8/06/2017, 22:44
(Última modificación: 8/06/2017, 22:44 por Inuzuka Nabi.)
— Pero te hubieses quedado fuera. —
Negué lentamente con la cabeza mientras hacía chasquidos con la lengua aclarando lo equivocada que estaba.
— Mi amor por ti no es algo que puedan parar unos samurais cualquiera.
La kunoichi soltó una carcajada ante mis palabras que sonó como si un unicornio y un hada compusieran un sonido lo suficientemente mágico como para cautivar los oídos de todos los seres sobrenaturales que lo escucharan, y lo consiguieran.
— ¡Lo importante es divertirse! Sabes, esto parece como si fuese un campamento de verano, ¿crees que los genin de otras villas tendrán nuestra edad?
Esa pregunta me hizo pensar, aunque solo fuera un poco y brevemente.
— Supongo que sí, ya que no son todos los genin y solo los elegidos supongo que serán los últimos graduados y no los que se graduaron hace treinta años. Aunque con estos Kusagareños y Amenios nunca se sabe.
— ¿Dormir al raso? Si no queda más remedio tendremos que hacerlo, pero... Bueno, me he permitido hacer un pequeño recorrido, mira. Como hemos salido pronto, por la noche llegaremos a Los Herreros, Akame-san y yo nos quedamos en una posada
Akame-san y yo
Akame-san y yo
Akame y yo sí que vamos a quedarnos en una posada, de la que solo saldrá uno. Espera, ¡si Akame era el Uchiha de los juegos! Uchiha tenía que ser, cría Uchihas y te sacaran los ojos.
¿Te parece bien o quieres modificar algo del trayecto? Estoy abierta a sugerencias.
— Ehhhh, sí. Me refiero, por mi está bien. Ya he cogido dinero de sobra por si pasa cualquier cosa, y comida y bebida para un par de días por si acaso. Tampoco tenemos mucha prisa así que podemos ir con calma. Lo digo porque el espacio entre Los Herreros y Minori es algo largo para hacerlo en un solo día, así que podríamos buscar algún sitio en el que quedarnos entre medias, he estado bastante por todo el País de la Espiral y conozco un pueblecito por aquí. — señalo la zona entre el agujero de la hoja y la costa. — Que no solo nos acogeran sino que además hay un lago precioso a unos minutos que me gustaría enseñarte.— le sonreí esperando que aceptase.
— Bueno, vamos a ponernos en marcha y hablamos de ello por el camino. ¿Te parece?
Negué lentamente con la cabeza mientras hacía chasquidos con la lengua aclarando lo equivocada que estaba.
— Mi amor por ti no es algo que puedan parar unos samurais cualquiera.
La kunoichi soltó una carcajada ante mis palabras que sonó como si un unicornio y un hada compusieran un sonido lo suficientemente mágico como para cautivar los oídos de todos los seres sobrenaturales que lo escucharan, y lo consiguieran.
— ¡Lo importante es divertirse! Sabes, esto parece como si fuese un campamento de verano, ¿crees que los genin de otras villas tendrán nuestra edad?
Esa pregunta me hizo pensar, aunque solo fuera un poco y brevemente.
— Supongo que sí, ya que no son todos los genin y solo los elegidos supongo que serán los últimos graduados y no los que se graduaron hace treinta años. Aunque con estos Kusagareños y Amenios nunca se sabe.
— ¿Dormir al raso? Si no queda más remedio tendremos que hacerlo, pero... Bueno, me he permitido hacer un pequeño recorrido, mira. Como hemos salido pronto, por la noche llegaremos a Los Herreros, Akame-san y yo nos quedamos en una posada
Akame-san y yo
Akame-san y yo
Akame y yo sí que vamos a quedarnos en una posada, de la que solo saldrá uno. Espera, ¡si Akame era el Uchiha de los juegos! Uchiha tenía que ser, cría Uchihas y te sacaran los ojos.
¿Te parece bien o quieres modificar algo del trayecto? Estoy abierta a sugerencias.
— Ehhhh, sí. Me refiero, por mi está bien. Ya he cogido dinero de sobra por si pasa cualquier cosa, y comida y bebida para un par de días por si acaso. Tampoco tenemos mucha prisa así que podemos ir con calma. Lo digo porque el espacio entre Los Herreros y Minori es algo largo para hacerlo en un solo día, así que podríamos buscar algún sitio en el que quedarnos entre medias, he estado bastante por todo el País de la Espiral y conozco un pueblecito por aquí. — señalo la zona entre el agujero de la hoja y la costa. — Que no solo nos acogeran sino que además hay un lago precioso a unos minutos que me gustaría enseñarte.— le sonreí esperando que aceptase.
— Bueno, vamos a ponernos en marcha y hablamos de ello por el camino. ¿Te parece?
—Nabi—