20/06/2017, 22:08
La kunoichi observó cómo Datuse no tuvo pudor alguno en entrometerse en la conversación que bien intentaba cortar la segunda mujer. A trato de extranjero, la primera de éstas contestó que el Jefe era lo peor que le había pasado jamás a ésta urbe. De nuevo, la segunda mujer silenció las palabras de la primera. Visiblemente aterrada, no quería que ésta bocazas dijese mas de lo debido, pareciendo que se podían exponer a un grave peligro. La pelirroja, a sabiendas de que estando ambas juntas no cooperarían, deliberó por unos instantes qué hacer —qué sería lo mas sensato— dado el caso que tenían entre manos.
Se mordió el labio inferior, lascivamente, y desvió la mirada hacia las escaleras con las mismas. Dejó caer un suspiro, largo y tenso. Dejó reposar su cabeza sobre la mano izquierda, cuyo codo reposaba en la mesa. De nuevo, miró a las señoras, ahora con cierto descaro.
—Ufff... así que hay un chico realmente malo en la ciudad... —se atrevió a burlarse. —Tan malo, que tenéis miedo hasta de hablar de él...
»Me marcho a la habitación, me voy a tocar un poco pensando en ese jefe.
Así, de buenas a primeras, la pelirroja arrastró la silla en su movimiento, levantándose con su surrealista comentario. Se aparto, y volvió a colocar la silla en su sitio en pos de no entorpecer el ya dificultoso paso. Sin mas dilación, se dirigiría hacia la escalera, rumbo a su habitación.
—Buenas noches, chicos. —inquirió mientras hacía un leve gesto sobre el hombro con su zurda a modo de despedida.
Con la llave a mano, comenzó a subir los peldaños de la escalera. Uno a uno se iba acercando mas a la zona de descanso, donde no tardaría en buscar su habitáculo personal arrendado. Abrió, y entró. Una vez dentro, echó el cerrojo desde dentro, y comenzó a registrar la habitación minuciosamente. Obviamente, no estaba preparándose para tocarse, ni mucho menos, tan solo aseguraba la habitación para poder continuar con su búsqueda fallida.
Una vez estuviese segura de que no había nada raro en la habitación, abriría una pequeña mueca en la ventana, y con las mismas comenzaría a desplegar un sinfín de mariposas blancas. La mayoría de su cuerpo se hallaba fuera del edificio, buscando por las calles de la ciudad cualquier indicio de dónde podían haberse metido esos dos maleantes y asesinos. Entre tanto, tres de éstas mencionadas mariposas de papel pasaron bajo la puerta de la habitación, y bajaron al piso de abajo. Éstas últimas mencionadas con todo el disimulo posible se ayudarían de la altura en pos de no ser detectadas, y comenzarían a espiar a las dos señoras por parte de dos de éstas, y la tercera a Akame. Datsue... estaba claro de que tan solo era un charlatán, quizás no sería el de mas ayuda en éstos momentos.
En la habitación de la pelirroja, tan solo el silencio sería rey, absoluto e indiscutible.
Se mordió el labio inferior, lascivamente, y desvió la mirada hacia las escaleras con las mismas. Dejó caer un suspiro, largo y tenso. Dejó reposar su cabeza sobre la mano izquierda, cuyo codo reposaba en la mesa. De nuevo, miró a las señoras, ahora con cierto descaro.
—Ufff... así que hay un chico realmente malo en la ciudad... —se atrevió a burlarse. —Tan malo, que tenéis miedo hasta de hablar de él...
»Me marcho a la habitación, me voy a tocar un poco pensando en ese jefe.
Así, de buenas a primeras, la pelirroja arrastró la silla en su movimiento, levantándose con su surrealista comentario. Se aparto, y volvió a colocar la silla en su sitio en pos de no entorpecer el ya dificultoso paso. Sin mas dilación, se dirigiría hacia la escalera, rumbo a su habitación.
—Buenas noches, chicos. —inquirió mientras hacía un leve gesto sobre el hombro con su zurda a modo de despedida.
Con la llave a mano, comenzó a subir los peldaños de la escalera. Uno a uno se iba acercando mas a la zona de descanso, donde no tardaría en buscar su habitáculo personal arrendado. Abrió, y entró. Una vez dentro, echó el cerrojo desde dentro, y comenzó a registrar la habitación minuciosamente. Obviamente, no estaba preparándose para tocarse, ni mucho menos, tan solo aseguraba la habitación para poder continuar con su búsqueda fallida.
Una vez estuviese segura de que no había nada raro en la habitación, abriría una pequeña mueca en la ventana, y con las mismas comenzaría a desplegar un sinfín de mariposas blancas. La mayoría de su cuerpo se hallaba fuera del edificio, buscando por las calles de la ciudad cualquier indicio de dónde podían haberse metido esos dos maleantes y asesinos. Entre tanto, tres de éstas mencionadas mariposas de papel pasaron bajo la puerta de la habitación, y bajaron al piso de abajo. Éstas últimas mencionadas con todo el disimulo posible se ayudarían de la altura en pos de no ser detectadas, y comenzarían a espiar a las dos señoras por parte de dos de éstas, y la tercera a Akame. Datsue... estaba claro de que tan solo era un charlatán, quizás no sería el de mas ayuda en éstos momentos.
En la habitación de la pelirroja, tan solo el silencio sería rey, absoluto e indiscutible.
![[Imagen: 2UsPzKd.gif]](http://i.imgur.com/2UsPzKd.gif)