12/06/2017, 18:07
— ¿A los amenios? Los entrenan a muerte bajo la lluvia desde bien pequeños, eso o te deja serio o te deja tocado de la cabeza. Tienes que pensar que en las otras villas no son tan civilizados como nosotros.
— ¡A-Achís! — Estornudó la de cabellos púrpura. — Ah, sí, sí, tienes toda la razón. — Afirmó con voz ida, sin saber muy bien qué había dicho el rubio.
Se llevó el dedo a la nariz para evitar otro estornudo, seguramente algo de polen le había entrado y por eso ahora se sentía más cansada e ida que de costumbre. Mientras hablaban de los Juegos, aquel mono extraño se le fue pasando tranquilamente, sin que ella hiciese mucho más que andar y pensar en no estornudar de nuevo.
— Tambien le han invitado al Torneo, así que podemos hacerlo en los Dojos y de paso... bueno, anunciar lo nuestro.
— ¡C-claro! — Afirmó apretando un poco más el agarre que tenía con el chico. — Podremos decirlo cuando estemos... En el sitio donde nos hospedamos, quizá allí... Bueno aunque a lo mejor no les importa... Ya sabes... No sé... ¡A mí sí me importas! Es solo... Esto...
Eri estaba comenzando a balbucear sin tener si quiera conciencia de lo que decía, nerviosa como la que más, miraba al suelo, a todas partes, y sus mejillas volvían a colorearse de nuevo de un tono carmesí digno de su propia villa.
— ¡A-Achís! — Estornudó la de cabellos púrpura. — Ah, sí, sí, tienes toda la razón. — Afirmó con voz ida, sin saber muy bien qué había dicho el rubio.
Se llevó el dedo a la nariz para evitar otro estornudo, seguramente algo de polen le había entrado y por eso ahora se sentía más cansada e ida que de costumbre. Mientras hablaban de los Juegos, aquel mono extraño se le fue pasando tranquilamente, sin que ella hiciese mucho más que andar y pensar en no estornudar de nuevo.
— Tambien le han invitado al Torneo, así que podemos hacerlo en los Dojos y de paso... bueno, anunciar lo nuestro.
— ¡C-claro! — Afirmó apretando un poco más el agarre que tenía con el chico. — Podremos decirlo cuando estemos... En el sitio donde nos hospedamos, quizá allí... Bueno aunque a lo mejor no les importa... Ya sabes... No sé... ¡A mí sí me importas! Es solo... Esto...
Eri estaba comenzando a balbucear sin tener si quiera conciencia de lo que decía, nerviosa como la que más, miraba al suelo, a todas partes, y sus mejillas volvían a colorearse de nuevo de un tono carmesí digno de su propia villa.