20/06/2017, 23:39
(Última modificación: 29/07/2017, 02:43 por Amedama Daruu.)
Las fosas nasales de Daruu captaron enseguida un olor que encendió todas sus alertas. «¡Pescado, eso huele a pescado! Oh no, ¿ahora qué? Ni de coña voy a comer pez.» Su mano se deslizó lentamente hacia su mochila, que tenía la cremallera entreabierta. «Ven a mí, fiambrera con pizza.»
Karoi apareció por la puerta cargado paranormalmente con una serie de tazones y bandejas con todo tipo de alimentos. Hasta Daruu llegaron entonces otros aromas: curry, el rico olor de las gyozas de carne...
—No sabía qué os gustaba o qué no, así que cogí un poco de todo en la tienda —Se llevó una mano a la nuca—. Adelante, coged lo que queráis, ¿si?
Daruu acercó discretamente el tazón de ramen que olía a curry hacia sí. Sonrió y suspiró aliviado.
—Resulta que el de curry es mi favorito, así que se puede decir que has acertado —asintió. «Por muy poco». Observó el tazón de marisco con cara de pocos amigos.
—Entonces, ¿mañana llegaremos ya al valle? —preguntó Ayame.
Daruu suspiró. Ahora que pensaba en que pronto tendría que vivir sólo en otro país, lejos de la seguridad de la aldea, se le atragantaba un poco la idea. Tenía una mezcla de miedo e ilusión agolpándose en el pecho.
—Está a un par de horas o tres de aquí. Llegaremos sin problemas.
Karoi apareció por la puerta cargado paranormalmente con una serie de tazones y bandejas con todo tipo de alimentos. Hasta Daruu llegaron entonces otros aromas: curry, el rico olor de las gyozas de carne...
—No sabía qué os gustaba o qué no, así que cogí un poco de todo en la tienda —Se llevó una mano a la nuca—. Adelante, coged lo que queráis, ¿si?
Daruu acercó discretamente el tazón de ramen que olía a curry hacia sí. Sonrió y suspiró aliviado.
—Resulta que el de curry es mi favorito, así que se puede decir que has acertado —asintió. «Por muy poco». Observó el tazón de marisco con cara de pocos amigos.
—Entonces, ¿mañana llegaremos ya al valle? —preguntó Ayame.
Daruu suspiró. Ahora que pensaba en que pronto tendría que vivir sólo en otro país, lejos de la seguridad de la aldea, se le atragantaba un poco la idea. Tenía una mezcla de miedo e ilusión agolpándose en el pecho.
—Está a un par de horas o tres de aquí. Llegaremos sin problemas.