10/06/2017, 21:37
El consumado escultor intercepto la mirada de aquel que acompañaba a Kaido, y la sostuvo con una indolencia que rayaba en lo sumamente impertinente. Sin embargo, se mantuvo tan relajado como lo había estado hasta entonces, dando esporádicas caladas a su pipa.
—He de comenzar desde antes del principio si es que deseo ser entendido —aseguro, mostrando un rostro rígido que, aunque era un tanto molesto, parecía ser la expresión más seria que podía llegar a gesticular—. Recién ahora les estoy conociendo, por lo que nuestras memorias nada tienen en común… Pero puedo asegurar que estamos emparentados por el linaje, por la sangre que corre por nuestras venas. No hablo de una relación filial, me refiero a la del patrimonio que nos ha sido transferido por las generaciones pasadas, a esa naturaleza y conocimiento primitivos que han determinado quienes somos… Y posiblemente quienes seremos.
Satomu levanto su mano y chasqueo los dedos, produciendo un sonido bastante particular. Ante aquello, los sirvientes que se encontraban presentes hicieron una leve reverencia y comenzaron a marcharse. A Kōtetsu le llamo la atención el hecho de que en su primera cuenta calculo que habría unos seis empleados en aquella habitación, pero ahora parecían ser diez, contando a unos cuya presencia recién estaba notando. Puede que fuera su falta de entrenamiento, pues se trataba de guardaespaldas que se habían mantenido mimetizados con la exuberante decoración, en absoluto silencio y quietud.
“Increíble… Si fuesen enemigos no les habría visto hasta que me atacaran”, pensó con cierto grado de admiración. Busco algún rastro de sorpresa en los rostros de los acompañantes, pero ni Naomi ni Yarou parecían sorprendidos.
En cuanto todos sus empleados abandonaron la sala, Nishijima se permitió un suspiro que delataba más tensión que alivio. Su cuerpo también lucia más estresado y rígido, y sus ojos paseaban, un tanto nerviosos, por los rostros de sus invitados. Les dio la espalda por un momento y procedió a lanzar cojines de forma descuidada, desenterrando algo que parecía estar escondido detrás de él.
“Parece que le hemos puesto nervioso. —De cierto modo, aquello le hacía gracia—. Tiene sentido, es un hombre odiado por muchos y cualquiera de nosotros podría cortarle el cuello antes de que pudiese gritar… Entonces, ¿Por qué ha despedido a sus guardias?”
Luego de quitar todo lo que se interponía en su camino, el escultor se giro hacia ellos sosteniendo un pequeño baúl que parecía ser muy pesado. Era de madera oscura, con un diseño sencillo que parecía mas adecuado para viajar que para guardar objetos de valor. A primera vista era algo humilde que no encajaba con la opulenta forma de vida de quien debía de ser su dueño. Deposito la caja justo en frente de donde estaban los jóvenes y, removiendo unos seguros, la abrió lentamente. Un montón de polvo se elevo, dejando al descubierto varios libros y pergaminos de aspecto tan desgastado que era fácil el adivinar que se trataba de objetos centenarios.
—Estos escritos relatan el principio de los que nos trajo aquí, la cadena de eventos que comenzó hace unos cien años y la cual planeo darle un merecido final.
»Verán, mi abuelo era un apasionado viajero y filosofo. Gustaba de recorrer el mundo con tanta pasión que se llego a creer que sufría de una enfermedad que le impedía estar mucho tiempo en el mismo sitio. El decía que las más grandes respuestas de la vida no se encontraban al final de esta, sino al contrario: No, tampoco estaban en el camino… Las respuestas eran el camino en sí. Su objetivo era conseguir a gente cuyas vidas fueran esas mismas rutas que él estaba buscando. El buscaba verdades evidenciadas, no por pensamiento lógicos, sino por existencias sublimes que iban más allá de la artificialidad humana, sin dejar de ser humanas.
Dio una última aspiración a la boquilla de su pipa y la dejo descansar cerca de él.
—Ahora, ¿Qué esta mas allá del ser humano y aun así sigue siendo humano? Los ninjas, por supuesto. Curiosas manifestaciones de un estado evolutivo difícil de alcanzar, o alguna versión no decadente de una antigua y superior raza.
»El hecho es que encontró a ciertas personas que vivían en las respuestas que estaba buscando. Personajes legendarios que han calado en mí ser artístico con una fuerza superior al sentido común y al escepticismo, al miedo inclusive… Es decir, se encontró con quienes ustedes solían ser, y no hablo de reencarnaciones… Estos son algunos de sus escritos.
Se detuvo un momento, a la espera de las respuestas de quienes debían de escucharle, a la espera de que correspondieran aquel pequeño voto de confianza.
»Se que hasta este punto suena como una locura, pero si están listos para escuchar lo que tengo que decir, gustoso compartiré el conocimiento de mis ancestros.
—He de comenzar desde antes del principio si es que deseo ser entendido —aseguro, mostrando un rostro rígido que, aunque era un tanto molesto, parecía ser la expresión más seria que podía llegar a gesticular—. Recién ahora les estoy conociendo, por lo que nuestras memorias nada tienen en común… Pero puedo asegurar que estamos emparentados por el linaje, por la sangre que corre por nuestras venas. No hablo de una relación filial, me refiero a la del patrimonio que nos ha sido transferido por las generaciones pasadas, a esa naturaleza y conocimiento primitivos que han determinado quienes somos… Y posiblemente quienes seremos.
Satomu levanto su mano y chasqueo los dedos, produciendo un sonido bastante particular. Ante aquello, los sirvientes que se encontraban presentes hicieron una leve reverencia y comenzaron a marcharse. A Kōtetsu le llamo la atención el hecho de que en su primera cuenta calculo que habría unos seis empleados en aquella habitación, pero ahora parecían ser diez, contando a unos cuya presencia recién estaba notando. Puede que fuera su falta de entrenamiento, pues se trataba de guardaespaldas que se habían mantenido mimetizados con la exuberante decoración, en absoluto silencio y quietud.
“Increíble… Si fuesen enemigos no les habría visto hasta que me atacaran”, pensó con cierto grado de admiración. Busco algún rastro de sorpresa en los rostros de los acompañantes, pero ni Naomi ni Yarou parecían sorprendidos.
En cuanto todos sus empleados abandonaron la sala, Nishijima se permitió un suspiro que delataba más tensión que alivio. Su cuerpo también lucia más estresado y rígido, y sus ojos paseaban, un tanto nerviosos, por los rostros de sus invitados. Les dio la espalda por un momento y procedió a lanzar cojines de forma descuidada, desenterrando algo que parecía estar escondido detrás de él.
“Parece que le hemos puesto nervioso. —De cierto modo, aquello le hacía gracia—. Tiene sentido, es un hombre odiado por muchos y cualquiera de nosotros podría cortarle el cuello antes de que pudiese gritar… Entonces, ¿Por qué ha despedido a sus guardias?”
Luego de quitar todo lo que se interponía en su camino, el escultor se giro hacia ellos sosteniendo un pequeño baúl que parecía ser muy pesado. Era de madera oscura, con un diseño sencillo que parecía mas adecuado para viajar que para guardar objetos de valor. A primera vista era algo humilde que no encajaba con la opulenta forma de vida de quien debía de ser su dueño. Deposito la caja justo en frente de donde estaban los jóvenes y, removiendo unos seguros, la abrió lentamente. Un montón de polvo se elevo, dejando al descubierto varios libros y pergaminos de aspecto tan desgastado que era fácil el adivinar que se trataba de objetos centenarios.
—Estos escritos relatan el principio de los que nos trajo aquí, la cadena de eventos que comenzó hace unos cien años y la cual planeo darle un merecido final.
»Verán, mi abuelo era un apasionado viajero y filosofo. Gustaba de recorrer el mundo con tanta pasión que se llego a creer que sufría de una enfermedad que le impedía estar mucho tiempo en el mismo sitio. El decía que las más grandes respuestas de la vida no se encontraban al final de esta, sino al contrario: No, tampoco estaban en el camino… Las respuestas eran el camino en sí. Su objetivo era conseguir a gente cuyas vidas fueran esas mismas rutas que él estaba buscando. El buscaba verdades evidenciadas, no por pensamiento lógicos, sino por existencias sublimes que iban más allá de la artificialidad humana, sin dejar de ser humanas.
Dio una última aspiración a la boquilla de su pipa y la dejo descansar cerca de él.
—Ahora, ¿Qué esta mas allá del ser humano y aun así sigue siendo humano? Los ninjas, por supuesto. Curiosas manifestaciones de un estado evolutivo difícil de alcanzar, o alguna versión no decadente de una antigua y superior raza.
»El hecho es que encontró a ciertas personas que vivían en las respuestas que estaba buscando. Personajes legendarios que han calado en mí ser artístico con una fuerza superior al sentido común y al escepticismo, al miedo inclusive… Es decir, se encontró con quienes ustedes solían ser, y no hablo de reencarnaciones… Estos son algunos de sus escritos.
Se detuvo un momento, a la espera de las respuestas de quienes debían de escucharle, a la espera de que correspondieran aquel pequeño voto de confianza.
»Se que hasta este punto suena como una locura, pero si están listos para escuchar lo que tengo que decir, gustoso compartiré el conocimiento de mis ancestros.