolo bien, ¿qué os parece si... acampamos allí? Hay cocina y todo, podemos calentarnos la comida y hay una habitación de invitados y un sofá cama. Mejor que al raso.