30/06/2015, 16:34
Los jóvenes por fin se encontraban acomodados frente al puesto, esperando que por la comida que posiblemente les alegrara un poco el día. Sin embargo Juro parecía estar preocupado en cuanto al precio, lo cual era algo entendible, ya que después de tanta propaganda era de esperarse que el sujeto intentara algún tipo de usura.
—Está bien, estuve leyendo los precios y estos tres especiales de la casa salen en unos 60 ryos. Así que no se preocupen, que me alcanza el dinero —le aseguro aquello a ambos compañeros, en vista de que los dos parecían haber pensado lo mismo.
«Sin embargo, es todo lo que me queda y el viejo no me dará mas dinero hasta la próxima estación… Más vale que este delicioso»
Luego de dar unos cuantos sorbos a su té, el almuerzo parecía estar listo. Pues el olor a fritura y carne era suficiente como despertar los instintos alimenticios de cualquiera. Sin prisa alguna el tendero les sirvió, aunque lo hizo de una manera un poco ceremoniosa quizás hasta exagerada. Sin embargo Kazuma no presto mucha atención a aquello, pues se encontraba inmerso en la colorida presentación del plato. Un pequeño barquito de madera con seis albóndigas dentro, cubiertas con recortes de vegetales y salsa.
Cautivado por aquello que abría de comerse, el Ishimura dio el acostumbrado “Buen Provecho” y sin mirar a sus compañeros empezó a comer, mientras el cocinero los miraba expectante.
A pesar de su ansiedad, la experiencia de aquella primera mordida no fue como lo esperaba. Ya que pese a haber probado pulpo en muchas ocasiones, ninguno tenía un sabor o textura similar. La carne era un poco más suave y grasosa, pero a aun con ese gusto inesperado siguió comiendo, sin siquiera fijarse en sus amigos.
—Joder, es raro, pero esta bueno ¿Qué tiene? —pregunto con la boca aun medio llena.
—Es una receta secreta de familia, disfrútenlo —contesto aquel hombre mientras les picaba un ojo a los chicos.
El peliblanco le tomo la palabra al hombre y siguió comiendo, ahora de una manera más calmada. Se estaba tomando su tiempo para degustar su comida, pero ya se había comido tres bolitas fritas y en cada una encontraba sabores y texturas que le resultaban desconocidos. Sin embargo aun estaba disfrutando la comida, por lo que no pensó mucho en eso.
Todo parecía estar normal, pero sería poco el tiempo que las cosas durarían así.
Cuando el piel morena se encontraba a dos albóndigas de terminar su plato, un fuerte alboroto interrumpió su comer. De un momento a otro vio como una figura se abalanzaba contra el tendero y luego de darle un par de golpes lo detuvo contra la pared mientras lo esposaba.
—¡ Al fin te he encontrado, farsante! —Exclamo lo que parecía ser un agente de la ley.
—Espere… ¿Qué es lo que sucede con usted? —Pregunto Kazuma, que se encontraba visiblemente molesto, pues no solo habían interrumpido su comida, sino que también habían agredido fuertemente a la persona que tan amablemente le había atendido.
—Con que ellos son tus nuevas víctimas —dijo el oficial, mientras la incertidumbre se apoderaba de la situación.
—Verán chicos —dijo mientras forcejaba un poco con el tendero—. Este hombre esta solicitado por la ley, bajo cargos de estafa e insalubridad. Por fin lo he capturado después de dos semanas en el caso.
—¿Que? —fue lo que alcanzo a decir Kazuma, mientras se le notaba bastante consternado.
—Este hombre que ven aquí, atrae a la gente con amabilidad y mucha propaganda. Pero en ningún momento les dice que sus albóndigas de pulpo realmente están hechas de ratas, perros, gatos y otros animales callejeros muerto que el consigue por donde pasa.
—SUELTAME… MALDITOS BURGUEZES, NO MERECEN PROBAR MI DELICIOSA COMIDA… JODER HASTA SUS RATAS SON BURGUEZAS INCLUSO ESTANDO MUERTA. Y YO SI SE DE ESO —Grito el vendedor a todo pulmón, mientras se agitaba y sacudía para liberarse.
—Silencio, tendrás mucho tiempo para gritar todo lo que quieras cuando estés en tu celda —exclamo el agente de la ley luego de darle con su cachiporra.
—Lamento esto chicos, pero también me tendré que llevar el puesto como evidencia.
Pero al menos Kazuma ni siquiera contesto, ya que tan rápida sucesión de hecho y verdades lo había dejado anonadado, mientras aun sostenía las albóndigas de quien sabe que en su plato.
—Está bien, estuve leyendo los precios y estos tres especiales de la casa salen en unos 60 ryos. Así que no se preocupen, que me alcanza el dinero —le aseguro aquello a ambos compañeros, en vista de que los dos parecían haber pensado lo mismo.
«Sin embargo, es todo lo que me queda y el viejo no me dará mas dinero hasta la próxima estación… Más vale que este delicioso»
Luego de dar unos cuantos sorbos a su té, el almuerzo parecía estar listo. Pues el olor a fritura y carne era suficiente como despertar los instintos alimenticios de cualquiera. Sin prisa alguna el tendero les sirvió, aunque lo hizo de una manera un poco ceremoniosa quizás hasta exagerada. Sin embargo Kazuma no presto mucha atención a aquello, pues se encontraba inmerso en la colorida presentación del plato. Un pequeño barquito de madera con seis albóndigas dentro, cubiertas con recortes de vegetales y salsa.
Cautivado por aquello que abría de comerse, el Ishimura dio el acostumbrado “Buen Provecho” y sin mirar a sus compañeros empezó a comer, mientras el cocinero los miraba expectante.
A pesar de su ansiedad, la experiencia de aquella primera mordida no fue como lo esperaba. Ya que pese a haber probado pulpo en muchas ocasiones, ninguno tenía un sabor o textura similar. La carne era un poco más suave y grasosa, pero a aun con ese gusto inesperado siguió comiendo, sin siquiera fijarse en sus amigos.
—Joder, es raro, pero esta bueno ¿Qué tiene? —pregunto con la boca aun medio llena.
—Es una receta secreta de familia, disfrútenlo —contesto aquel hombre mientras les picaba un ojo a los chicos.
El peliblanco le tomo la palabra al hombre y siguió comiendo, ahora de una manera más calmada. Se estaba tomando su tiempo para degustar su comida, pero ya se había comido tres bolitas fritas y en cada una encontraba sabores y texturas que le resultaban desconocidos. Sin embargo aun estaba disfrutando la comida, por lo que no pensó mucho en eso.
Todo parecía estar normal, pero sería poco el tiempo que las cosas durarían así.
Cuando el piel morena se encontraba a dos albóndigas de terminar su plato, un fuerte alboroto interrumpió su comer. De un momento a otro vio como una figura se abalanzaba contra el tendero y luego de darle un par de golpes lo detuvo contra la pared mientras lo esposaba.
—¡ Al fin te he encontrado, farsante! —Exclamo lo que parecía ser un agente de la ley.
—Espere… ¿Qué es lo que sucede con usted? —Pregunto Kazuma, que se encontraba visiblemente molesto, pues no solo habían interrumpido su comida, sino que también habían agredido fuertemente a la persona que tan amablemente le había atendido.
—Con que ellos son tus nuevas víctimas —dijo el oficial, mientras la incertidumbre se apoderaba de la situación.
—Verán chicos —dijo mientras forcejaba un poco con el tendero—. Este hombre esta solicitado por la ley, bajo cargos de estafa e insalubridad. Por fin lo he capturado después de dos semanas en el caso.
—¿Que? —fue lo que alcanzo a decir Kazuma, mientras se le notaba bastante consternado.
—Este hombre que ven aquí, atrae a la gente con amabilidad y mucha propaganda. Pero en ningún momento les dice que sus albóndigas de pulpo realmente están hechas de ratas, perros, gatos y otros animales callejeros muerto que el consigue por donde pasa.
—SUELTAME… MALDITOS BURGUEZES, NO MERECEN PROBAR MI DELICIOSA COMIDA… JODER HASTA SUS RATAS SON BURGUEZAS INCLUSO ESTANDO MUERTA. Y YO SI SE DE ESO —Grito el vendedor a todo pulmón, mientras se agitaba y sacudía para liberarse.
—Silencio, tendrás mucho tiempo para gritar todo lo que quieras cuando estés en tu celda —exclamo el agente de la ley luego de darle con su cachiporra.
—Lamento esto chicos, pero también me tendré que llevar el puesto como evidencia.
Pero al menos Kazuma ni siquiera contesto, ya que tan rápida sucesión de hecho y verdades lo había dejado anonadado, mientras aun sostenía las albóndigas de quien sabe que en su plato.