5/06/2017, 21:51
Ide Mizuki, la noble, respondió al amable saludo de Yota con una leve reverencia y levantándose ligeramente las faldas del kimono. Su guardaespaldas, Yuuki, se limitó a asentir con tosquedad. Parecía claro que ninguna de las dos se había tomado en serio las palabras del kusareño, que instaba a sus compañeros de profesión a cederles el asiento; y tan pronto subieron al barco, se acomodaron en su propio espacio.
Datsue, mientras tanto, contaba otra de sus elaboradas —no por ello menos falsas— historietas mientras Akame asentía con indiferencia y soltaba una carcajada de tanto en tanto, cuando la representación de su camarada se volvía demasiado melodramática. No esperaba que Kaido le creyese de todos modos.
Y, así, fueron dejando atrás las costas de Uzu no Kuni, hasta que el inmenso embarcadero de La Capital no fue más que una línea difusa y lejana en el horizonte.
El barco siguió su travesía por el ancho mar hacia Isla Monotonía. A medio día dos de los marineros colocaron un par de mesas de madera en la cubierta, algunos taburetes, y sacaron varias bandejas y ollas con guiso de verduras, pan, pescado y otros platos que, si bien no eran de una calidad desmesurada, constituían todo un lujo a bordo. Akame tomó asiento apenas vio la ocasión, pues las tripas llevaban rugiéndole desde poco después de partir, y haciendo una breve reverencia cumplió con las normas mínimas de cortesía. «Al fin y al cabo, estamos ante un miembro de la nobleza. O de dos, después de este viaje. Quién sabe lo que podría suceder».
—Buen provecho —anunció el Uchiha antes de lanzarse a por una bandeja que tenía muslos de pollo asados.
Tomó uno con la diestra, un mendrugo de pan con la siniestra, y deseó tener un tercer brazo para rellenarse una buena jarra de té. En lugar de ello, decidió entablar conversación con el kusareño; a fin de cuentas, era el primero de su especie que conocía. Quién sabe las historias que podría llegar a contarle.
—Y dime, Sasagani-san, ¿cómo es vivir en Kusa? He oído que construís vuestras casas sobre los árboles y que usáis los nidos de las aves como retrete.
Pese a que Yota pudiera tomárselo a broma, lo cierto era que la anécdota se la había contado a Akame un tipo en Tanzaku, que había asegurado tener una panadería en la Villa Oculta entre la Hierba. A falta de una mejor referencia, el Uchiha lo había tomado por verdad... Y ahora quería esclarecer el asunto.
Datsue, mientras tanto, contaba otra de sus elaboradas —no por ello menos falsas— historietas mientras Akame asentía con indiferencia y soltaba una carcajada de tanto en tanto, cuando la representación de su camarada se volvía demasiado melodramática. No esperaba que Kaido le creyese de todos modos.
Y, así, fueron dejando atrás las costas de Uzu no Kuni, hasta que el inmenso embarcadero de La Capital no fue más que una línea difusa y lejana en el horizonte.
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El barco siguió su travesía por el ancho mar hacia Isla Monotonía. A medio día dos de los marineros colocaron un par de mesas de madera en la cubierta, algunos taburetes, y sacaron varias bandejas y ollas con guiso de verduras, pan, pescado y otros platos que, si bien no eran de una calidad desmesurada, constituían todo un lujo a bordo. Akame tomó asiento apenas vio la ocasión, pues las tripas llevaban rugiéndole desde poco después de partir, y haciendo una breve reverencia cumplió con las normas mínimas de cortesía. «Al fin y al cabo, estamos ante un miembro de la nobleza. O de dos, después de este viaje. Quién sabe lo que podría suceder».
—Buen provecho —anunció el Uchiha antes de lanzarse a por una bandeja que tenía muslos de pollo asados.
Tomó uno con la diestra, un mendrugo de pan con la siniestra, y deseó tener un tercer brazo para rellenarse una buena jarra de té. En lugar de ello, decidió entablar conversación con el kusareño; a fin de cuentas, era el primero de su especie que conocía. Quién sabe las historias que podría llegar a contarle.
—Y dime, Sasagani-san, ¿cómo es vivir en Kusa? He oído que construís vuestras casas sobre los árboles y que usáis los nidos de las aves como retrete.
Pese a que Yota pudiera tomárselo a broma, lo cierto era que la anécdota se la había contado a Akame un tipo en Tanzaku, que había asegurado tener una panadería en la Villa Oculta entre la Hierba. A falta de una mejor referencia, el Uchiha lo había tomado por verdad... Y ahora quería esclarecer el asunto.