5/06/2017, 00:07
En vista de la aprobación de los dos nuevos conocidos a viajar juntos, finalmente el escualo asintió con la cabeza y dobló apropiadamente su mapa, guardándolo de nuevo en su mochila. Tomó de su cinturón el termo que siempre llevaba consigo, le metió un buen trago al mismo y sintiéndose plenamente hidratado, lo volvió a colgar, y comenzó a caminar. Detrás de ellos, poco a poco, la majestuosa figura de su aldea iba quedando atrás, y los extravagantes rascacielos se iban haciendo más y más lejanos según éstos fueran avanzando hacia su más inminente destino, las lejanas y secas tierras del País del fuego.
Lo único que les acompañaría sería la incesante lluvia, que sin importar qué necesitase el viajero, siempre estaría allí presente, empapándoles sin ninguna contemplación.
—Y bien, Manase Mogura —le increpó, con ánimos de saciar su curiosidad—. si no vas a competir en el torneo, ¿para qué viajas entonces? ¿tienes a un buen amigo al cual querrás animar, o algo por el estilo?
Lo único que les acompañaría sería la incesante lluvia, que sin importar qué necesitase el viajero, siempre estaría allí presente, empapándoles sin ninguna contemplación.
—Y bien, Manase Mogura —le increpó, con ánimos de saciar su curiosidad—. si no vas a competir en el torneo, ¿para qué viajas entonces? ¿tienes a un buen amigo al cual querrás animar, o algo por el estilo?