30/06/2015, 15:38
Off: Efectivamente, sí le da el segundo látigo. Teniendo una mancha en la pierna y pillándole desprevenido, por muy op que esté Kōri le resulta difícil reaccionar ante algo tan inesperado y tan cercano.
Ayame se vio sobresaltada al ver cómo Daruu pasaba junto a ella a toda velocidad. El shinobi enarbolaba uno de los daruma que llevaba colgados del cinturón que cruzaba su pecho y a Ayame no le costó imaginar qué ocurriría a continuación. Su propia técnica se volvió en su contra, y la permanente calma en el rostro de su hermano mayor se vio rota por un insólito gesto de sorpresa cuando de aquel muñeco surgió la misma capa de hielo que había utilizado con anterioridad y que ahora había atrapado sus propios pies en el suelo.
Una mordaz sonrisa curvó los labios de Ayame al percibirlo. Y la kunoichi enseguida se vio liberada del hielo que aprisionaba su brazo derecho cuando Daruu aprovechó para absorberlo con el daruma que acababa de utilizar.
—Gracias —murmuró, cuando Reiji la ayudó a levantarse.
Pero Daruu no estaba dispuesto a perder el tiempo, arrancó a correr hacia su maestro con una de sus piernas envueltas en llamas. Pero no pudo ver qué ocurrió a continuación. El chico-vampiro la estaba instando a acercarse lo máximo posible al cascabel que aún poseía su hermano en su poder y antes de que pudiera siquiera abrir la boca para responder lanzó el brazo hacia su pecho.
La situación se estaba poniendo verdaderamente interesante.
Uno de sus códigos de honor era, precisamente, el no subestimar a sus rivales por muy débiles que puedan parecer a simple vista. Y ni siquiera eso le había servido para prever lo que Daruu y Reiji planeaban. De un momento a otro se había visto sorprendido por una extraña técnica de sangre y con los pies atrapados en su propia técnica de hielo.
Y ahora Daruu se abalanzaba sobre él para rematar la faena, con la pierna derecha envuelta en fuego.
El muchacho saltó hacia él, con una patada dirigida peligrosamente hacia su cuello. Pero el jonin no perdió el tiempo, se agachó en el momento del impacto, aferró la otra pierna del muchacho y sin ningún tipo de miramientos arrojó su cuerpo hacia el genin de la sangre, que charlaba unos metros más allá con su hermana pequeña.
«¡¿Qué hace?!» En un acto reflejo, Ayame había tensado todos los músculos del cuerpo cuando Reiji lanzó el puño hacia su estómago. Se estaba preparando para utilizar su técnica de la hidratación, pero el impacto que esperaba recibir nunca ocurrió. Ante su completa estupefacción, en el momento de llegar a ella, el brazo de Reiji se deshizo en una masa líquida de color carmesí de una manera muy similar a como ella licuaba su propio cuerpo.
—¿Eres...? —balbuceó, pero no había tiempo para ello. Reiji volvió a jalearla para que se moviera, y entonces él también echó a correr hacia Kōri .
Pero antes de que pudiera avanzar siquiera un par de metros, un objeto envuelto en dorado y rojo surcó los aires y le arrolló brutalmente con él, mandándolos a ambos varios metros atrás.
—¡Daruu-san, Reiji-san! —exclamó la muchacha, asustada al reconocer la figura de su compañero en el suelo junto a la del otro genin. Volvió la mirada hacia su hermano mayor, su maestro, cuyo rostro había vuelto a aquel imperturbable gesto desapasionado.
«Es imposible» Le susurraba una vocecilla en la cabeza. Pero Reiji la había instado a actuar rápidamente...
Y entonces echó a correr hacia Kōri.
Ni siquiera ella estaba segura de que fuera a funcionar. Aquella mancha de sangre en su ropa era perfectamente visible, y el jonin ya debía haber interpretado cómo funcionaba aquella técnica. Ayame entrecerró los ojos, clavando su mirada de avellana en los ojos gélidos de su hermano, que la aguardaban pacientemente como si todo lo hubiese planeado al milímetro. Llegó hasta su posición, y entonces Kōri alargó la mano hacia ella. La esquivó con una ágil finta, sus dedos rozaron el cascabel cuando trató de alcanzarlo estirando el brazo, pero su hermano ladeó el cuerpo lo suficiente como para esquivarlo. Enrolló un brazo en torno a su cuello, pero en el momento en el que se predispuso a deshacerse en agua para pasar a su través, sintió un molesto picazón en la garganta que hasta el momento le había pasado desapercibido.
«No...»
Kōri la atrapó de nuevo, y en aquella ocasión no le hizo falta congelarla. Ayame se veía incapaz de transformar su cuerpo en agua, y al jonin no le costó pasar el brazo por su cintura y apuntar con un puñal de hielo directamente a su cuello.
—Suficiente —dictaminó.
Y Ayame sintió que todo el peso del mundo se le echaba encima.
Off: Me he autoaplicado una penalización porque se me ha olvidado beber agua y han pasado 6 turnos u.U Tenía planeado otra cosa, pero culpa meua xDDD Lo siento.
Ayame se vio sobresaltada al ver cómo Daruu pasaba junto a ella a toda velocidad. El shinobi enarbolaba uno de los daruma que llevaba colgados del cinturón que cruzaba su pecho y a Ayame no le costó imaginar qué ocurriría a continuación. Su propia técnica se volvió en su contra, y la permanente calma en el rostro de su hermano mayor se vio rota por un insólito gesto de sorpresa cuando de aquel muñeco surgió la misma capa de hielo que había utilizado con anterioridad y que ahora había atrapado sus propios pies en el suelo.
Una mordaz sonrisa curvó los labios de Ayame al percibirlo. Y la kunoichi enseguida se vio liberada del hielo que aprisionaba su brazo derecho cuando Daruu aprovechó para absorberlo con el daruma que acababa de utilizar.
—Gracias —murmuró, cuando Reiji la ayudó a levantarse.
Pero Daruu no estaba dispuesto a perder el tiempo, arrancó a correr hacia su maestro con una de sus piernas envueltas en llamas. Pero no pudo ver qué ocurrió a continuación. El chico-vampiro la estaba instando a acercarse lo máximo posible al cascabel que aún poseía su hermano en su poder y antes de que pudiera siquiera abrir la boca para responder lanzó el brazo hacia su pecho.
...
La situación se estaba poniendo verdaderamente interesante.
Uno de sus códigos de honor era, precisamente, el no subestimar a sus rivales por muy débiles que puedan parecer a simple vista. Y ni siquiera eso le había servido para prever lo que Daruu y Reiji planeaban. De un momento a otro se había visto sorprendido por una extraña técnica de sangre y con los pies atrapados en su propia técnica de hielo.
Y ahora Daruu se abalanzaba sobre él para rematar la faena, con la pierna derecha envuelta en fuego.
El muchacho saltó hacia él, con una patada dirigida peligrosamente hacia su cuello. Pero el jonin no perdió el tiempo, se agachó en el momento del impacto, aferró la otra pierna del muchacho y sin ningún tipo de miramientos arrojó su cuerpo hacia el genin de la sangre, que charlaba unos metros más allá con su hermana pequeña.
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«¡¿Qué hace?!» En un acto reflejo, Ayame había tensado todos los músculos del cuerpo cuando Reiji lanzó el puño hacia su estómago. Se estaba preparando para utilizar su técnica de la hidratación, pero el impacto que esperaba recibir nunca ocurrió. Ante su completa estupefacción, en el momento de llegar a ella, el brazo de Reiji se deshizo en una masa líquida de color carmesí de una manera muy similar a como ella licuaba su propio cuerpo.
—¿Eres...? —balbuceó, pero no había tiempo para ello. Reiji volvió a jalearla para que se moviera, y entonces él también echó a correr hacia Kōri .
Pero antes de que pudiera avanzar siquiera un par de metros, un objeto envuelto en dorado y rojo surcó los aires y le arrolló brutalmente con él, mandándolos a ambos varios metros atrás.
—¡Daruu-san, Reiji-san! —exclamó la muchacha, asustada al reconocer la figura de su compañero en el suelo junto a la del otro genin. Volvió la mirada hacia su hermano mayor, su maestro, cuyo rostro había vuelto a aquel imperturbable gesto desapasionado.
«Es imposible» Le susurraba una vocecilla en la cabeza. Pero Reiji la había instado a actuar rápidamente...
Y entonces echó a correr hacia Kōri.
Ni siquiera ella estaba segura de que fuera a funcionar. Aquella mancha de sangre en su ropa era perfectamente visible, y el jonin ya debía haber interpretado cómo funcionaba aquella técnica. Ayame entrecerró los ojos, clavando su mirada de avellana en los ojos gélidos de su hermano, que la aguardaban pacientemente como si todo lo hubiese planeado al milímetro. Llegó hasta su posición, y entonces Kōri alargó la mano hacia ella. La esquivó con una ágil finta, sus dedos rozaron el cascabel cuando trató de alcanzarlo estirando el brazo, pero su hermano ladeó el cuerpo lo suficiente como para esquivarlo. Enrolló un brazo en torno a su cuello, pero en el momento en el que se predispuso a deshacerse en agua para pasar a su través, sintió un molesto picazón en la garganta que hasta el momento le había pasado desapercibido.
«No...»
Kōri la atrapó de nuevo, y en aquella ocasión no le hizo falta congelarla. Ayame se veía incapaz de transformar su cuerpo en agua, y al jonin no le costó pasar el brazo por su cintura y apuntar con un puñal de hielo directamente a su cuello.
—Suficiente —dictaminó.
Y Ayame sintió que todo el peso del mundo se le echaba encima.
Off: Me he autoaplicado una penalización porque se me ha olvidado beber agua y han pasado 6 turnos u.U Tenía planeado otra cosa, pero culpa meua xDDD Lo siento.