4/06/2017, 23:37
(Última modificación: 29/07/2017, 02:41 por Amedama Daruu.)
—Se me ha debido de ver la cara de panoli que te cagas —susurró él, y Ayame no pudo evitar soltar una risilla—. Oye, ¿de qué va esto? ¿Es tu tío de verdad? Perdón, quiero decir... No lo he visto nunca por la aldea, y mamá no lo ha mencionado tampoco.
—Pues... eso dice papá, así que supongo que será verdad... —respondió, no muy convencida—. No tienes que disculparte, yo tampoco le conocía hast...
—¡Vamos, vamos! Tenemos un laaaargo viaje por delante.
La insistencia de Karoi interrumpió sus palabras, y los dos chicos apretaron el paso para entrar con él en el ascensor. Una vez se cerraron las puertas e iniciaron el descenso, Ayame se atrevió a preguntar por la ubicación de los dojos.
—Está en el País del Fuego. Un día y poco más, si usamos las pasarelas de El Túnel —explicó Daruu, que venía ya estudiado de casa.
—¡Y ese es precisamente el plan! —intervino Karoi, alegremente.
—Está al lado de Yachi, donde tenemos una cabaña de vacaciones. Lo que pasa es que para llegar al valle habrá que rodear las montañas. Las vemos desde allí siempre, son giganteeeescas. Pensándolo bien, ¿qué os parece si... acampamos allí? Hay cocina y todo, podemos calentarnos la comida y hay una habitación de invitados y un sofá cama. Mejor que al raso.
—¿Tenéis una cabaña allí? ¡Qué guay! —exclamó Ayame, justo en el momento en el que el timbre del ascensor indicaba que habían llegado a la planta baja del edificio—. Pero... ¿Seguro que no habrá problema en que pasemos allí una noche?
El grupo salió del edificio, encabezados por Karoi. Juntos, atravesaron las calles de Amegakure y enseguida llegaron a las puertas Amegakure. El asfixiante abrazo de los rascacielos se abrió al espacio abierto de la naturaleza. Fue entonces cuando Karoi se volvió hacia los dos chicos. Los miró con los ojos entrecerrados, y una sonrisa picaresca asomó en su rostro.
—Bueeeeeno, ahora que estamos lejos de los ojos de ese padre tuyo, decidme. Con confianza. ¿Sois novios?
—¡¿Q... QUÉ?! —aulló Ayame, y su grito debió asustar a un águila que sobrevolaba sus cabezas, porque aquella emitió también un graznido de alarma—. N... no... nosotros somos amigos... compañeros de equipo, nada más. ¿A que sí, Daruu-kun?
—Pues... eso dice papá, así que supongo que será verdad... —respondió, no muy convencida—. No tienes que disculparte, yo tampoco le conocía hast...
—¡Vamos, vamos! Tenemos un laaaargo viaje por delante.
La insistencia de Karoi interrumpió sus palabras, y los dos chicos apretaron el paso para entrar con él en el ascensor. Una vez se cerraron las puertas e iniciaron el descenso, Ayame se atrevió a preguntar por la ubicación de los dojos.
—Está en el País del Fuego. Un día y poco más, si usamos las pasarelas de El Túnel —explicó Daruu, que venía ya estudiado de casa.
—¡Y ese es precisamente el plan! —intervino Karoi, alegremente.
—Está al lado de Yachi, donde tenemos una cabaña de vacaciones. Lo que pasa es que para llegar al valle habrá que rodear las montañas. Las vemos desde allí siempre, son giganteeeescas. Pensándolo bien, ¿qué os parece si... acampamos allí? Hay cocina y todo, podemos calentarnos la comida y hay una habitación de invitados y un sofá cama. Mejor que al raso.
—¿Tenéis una cabaña allí? ¡Qué guay! —exclamó Ayame, justo en el momento en el que el timbre del ascensor indicaba que habían llegado a la planta baja del edificio—. Pero... ¿Seguro que no habrá problema en que pasemos allí una noche?
El grupo salió del edificio, encabezados por Karoi. Juntos, atravesaron las calles de Amegakure y enseguida llegaron a las puertas Amegakure. El asfixiante abrazo de los rascacielos se abrió al espacio abierto de la naturaleza. Fue entonces cuando Karoi se volvió hacia los dos chicos. Los miró con los ojos entrecerrados, y una sonrisa picaresca asomó en su rostro.
—Bueeeeeno, ahora que estamos lejos de los ojos de ese padre tuyo, decidme. Con confianza. ¿Sois novios?
—¡¿Q... QUÉ?! —aulló Ayame, y su grito debió asustar a un águila que sobrevolaba sus cabezas, porque aquella emitió también un graznido de alarma—. N... no... nosotros somos amigos... compañeros de equipo, nada más. ¿A que sí, Daruu-kun?