9/06/2017, 15:32
El Uchiha suspiró, aliviado, cuando los dos ninjas accedieron a acompañarle. «No sé por qué, pero tenía la sensación de que sería mucho más complicado con esta chica... Un mal presentimiento injustificado, supongo», pensó. Sea como fuere, Akame trató de orientarse observando la posición del edificio del Salón del Té, la de las calles circundantes y la puerta trasera por la que habían salido. Ubicó mentalmente la entrada del lugar y la orientó correctamente. Con una precisión nada desdeñable, trazó un rumbo —más o menos— correcto hasta El último suspiro, el hostal al que se había referido y cuyo nombre se le antojaba ahora increíblemente irónico.
Sin más, desactivó su Sharingan y echó a andar hacia la posada. Deshechos los Henges, Aiko se interesó por los motivos de aquellos dos jóvenes gennin para infiltrarse en el certámen de Rokuro Hei. Akame se apresuró a contestar, pero Datsue tomó la delantera. «A ver qué historieta se inventa ahora» pensó, divertido, el mayor de los Uchiha. Sin embargo, aquella noche —quizás por haber presenciado un brutal asesinato en vivo y en directo—, el muchacho de lengua de plata parecía estar poco inventivo. Arremetió con la dura, cruda, verdad.
—En realidad fue idea mía. No podía resistirme a pasar esta noche en Yamiria y no asistir a un concierto del gran maestro Rokuro-dono. Perder la oportunidad habría sido imperdonable.
»En efecto, Datsue-kun. Y creo que no me equivoco si digo que era un ninja —añadió, mirando a Aiko. Él había visto, tan claro como ella, la técnica de Elemento Viento con la que el arquero la había golpeado.
—Así que tú tambien eres ninja, Aiko-san —dijo el Uchiha tras unos instantes—. ¿De qué Aldea? No veo que lleves bandana ninguna.
Al joven gennin no le faltaba razón. Su Henge —y el de su compañero— se había deshecho, mostrando sus ropas convencionales entre las que se incluía una bandana con placa metálica de Uzu. Pero Aiko no llevaba distintivo alguno.
Sin más, desactivó su Sharingan y echó a andar hacia la posada. Deshechos los Henges, Aiko se interesó por los motivos de aquellos dos jóvenes gennin para infiltrarse en el certámen de Rokuro Hei. Akame se apresuró a contestar, pero Datsue tomó la delantera. «A ver qué historieta se inventa ahora» pensó, divertido, el mayor de los Uchiha. Sin embargo, aquella noche —quizás por haber presenciado un brutal asesinato en vivo y en directo—, el muchacho de lengua de plata parecía estar poco inventivo. Arremetió con la dura, cruda, verdad.
—En realidad fue idea mía. No podía resistirme a pasar esta noche en Yamiria y no asistir a un concierto del gran maestro Rokuro-dono. Perder la oportunidad habría sido imperdonable.
»En efecto, Datsue-kun. Y creo que no me equivoco si digo que era un ninja —añadió, mirando a Aiko. Él había visto, tan claro como ella, la técnica de Elemento Viento con la que el arquero la había golpeado.
—Así que tú tambien eres ninja, Aiko-san —dijo el Uchiha tras unos instantes—. ¿De qué Aldea? No veo que lleves bandana ninguna.
Al joven gennin no le faltaba razón. Su Henge —y el de su compañero— se había deshecho, mostrando sus ropas convencionales entre las que se incluía una bandana con placa metálica de Uzu. Pero Aiko no llevaba distintivo alguno.