9/06/2017, 15:41
El kusareño se tomó todo a las bravas, como parecía que era su estilo. Lejos de ofender, Akame sólo iba en busca de la verdad, pero el llamado Sasagani Yota no estaba dispuesto a entregársela sin más. El chico estalló en carcajadas y varios pedazos de comida salieron despedidos desde dentro de su boca —de forma asquerosa— como fragmentos de metralla. Uno de ellos alcanzó a Akame en la cara, que se apresuró a limpiárselo con el dorso de la mano.
—Deberías tener más cuidado al comer, Yota-san —le espetó, aun sin perder ni un ápice la calma—. Aunque bueno, ahora que mencionas lo del canibalismo, entiendo que cuando uno se entrega a tan... extraños placeres, debe ser difícil no cruzar varias líneas rojas.
Sea como fuere, Kaido decidió —fiel a su estilo— unirse a la refriega. «Nunca he oído tal cosa... Creo que este Tiburón sólo pretende echar más leña al fuego, será mejor que calme el ambiente». Dicho lo cual, el Uchiha se dispuso a contarles una divertida anécdota sobre un carpintero de Yamiria, una mula y varios dientes rotos de una coz.
—... así que eso fue lo que pasó. Por lo que oí después, el tipo perdió gran parte de la dentadura y ahora debe vivir a base de té y pasta de hierbas —remató, jocosamente cruel—. Por cierto, Kaido-kun, Yota-san... ¿Qué me decís del Examen de Chuunin? ¿Veré vuestras mustias caras por allí?
Por su parte, Datsue optó por entablar conversación con las dos mujeres. Ide Mizuki respondió al comentario y la reverencia del Uchiha con una sonrisa cordial y ensayada, de esas que ponía a los pomposos pretendientes, hijos de otros nobles, que se le ofrecían de vez en cuando.
—¿Por qué no me decís primero vuestro nombre, shinobi-san? —replicó con voz dulce la chica—. No es atrevido preguntar por los motivos que llevan a una dama a embarcarse en un viaje, pero sí hacerlo sin ofrecerle primero un nombre por el que reconoceros.
—Deberías tener más cuidado al comer, Yota-san —le espetó, aun sin perder ni un ápice la calma—. Aunque bueno, ahora que mencionas lo del canibalismo, entiendo que cuando uno se entrega a tan... extraños placeres, debe ser difícil no cruzar varias líneas rojas.
Sea como fuere, Kaido decidió —fiel a su estilo— unirse a la refriega. «Nunca he oído tal cosa... Creo que este Tiburón sólo pretende echar más leña al fuego, será mejor que calme el ambiente». Dicho lo cual, el Uchiha se dispuso a contarles una divertida anécdota sobre un carpintero de Yamiria, una mula y varios dientes rotos de una coz.
—... así que eso fue lo que pasó. Por lo que oí después, el tipo perdió gran parte de la dentadura y ahora debe vivir a base de té y pasta de hierbas —remató, jocosamente cruel—. Por cierto, Kaido-kun, Yota-san... ¿Qué me decís del Examen de Chuunin? ¿Veré vuestras mustias caras por allí?
Por su parte, Datsue optó por entablar conversación con las dos mujeres. Ide Mizuki respondió al comentario y la reverencia del Uchiha con una sonrisa cordial y ensayada, de esas que ponía a los pomposos pretendientes, hijos de otros nobles, que se le ofrecían de vez en cuando.
—¿Por qué no me decís primero vuestro nombre, shinobi-san? —replicó con voz dulce la chica—. No es atrevido preguntar por los motivos que llevan a una dama a embarcarse en un viaje, pero sí hacerlo sin ofrecerle primero un nombre por el que reconoceros.