5/06/2017, 20:13
Un apretón de manos, de fuertes convicciones. Luego, una flecha de intención directa al grano. Datsue quería saber los detalles del encargo que tendría ahora entre manos.
—De quién se trata, ¿entonces? —preguntó, directo al grano—. Ese hombre reacio a saldar sus deudas.
—Su nombre es Kojuro Shinzo, un ciudadano insignia de la ciudad de Tanzaku Gai. Un apalabrado hombre de negocios con el que he tenido contacto desde tiempos anteriores incluso a tu nacimiento, infiero, y al que tenía yo en muy buena estima hasta el día en que decidió no cumplir su palabra. Preví con él despacharle uno de los cargamentos más grandes que he hecho alguna vez, pues según necesitaría de un buen abastecimiento de armas para lo que calificaba él como un muy particular evento de multitudinaria asistencia. Una especie de Torneo, o algo similar —mientras contaba todo aquello, Soroku-sama se había estado moviendo a lo largo y ancho de la habitación, preparando un par de tazas de té caliente y finalmente llevándole una a su invitado. La dispuso frente a él, y continuó;—. lo cierto es que el cargamento estuvo tasado en veinticinco mil ryos, y sólo pagó la mitad. Alega conflictos con los prestamistas de su ciudad, pero entenderás que ese no es mi problema, y tampoco será tuyo. Kojuro Shinzo le debe a ésta casa, y habrá que hacérselo entender más pronto que tarde.
Luego, le dio un sorbo al té y palpó el sabor sobándose los labios.
—Sin embargo, mi querido Datsue, Shinzo es un hombre de recursos. Ha sabido evitar mis comitivas, y ahora mismo no parece muy dispuesto a sacar la cabeza de su agujero. Y menos, sabiendo que el torneo del que hablaba ya ha sido anunciado. El Torneo de los Dojos, al que serán invitados distintos y numerosos shinobi de las tres grandes Aldeas de Oonindo. Torneo en el que, si no me equivoco, podrías participar.
—De quién se trata, ¿entonces? —preguntó, directo al grano—. Ese hombre reacio a saldar sus deudas.
—Su nombre es Kojuro Shinzo, un ciudadano insignia de la ciudad de Tanzaku Gai. Un apalabrado hombre de negocios con el que he tenido contacto desde tiempos anteriores incluso a tu nacimiento, infiero, y al que tenía yo en muy buena estima hasta el día en que decidió no cumplir su palabra. Preví con él despacharle uno de los cargamentos más grandes que he hecho alguna vez, pues según necesitaría de un buen abastecimiento de armas para lo que calificaba él como un muy particular evento de multitudinaria asistencia. Una especie de Torneo, o algo similar —mientras contaba todo aquello, Soroku-sama se había estado moviendo a lo largo y ancho de la habitación, preparando un par de tazas de té caliente y finalmente llevándole una a su invitado. La dispuso frente a él, y continuó;—. lo cierto es que el cargamento estuvo tasado en veinticinco mil ryos, y sólo pagó la mitad. Alega conflictos con los prestamistas de su ciudad, pero entenderás que ese no es mi problema, y tampoco será tuyo. Kojuro Shinzo le debe a ésta casa, y habrá que hacérselo entender más pronto que tarde.
Luego, le dio un sorbo al té y palpó el sabor sobándose los labios.
—Sin embargo, mi querido Datsue, Shinzo es un hombre de recursos. Ha sabido evitar mis comitivas, y ahora mismo no parece muy dispuesto a sacar la cabeza de su agujero. Y menos, sabiendo que el torneo del que hablaba ya ha sido anunciado. El Torneo de los Dojos, al que serán invitados distintos y numerosos shinobi de las tres grandes Aldeas de Oonindo. Torneo en el que, si no me equivoco, podrías participar.