20/06/2017, 11:08
(Última modificación: 29/07/2017, 02:43 por Amedama Daruu.)
—S-sí, claro. Como en tu casa, tranquilo. —respondió Daruu, recostándose de nuevo en el sofá.
Karoi asintió, aún sonriente, y se metió en la cocina. Tras unos instantes de sonidos de recipientes abriéndose y movimientos de aquí para allá, el leve rumor del microondas inundó el ambiente. Y, unos minutos después, un delicioso aroma llegó hasta sus narices. Ayame se había mantenido en silencio todo aquel tiempo, descansando su cuerpo del agotador viaje pero también pensando para sus adentros. Estaban pasando muchas cosas en muy poco tiempo y se sentía bastante confusa. Primero el beso de Daruu en el laberinto, después la súbita aparición de un tío al que ni siquiera había conocido hasta el momento y había resultado ser Hōzuki...
Se sentía bastante perdida...
—¡Listo! —La aparición de Karoi la sobresaltó. El hombre dejó sobre la mesa tres humeantes tazones de fideos instantáneos, uno de curry, otro de carne y el otro con sabor a marisco. Junto a estos, varias fiambreras con comida para picotear: gyoza, alguna que otra empanadilla...
A Ayame se le hizo la boca agua de manera instantánea. Afortunadamente, no fue de manera literal.
—No sabía qué os gustaba o qué no, así que cogí un poco de todo en la tienda —se excusó, llevándose una mano a la nuca—. Adelante, coged lo que queráis, ¿sí?
Tímidamente, Ayame tomó el tazón de ramen con carne. No le agradaba demasiado el curry y del marisco ya no toleraba ni siquiera su olor.
—Entonces, ¿mañana llegaremos ya al valle? —preguntó, en un intento de romper el hielo. Aunque lo cierto era que estaba tan cansada que estaba comenzando a sentir que se le caían los párpados del sueño.
Una parte de ella se apenaba de dar por finalizado aquel divertido viaje, pero otra parte de ella estaba deseando llegar y ver el lugar... Y otra parte de ella estaba aterrorizada ante la perspectiva de vivir sola. ¿Cómo lo iba a hacer?
Karoi asintió, aún sonriente, y se metió en la cocina. Tras unos instantes de sonidos de recipientes abriéndose y movimientos de aquí para allá, el leve rumor del microondas inundó el ambiente. Y, unos minutos después, un delicioso aroma llegó hasta sus narices. Ayame se había mantenido en silencio todo aquel tiempo, descansando su cuerpo del agotador viaje pero también pensando para sus adentros. Estaban pasando muchas cosas en muy poco tiempo y se sentía bastante confusa. Primero el beso de Daruu en el laberinto, después la súbita aparición de un tío al que ni siquiera había conocido hasta el momento y había resultado ser Hōzuki...
Se sentía bastante perdida...
—¡Listo! —La aparición de Karoi la sobresaltó. El hombre dejó sobre la mesa tres humeantes tazones de fideos instantáneos, uno de curry, otro de carne y el otro con sabor a marisco. Junto a estos, varias fiambreras con comida para picotear: gyoza, alguna que otra empanadilla...
A Ayame se le hizo la boca agua de manera instantánea. Afortunadamente, no fue de manera literal.
—No sabía qué os gustaba o qué no, así que cogí un poco de todo en la tienda —se excusó, llevándose una mano a la nuca—. Adelante, coged lo que queráis, ¿sí?
Tímidamente, Ayame tomó el tazón de ramen con carne. No le agradaba demasiado el curry y del marisco ya no toleraba ni siquiera su olor.
—Entonces, ¿mañana llegaremos ya al valle? —preguntó, en un intento de romper el hielo. Aunque lo cierto era que estaba tan cansada que estaba comenzando a sentir que se le caían los párpados del sueño.
Una parte de ella se apenaba de dar por finalizado aquel divertido viaje, pero otra parte de ella estaba deseando llegar y ver el lugar... Y otra parte de ella estaba aterrorizada ante la perspectiva de vivir sola. ¿Cómo lo iba a hacer?