30/06/2015, 17:15
Off: Tengo permiso para manejar a Kori y describir lo que pasa en el post, . Por cierto, Daruu tenía envuelta la pierna IZQUIERDA en fuego xD.
La saeta en llamas pasó justo por encima del rostro del Hielo, quien presto se había acuclillado para evitar el movimiento de Daruu. El gélido profesor alzó el brazo para alcanzar con la mano la pierna derecha de su alumno, y se asió a ella con fuerza. Giró sobre sí mismo liberándose a la fuerza del hielo de su propia técnica, que gracias al Daruma de Daruu le inmovilizaba otrora los tobillos, y lanzó a Daruu hacia Reiji a velocidad de vértigo.
El muchacho de la sangre se acababa de levantar, después de hablar con Ayame, y pretendía correr hacia Kori y tenderle una nueva treta con su técnica, pero con Kori liberado de su prisión y Daruu volando hacia él no pudo hacer otra que transformarse en sangre a medio camino tras recibir el golpe del rubio. Para cuando se había vuelto a formar, el cascabel que se había depositado en el corazón yacía en el suelo, y Kori frente a él posándole la palma de la mano en el pecho. A Reiji le invadió una sensación extremadamente fría, y sintió como todo su tronco se quedaba rígido, y cómo sus brazos se pegaban a su cuerpo y sus dedos, inmóviles. Como una estatua de hielo, no pudo sino dejarse llevar por el arrojo de Kori, quien lo desplazó varios metros hacia su izquierda de un aspaviento, dejándolo en el suelo.
«Mierda, esto no está funcionando, es demasiado fuerte...» —pensó Daruu, tratando de levantarse con esfuerzo, pero dolorido a causa de la fuerza del golpe.
Ayame había salido corriendo hacia Kori en un intento desesperado por arrebatarle el cascabel que él llevaba encima, pero si dejaban el de Reiji en ese lugar y el sensei conseguía rechazar aquél nuevo intento, ya serían dos cascabeles los que estarían a su alcance. Y no podía permitirlo.
«Vamos... un poco más... un poco más...»
Daruu se arrastraba con dificultad por la tierra, con las piernas malheridas y la cabeza dándole vueltas. Ya casi alcanzaba el cascabel, sólo tendría que esforzarse un poco más, como lo estaban haciendo sus compañeros, y el objeto metálico sería suyo por fin.
Ignoraba la situación de Ayame, pero aquella tarea era la que le correspondía a él. Reiji estaba congelado parcialmente, y no había nadie más en el equipo que pudiera llegar a donde estaba.
Tan sólo un poco más...
—Suficiente —dictaminó Kori.
Y Daruu se dejó caer al suelo, a un palmo del cascabel, cuando alzó el rostro y vio la estaca de hielo apuntando a la garganta de su compañera.
«Se acabó...»
La saeta en llamas pasó justo por encima del rostro del Hielo, quien presto se había acuclillado para evitar el movimiento de Daruu. El gélido profesor alzó el brazo para alcanzar con la mano la pierna derecha de su alumno, y se asió a ella con fuerza. Giró sobre sí mismo liberándose a la fuerza del hielo de su propia técnica, que gracias al Daruma de Daruu le inmovilizaba otrora los tobillos, y lanzó a Daruu hacia Reiji a velocidad de vértigo.
El muchacho de la sangre se acababa de levantar, después de hablar con Ayame, y pretendía correr hacia Kori y tenderle una nueva treta con su técnica, pero con Kori liberado de su prisión y Daruu volando hacia él no pudo hacer otra que transformarse en sangre a medio camino tras recibir el golpe del rubio. Para cuando se había vuelto a formar, el cascabel que se había depositado en el corazón yacía en el suelo, y Kori frente a él posándole la palma de la mano en el pecho. A Reiji le invadió una sensación extremadamente fría, y sintió como todo su tronco se quedaba rígido, y cómo sus brazos se pegaban a su cuerpo y sus dedos, inmóviles. Como una estatua de hielo, no pudo sino dejarse llevar por el arrojo de Kori, quien lo desplazó varios metros hacia su izquierda de un aspaviento, dejándolo en el suelo.
«Mierda, esto no está funcionando, es demasiado fuerte...» —pensó Daruu, tratando de levantarse con esfuerzo, pero dolorido a causa de la fuerza del golpe.
Ayame había salido corriendo hacia Kori en un intento desesperado por arrebatarle el cascabel que él llevaba encima, pero si dejaban el de Reiji en ese lugar y el sensei conseguía rechazar aquél nuevo intento, ya serían dos cascabeles los que estarían a su alcance. Y no podía permitirlo.
«Vamos... un poco más... un poco más...»
Daruu se arrastraba con dificultad por la tierra, con las piernas malheridas y la cabeza dándole vueltas. Ya casi alcanzaba el cascabel, sólo tendría que esforzarse un poco más, como lo estaban haciendo sus compañeros, y el objeto metálico sería suyo por fin.
Ignoraba la situación de Ayame, pero aquella tarea era la que le correspondía a él. Reiji estaba congelado parcialmente, y no había nadie más en el equipo que pudiera llegar a donde estaba.
Tan sólo un poco más...
—Suficiente —dictaminó Kori.
Y Daruu se dejó caer al suelo, a un palmo del cascabel, cuando alzó el rostro y vio la estaca de hielo apuntando a la garganta de su compañera.
«Se acabó...»