7/06/2017, 23:45
(Última modificación: 29/07/2017, 02:42 por Amedama Daruu.)
Los muchachos se dirigían a toda velocidad hacia la salida del túnel, que ya parecía asomar por el otro lado. Una brillante luz que, para colmo, les resultó cegadora en medio de la penumbra.
—¡Han debido arreglar la cinta! ¡Y no sé si alegrarme o enfurecerme con esos idiotas! —maldijo Karoi. Se volteó hacia su sobrina—. ¡Oye! ¡No sabía que ya dominabas el Suika!
—¿El qué? —gritó Daruu, dándose la vuelta. Ayame todavía era un charco tratando de recomponerse. Ahogó un grito: todavía no estaba acostumbrado—. ¡Ah, tu técnica!
»¡Así que se llama SuikaaaaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAA!
La cinta volvió a pararse de golpe y el trío salió disparado hacia adelante como si hubieran sido expulsados por el tubo de un cañón, saliendo por la puerta del túnel triunfalmente, girando en el aire, como un grupo de artistas de circo desubicados. Daruu golpeó el suelo con fuerza, gimió de dolor y rodó unos metros más hasta quedar tumbado boca arriba, recibiendo como un rocío de paz las gotitas de lluvia de las Tierras de la Llovizna.
—¡Maldita sea! —exclamó una voz, a lo lejos. Daruu, mareado todavía, se apoyó en los codos con dificultad para ver. Era el ANBU que vigilaba aquél extremo del tunel. Parecía... chamuscado—. ¡Un puto rayo! ¡Un rayo ha caído encima del túnel! Debió de sobrecargar el circuito de la cinta durante unos minutos. ¡Eh, allí al fondoooo! ¿Estáis bieeen?
—Me cago en tu puta madre —contestó Daruu. Por supuesto, en voz baja.
—¡Han debido arreglar la cinta! ¡Y no sé si alegrarme o enfurecerme con esos idiotas! —maldijo Karoi. Se volteó hacia su sobrina—. ¡Oye! ¡No sabía que ya dominabas el Suika!
—¿El qué? —gritó Daruu, dándose la vuelta. Ayame todavía era un charco tratando de recomponerse. Ahogó un grito: todavía no estaba acostumbrado—. ¡Ah, tu técnica!
»¡Así que se llama SuikaaaaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAA!
La cinta volvió a pararse de golpe y el trío salió disparado hacia adelante como si hubieran sido expulsados por el tubo de un cañón, saliendo por la puerta del túnel triunfalmente, girando en el aire, como un grupo de artistas de circo desubicados. Daruu golpeó el suelo con fuerza, gimió de dolor y rodó unos metros más hasta quedar tumbado boca arriba, recibiendo como un rocío de paz las gotitas de lluvia de las Tierras de la Llovizna.
—¡Maldita sea! —exclamó una voz, a lo lejos. Daruu, mareado todavía, se apoyó en los codos con dificultad para ver. Era el ANBU que vigilaba aquél extremo del tunel. Parecía... chamuscado—. ¡Un puto rayo! ¡Un rayo ha caído encima del túnel! Debió de sobrecargar el circuito de la cinta durante unos minutos. ¡Eh, allí al fondoooo! ¿Estáis bieeen?
—Me cago en tu puta madre —contestó Daruu. Por supuesto, en voz baja.