5/06/2017, 03:57
Ahora la férrea mirada del anciano se enfrentaba contra los tres jóvenes que exigían las respuestas pertinentes. La tensión alcanzo un punto máximo, e incluso Naomi, que se había quedado atrás, sintió como si algo malo estuviese a punto de pasar, como una tetera que está a punto liberar el ardiente vapor que la presiona desde el interior.
De pronto, el escultor estallo en un ataque hilaridad, dejando escapar una risa capaz de perturbar el sentido común y paciencia de cualquiera que viese tan excéntrico espectáculo.
—Sí, un cretino… Es algo que me han dicho toda la vida —admitió, mientras recuperaba el aire y se reacomodaba entre sus cojines caros—. Aunque ese tipo de críticas me tiene sin cuidado, soy demasiado formidable como para que me afecte una opinión ajena a la mía.
“Puede que la palabra adecuada sea arrogante, en lugar de formidable.” pensó, mientras el señor Nishijima le sonreía con aire de superioridad.
—El viaje ha sido largo y extenuante, Satomu-san. Hombres han muerto para que llegásemos hasta aquí —recordó entonces a Tamaro, a su mujer y a su hija—. ¿Va a decirnos, por fin, qué es eso que quiere de nosotros?
—Es natural, Akame-kun, en este mundo la pérdida es parte de la vida, y la pérdida de la vida en si es parte de la naturaleza —aseguro a modo de reproche, dejando escapar el humo de sus pulmones—. Yo supuse que algo así sucedería, pero siendo ninjas no creí que resultara un golpe tan fuerte para su moral… ¿O es que en mis años de reclusión los shinobis y las kunoichis han adquirido un renovado aprecio por la vida ajena y un visceral desprecio por las muertes a su alrededor? De ser así, me parece muy poco digno de su naturaleza.
Mas allá de todo lo adornado de sus palabras, aquel sujeto le estaba dando un sermón sobre lo mal que se veía la sensiblería en un ninja. Puede que el fuera de aquellos que consideraba a los de aquella profesión como meras herramientas, con solo un poco mas de valor que los cinceles y martillos con los que solía trabajar. A nivel humano era un punto de vista insultante, pero de alguna forma encajaba perfectamente con el ideal primitivo de lo que era un ninja: una herramienta que estaba más allá de conceptos como el bien y el mal, y de apreciaciones sobre la vida y la muerte.
—Y mejor que sea rápido, antes de que el ninja que nos atacó allí afuera quiera terminar su trabajo. ¿Qué busca usted de nosotros, y qué buscan ellos, los que veían desde las sombras como su trampa iba cobrándose una a una la vida de los soldados del Alguacil más vendido de la historia de todo Oonindo?
Habiendo bailado alrededor de la primera pregunta, buscando evadirla parcialmente, tomo un pequeño durazno de una bandeja cercana y le dio un buen mordisco. Todo esto mientras se planteaba lo dicho por el joven azulado.
—Te noto un poco alterado muchacho de Amegakure, quizás quieras un poco de cha o darle una probada a mi pipa, aunque puede que la esencia sea un poco fuerte para alguien tan joven como lo eres tú —Al ver la negativa en los rostros de los presentes sonrió y continuo con su hablar—. La verdad es que no sé quien pudo haberlos atacado, pero tengo mis propias sospechas y conjeturas al respecto.
Con aquello dejo su pipa a un lado y se reclino en los cojines con hilo de oro, cruzando los brazos detrás de su cabeza y perdiendo la mirada en la elegante lámpara de cristal que colgaba del techo.
—¿Sabes algo, Kaido-kun? —pregunto, usando su nombre como si ya se hubiese presentado—. Creo que Yosehara preferiría que le llamasen el alguacil mejor pagado de todo Oonindo, aunque vendría a ser lo mismo.
Se rio un poco y luego se levanto, tratando de componer un aspecto de suma seriedad antes de hablar.
—Me gustaría decir que aquellos sujetos solo querían dinero, un poco de mi fortuna: Realizar un secuestro y ver cuánto estaba dispuesto a pagar —Aquello parecía resultarle gracioso, el que alguien creyese que cedería su oro ante una extorción—. Pero lo más probable es que se trate de alguien que quiere verme muerto… Aunque es una lista incomprensiblemente larga… Digo, no es que me quede mucho tiempo, y parece que quienes me odian quieren conseguir un poco de mi, y arrebatarme la pacifica muerte que la edad me promete.
»Me resulta muy tétrico todo aquello de torturar y hacer sufrir a una persona antes de dejarla morir.
—Imagino que se debe de encontrar extrañado sobre esta situación, perplejo sobre el porqué hay tanta gente que le odia con vehemencia. —Su sarcasmo era notable y castigador.
—Esto… no, en realidad si lo tengo todo muy claro, y sé que tanto me lo merezco, pero eso no implica que esté dispuesto a renunciar a una pacifica muerte rodeado de todos mis lujos.
“Este tipo es insufrible, un sínico y un descarado.”
—Bien, ya me ha quedado claro que hay mucha gente que quiere darle una muerte que seguro se merece.
—Eso es, ya estas entendiendo el porqué no podía simplemente ir a buscarles.
—La pregunta es: ¿Por qué razón nos ha hecho venir hasta aquí?
—Puedo responder eso con otra pregunta: ¿Qué tanto saben sobre el legado inmortal que fluye por sus venas? —pregunto emocionado, lanzando la interrogante a los tres jóvenes—. ¿saben realmente quiénes son y que representan?
De pronto, el escultor estallo en un ataque hilaridad, dejando escapar una risa capaz de perturbar el sentido común y paciencia de cualquiera que viese tan excéntrico espectáculo.
—Sí, un cretino… Es algo que me han dicho toda la vida —admitió, mientras recuperaba el aire y se reacomodaba entre sus cojines caros—. Aunque ese tipo de críticas me tiene sin cuidado, soy demasiado formidable como para que me afecte una opinión ajena a la mía.
“Puede que la palabra adecuada sea arrogante, en lugar de formidable.” pensó, mientras el señor Nishijima le sonreía con aire de superioridad.
—El viaje ha sido largo y extenuante, Satomu-san. Hombres han muerto para que llegásemos hasta aquí —recordó entonces a Tamaro, a su mujer y a su hija—. ¿Va a decirnos, por fin, qué es eso que quiere de nosotros?
—Es natural, Akame-kun, en este mundo la pérdida es parte de la vida, y la pérdida de la vida en si es parte de la naturaleza —aseguro a modo de reproche, dejando escapar el humo de sus pulmones—. Yo supuse que algo así sucedería, pero siendo ninjas no creí que resultara un golpe tan fuerte para su moral… ¿O es que en mis años de reclusión los shinobis y las kunoichis han adquirido un renovado aprecio por la vida ajena y un visceral desprecio por las muertes a su alrededor? De ser así, me parece muy poco digno de su naturaleza.
Mas allá de todo lo adornado de sus palabras, aquel sujeto le estaba dando un sermón sobre lo mal que se veía la sensiblería en un ninja. Puede que el fuera de aquellos que consideraba a los de aquella profesión como meras herramientas, con solo un poco mas de valor que los cinceles y martillos con los que solía trabajar. A nivel humano era un punto de vista insultante, pero de alguna forma encajaba perfectamente con el ideal primitivo de lo que era un ninja: una herramienta que estaba más allá de conceptos como el bien y el mal, y de apreciaciones sobre la vida y la muerte.
—Y mejor que sea rápido, antes de que el ninja que nos atacó allí afuera quiera terminar su trabajo. ¿Qué busca usted de nosotros, y qué buscan ellos, los que veían desde las sombras como su trampa iba cobrándose una a una la vida de los soldados del Alguacil más vendido de la historia de todo Oonindo?
Habiendo bailado alrededor de la primera pregunta, buscando evadirla parcialmente, tomo un pequeño durazno de una bandeja cercana y le dio un buen mordisco. Todo esto mientras se planteaba lo dicho por el joven azulado.
—Te noto un poco alterado muchacho de Amegakure, quizás quieras un poco de cha o darle una probada a mi pipa, aunque puede que la esencia sea un poco fuerte para alguien tan joven como lo eres tú —Al ver la negativa en los rostros de los presentes sonrió y continuo con su hablar—. La verdad es que no sé quien pudo haberlos atacado, pero tengo mis propias sospechas y conjeturas al respecto.
Con aquello dejo su pipa a un lado y se reclino en los cojines con hilo de oro, cruzando los brazos detrás de su cabeza y perdiendo la mirada en la elegante lámpara de cristal que colgaba del techo.
—¿Sabes algo, Kaido-kun? —pregunto, usando su nombre como si ya se hubiese presentado—. Creo que Yosehara preferiría que le llamasen el alguacil mejor pagado de todo Oonindo, aunque vendría a ser lo mismo.
Se rio un poco y luego se levanto, tratando de componer un aspecto de suma seriedad antes de hablar.
—Me gustaría decir que aquellos sujetos solo querían dinero, un poco de mi fortuna: Realizar un secuestro y ver cuánto estaba dispuesto a pagar —Aquello parecía resultarle gracioso, el que alguien creyese que cedería su oro ante una extorción—. Pero lo más probable es que se trate de alguien que quiere verme muerto… Aunque es una lista incomprensiblemente larga… Digo, no es que me quede mucho tiempo, y parece que quienes me odian quieren conseguir un poco de mi, y arrebatarme la pacifica muerte que la edad me promete.
»Me resulta muy tétrico todo aquello de torturar y hacer sufrir a una persona antes de dejarla morir.
—Imagino que se debe de encontrar extrañado sobre esta situación, perplejo sobre el porqué hay tanta gente que le odia con vehemencia. —Su sarcasmo era notable y castigador.
—Esto… no, en realidad si lo tengo todo muy claro, y sé que tanto me lo merezco, pero eso no implica que esté dispuesto a renunciar a una pacifica muerte rodeado de todos mis lujos.
“Este tipo es insufrible, un sínico y un descarado.”
—Bien, ya me ha quedado claro que hay mucha gente que quiere darle una muerte que seguro se merece.
—Eso es, ya estas entendiendo el porqué no podía simplemente ir a buscarles.
—La pregunta es: ¿Por qué razón nos ha hecho venir hasta aquí?
—Puedo responder eso con otra pregunta: ¿Qué tanto saben sobre el legado inmortal que fluye por sus venas? —pregunto emocionado, lanzando la interrogante a los tres jóvenes—. ¿saben realmente quiénes son y que representan?