18/06/2017, 00:54
El compartir continuó sin ningún tipo de inconveniente, a tal punto de que poco quedaba en las mesas del sustancioso almuerzo que habían preparado para todos los invitados que ocupaban aquel barco. El tiempo corrió mucho más rápido de lo que algún tripulante hubiera podido predecir y pronto sabrían que ya habían zanjado casi la mitad del camino, para cuando un potente haz de luz iluminó el horizonte y logró captar la atención de los presentes y así también la del Timonel, quien advirtió tan pronto como pudo de que más pronto que tarde, el barco alcanzaría los linderos de una inevitable tormenta, que se cocía en nubes negras y llovizna a unas cuantas leguas adelante.
Bastó media hora para que la embarcación finalmente tocara el ojo de aquel temible temporal. Grandes ventiscas azotaban a los presentes, y las incansables gotas de lluvia hacía de aquella borda un peligroso lugar para estar si no se lograban aferrar fuertemente a una pieza del mismo barco. Así que todos hicieron lo propio, sintiéndose salvos de los caprichos de la lluvia, y la turbulenta marea.
Pero nadie mejor que Kaido sabía que, no importaban demasiado qué tantas precauciones se tomaran, si la Tormenta decidía hundir aquella barcaza, lo haría sin rechistar. Y así se los hizo saber, cuando...
¡CRACK!
Kaido siguió el pequeño caudal de sangre que salía lentamente despedido del fallecido tripulante. La siguió tan de cerca, y embelesado por ella, que mantuvo la mirada hasta que la lluvia comenzó a escurrir la sangre con el agua, como si tratase de limpiar su desastre y salir impune de tan fatídica muerte.
«Vaya la de suerte que es ser un Hozuki en éste momento. Si ésta maldita tormenta nos hace naufragar, probablemente yo...»
De pronto sus dubitativas fueron interrumpidas de nuevo por otro accidente, aunque el que ahora se encontraba en peligro aún se aferraba a la vida. Alguien podía hacer algo, desde luego, y quién más que el valiente Yota, dispuesto a rebatir las teorías sobre su aldea y sobre su gente con una actuación heroica.
Pidió la ayuda de Akame, y aunque Datsue estuvo dispuesto a ayudar también, eligió finalmente no entrometerse en los asuntos del par de salvavidas que harían lo posible por salvar a aquel muchacho.
Bastó media hora para que la embarcación finalmente tocara el ojo de aquel temible temporal. Grandes ventiscas azotaban a los presentes, y las incansables gotas de lluvia hacía de aquella borda un peligroso lugar para estar si no se lograban aferrar fuertemente a una pieza del mismo barco. Así que todos hicieron lo propio, sintiéndose salvos de los caprichos de la lluvia, y la turbulenta marea.
Pero nadie mejor que Kaido sabía que, no importaban demasiado qué tantas precauciones se tomaran, si la Tormenta decidía hundir aquella barcaza, lo haría sin rechistar. Y así se los hizo saber, cuando...
¡CRACK!
Kaido siguió el pequeño caudal de sangre que salía lentamente despedido del fallecido tripulante. La siguió tan de cerca, y embelesado por ella, que mantuvo la mirada hasta que la lluvia comenzó a escurrir la sangre con el agua, como si tratase de limpiar su desastre y salir impune de tan fatídica muerte.
«Vaya la de suerte que es ser un Hozuki en éste momento. Si ésta maldita tormenta nos hace naufragar, probablemente yo...»
De pronto sus dubitativas fueron interrumpidas de nuevo por otro accidente, aunque el que ahora se encontraba en peligro aún se aferraba a la vida. Alguien podía hacer algo, desde luego, y quién más que el valiente Yota, dispuesto a rebatir las teorías sobre su aldea y sobre su gente con una actuación heroica.
Pidió la ayuda de Akame, y aunque Datsue estuvo dispuesto a ayudar también, eligió finalmente no entrometerse en los asuntos del par de salvavidas que harían lo posible por salvar a aquel muchacho.