21/06/2017, 10:29
La muchacha parpadeó varias veces, aparentemente confundida ante las palabras de Ayame. Sin embargo, enseguida se recompuso e inclinó su cuerpo en una ligera reverencia.
— Perdón mis modales, Aotsuki-san, tenía miedo de no poder entablar una conversación como es debido. Mi nombre es Furukawa Eri, soy una genin de Uzushiogakure, mucho gusto.
—¡Encantada, Eri-san! —Sonriente, Ayame levantó ambas manos, mostrándole las palmas—. Ah, pero no es necesario tantos formalismos, con Ayame-san es más suficiente.
Sin embargo, Eri no parecía estar escuchándola. De repente se le iluminaron los ojos, como si acabara de acordarse de algo.
— ¿Aotsuki Ayame? Un momento, ¡Eres Aotsuki Ayame! ¡Nabi me habló de ti! —exclamó.
Ayame ladeó la cabeza, interrogante.
—¿Nabi...? —El nombre le sonaba de algo, no podía negarlo, pero no era capaz de terminar
de ubicarlo entre sus recuerdos.
—¡Tu hermano es famoso!
Y aquella última frase fue la gota que colmó el vaso de la confusión de Ayame. Como si le hubieses asestado un martillazo, la muchacha sacudió la cabeza, profundamente aturdida.
—¿Eh...? ¿Qué? ¿Kōri? ¿Famoso? ¿Qué estás diciendo?
No podía ser. Aquello debía de ser un error. Le era completamente imposible imaginar a alguien menos cualificado que su hermano para ostentar algún tipo de fama. Y no porque fuera un inútil, más bien todo lo contrario, pero aquella frialdad suya, aquella inexistencia de cualquier tipo de expresión en su rostro, aquel rechazo a casi cualquier tipo de relación social... No. Era completamente imposible...
— Perdón mis modales, Aotsuki-san, tenía miedo de no poder entablar una conversación como es debido. Mi nombre es Furukawa Eri, soy una genin de Uzushiogakure, mucho gusto.
—¡Encantada, Eri-san! —Sonriente, Ayame levantó ambas manos, mostrándole las palmas—. Ah, pero no es necesario tantos formalismos, con Ayame-san es más suficiente.
Sin embargo, Eri no parecía estar escuchándola. De repente se le iluminaron los ojos, como si acabara de acordarse de algo.
— ¿Aotsuki Ayame? Un momento, ¡Eres Aotsuki Ayame! ¡Nabi me habló de ti! —exclamó.
Ayame ladeó la cabeza, interrogante.
—¿Nabi...? —El nombre le sonaba de algo, no podía negarlo, pero no era capaz de terminar
de ubicarlo entre sus recuerdos.
—¡Tu hermano es famoso!
Y aquella última frase fue la gota que colmó el vaso de la confusión de Ayame. Como si le hubieses asestado un martillazo, la muchacha sacudió la cabeza, profundamente aturdida.
—¿Eh...? ¿Qué? ¿Kōri? ¿Famoso? ¿Qué estás diciendo?
No podía ser. Aquello debía de ser un error. Le era completamente imposible imaginar a alguien menos cualificado que su hermano para ostentar algún tipo de fama. Y no porque fuera un inútil, más bien todo lo contrario, pero aquella frialdad suya, aquella inexistencia de cualquier tipo de expresión en su rostro, aquel rechazo a casi cualquier tipo de relación social... No. Era completamente imposible...