4/06/2017, 21:14
El joven médico de cabello pelirrojo reclamaba una vez más que le dijesen Kei en vez de su nombre completo, Manase Mogura no iba a ser tan atrevido como para hacer esa clase de cosas. Así que simplemente ignoro su petición.
¿Un humilde médico como yo en un torneo? ¿Qué podría hacer? ¿Curar a mi oponente hasta que se rinda?
Se permitió bromear por un momento. Esperaba realmente que su broma muriese en ese instante y que nadie dijese nada más.
El tercero que parecía ser un desconocido para ambos, resultaría llamarse Umikiba Kaido, este recordaría que estaban saliendo tarde y que probablemente poca gente saldría por la entrada de la aldea durante esas horas, al menos con el destino que ellos compartían.
El gesto de la palmada en la espalda fue sin duda alguna un pésimo inicio de una relación. Mogura evito hacer cualquier clase de comentario al respecto y mantener un semblante tan calmado como Amenokami se lo permitiese.
—Tenemos dos jodidos días y medios de viaje por delante, compañeros. Y en vista de el poco margen de maniobra que tenemos respecto al tiempo, probablemente deberíamos partir ahora mismo. Ahora, no sé qué coño teníais pensado hacer vosotros, pero a mí me parece buena opción darle corrido hasta el anochecer de hoy y acampar en las llanuras, al menos que queráis continuar viajando de noche. De todas maneras, nos tomará otro día entero llegar hasta Yachi, donde me parece que podríamos alquilar una carreta que nos adentre hasta el país del Fuego, territorio que además de ajeno, pues no conocemos demasiado bien.
¡Qué sujeto tan hablador! No llevaba delante de él ni 5 minutos que ya estaba casi hartado de escucharle, realmente era la representación de todo lo que no debía hacerse cuando se conocía a alguien. Al menos a ojos de Mogura.
Me parece un buen plan, Umikiba-san.
Concedió el joven médico de cabello azabache para poder apartarse lo más pronto posible, se pasaría entonces la mano por el pelo, arreglandose el peinado, aunque no fuese necesario.
¿Un humilde médico como yo en un torneo? ¿Qué podría hacer? ¿Curar a mi oponente hasta que se rinda?
Se permitió bromear por un momento. Esperaba realmente que su broma muriese en ese instante y que nadie dijese nada más.
El tercero que parecía ser un desconocido para ambos, resultaría llamarse Umikiba Kaido, este recordaría que estaban saliendo tarde y que probablemente poca gente saldría por la entrada de la aldea durante esas horas, al menos con el destino que ellos compartían.
El gesto de la palmada en la espalda fue sin duda alguna un pésimo inicio de una relación. Mogura evito hacer cualquier clase de comentario al respecto y mantener un semblante tan calmado como Amenokami se lo permitiese.
—Tenemos dos jodidos días y medios de viaje por delante, compañeros. Y en vista de el poco margen de maniobra que tenemos respecto al tiempo, probablemente deberíamos partir ahora mismo. Ahora, no sé qué coño teníais pensado hacer vosotros, pero a mí me parece buena opción darle corrido hasta el anochecer de hoy y acampar en las llanuras, al menos que queráis continuar viajando de noche. De todas maneras, nos tomará otro día entero llegar hasta Yachi, donde me parece que podríamos alquilar una carreta que nos adentre hasta el país del Fuego, territorio que además de ajeno, pues no conocemos demasiado bien.
¡Qué sujeto tan hablador! No llevaba delante de él ni 5 minutos que ya estaba casi hartado de escucharle, realmente era la representación de todo lo que no debía hacerse cuando se conocía a alguien. Al menos a ojos de Mogura.
Me parece un buen plan, Umikiba-san.
Concedió el joven médico de cabello azabache para poder apartarse lo más pronto posible, se pasaría entonces la mano por el pelo, arreglandose el peinado, aunque no fuese necesario.
Hablo - Pienso