—¿El túnel? pensé que era un camino sólo reservado para la élite de la aldea, no creí que fuera posible atravesarlo así como así —
Dudé por unos segundos tras responder a sus palabras. —Hasta donde tengo entendido puede atravesarlo cualquier shinobi de Amegakure No sato, y bueno tienes más privilegios sí la mismísima Yui-sama te otorga un permiso especial.—
—. pero qué idiota, claro... si acampar en las llanuras es una maldita idea suicida. ¿En qué coño estaba pensando?
Sonreí internamente, sinceramente el pez tenía razón, y más idiota de mi parte seguir su plan sin recordar el apodo que solían tener las llanuras. —En su defecto podríamos acampar en la entrada del tunel, sí no podemos pasar no creo que haya problema alguno.— Agregué, mi pensamiento era positivo en la mayoría de las situaciones y esta no sería la excepción.
—Hacia allá, a veinte minutos de camino. Sí, creo que ahí está la entrada. ¿Lo has pasado tú alguna vez, Keisuke-san?
—He pasado unas cuantas veces por la entrada, pero nunca lo he atravesado. Recuerdo que una vez fui y vine del país del espiral y ni me acordé del túnel, por eso es que esta vez lo tengo en mente, y como tú dices, no es buena idea acampar en las llanuras.—
Tras caminar los quince minutos, ambos shinobis verían la entrada del dichoso túnel, aún les faltaban algunos cuantos metros para estar frente a la infraestructura, no obstante, ésta se alzaba imponente y protectora del diluvio que amenazaba a los viajeros. Justo en el momento en que Kaido y mi persona estabamos en la entrada una sombra apareció de la nada, una vez la imagen se volvió nítida se toparon con una persona envuelta en una túnica blanca y una máscara de porcelana con pintas salvajes.
—Imagino que van al valle de los dojos.— Dijo primeramente.
Por mi parte asentí con la cabeza, mis orbes quedaron fijas en su máscara tan llamativa.
—Han llegado en buen momento, hace poco tuvimos un inconveniente, pero todo funciona con normalidad.— Explicó brevemente. —Les deseo éxito y espero que dejen en alto a Amegakure No Sato.— Hizo énfasis en sus últimas palabras y desapareció.
—Gracias.— Expresé aunque ya no hubiese nadie en el lugar
La entrada estaba totalmente iluminada al igual que el interior del gran corredor, la sensación adentro sería bastante cálida y acogedora para ambos shinobis.
Sin más que hacer me adentré en aquella instalación, sacudí el paraguas y froté mis zapatos con el suelo antes de entrar con la finalidad de no ensuciar mucho la entrada y el resto del lugar.
Dudé por unos segundos tras responder a sus palabras. —Hasta donde tengo entendido puede atravesarlo cualquier shinobi de Amegakure No sato, y bueno tienes más privilegios sí la mismísima Yui-sama te otorga un permiso especial.—
—. pero qué idiota, claro... si acampar en las llanuras es una maldita idea suicida. ¿En qué coño estaba pensando?
Sonreí internamente, sinceramente el pez tenía razón, y más idiota de mi parte seguir su plan sin recordar el apodo que solían tener las llanuras. —En su defecto podríamos acampar en la entrada del tunel, sí no podemos pasar no creo que haya problema alguno.— Agregué, mi pensamiento era positivo en la mayoría de las situaciones y esta no sería la excepción.
—Hacia allá, a veinte minutos de camino. Sí, creo que ahí está la entrada. ¿Lo has pasado tú alguna vez, Keisuke-san?
—He pasado unas cuantas veces por la entrada, pero nunca lo he atravesado. Recuerdo que una vez fui y vine del país del espiral y ni me acordé del túnel, por eso es que esta vez lo tengo en mente, y como tú dices, no es buena idea acampar en las llanuras.—
Tras caminar los quince minutos, ambos shinobis verían la entrada del dichoso túnel, aún les faltaban algunos cuantos metros para estar frente a la infraestructura, no obstante, ésta se alzaba imponente y protectora del diluvio que amenazaba a los viajeros. Justo en el momento en que Kaido y mi persona estabamos en la entrada una sombra apareció de la nada, una vez la imagen se volvió nítida se toparon con una persona envuelta en una túnica blanca y una máscara de porcelana con pintas salvajes.
—Imagino que van al valle de los dojos.— Dijo primeramente.
Por mi parte asentí con la cabeza, mis orbes quedaron fijas en su máscara tan llamativa.
—Han llegado en buen momento, hace poco tuvimos un inconveniente, pero todo funciona con normalidad.— Explicó brevemente. —Les deseo éxito y espero que dejen en alto a Amegakure No Sato.— Hizo énfasis en sus últimas palabras y desapareció.
—Gracias.— Expresé aunque ya no hubiese nadie en el lugar
La entrada estaba totalmente iluminada al igual que el interior del gran corredor, la sensación adentro sería bastante cálida y acogedora para ambos shinobis.
Sin más que hacer me adentré en aquella instalación, sacudí el paraguas y froté mis zapatos con el suelo antes de entrar con la finalidad de no ensuciar mucho la entrada y el resto del lugar.